Lucca
- ¿Lucca? ¿Lucca? ¡Han entrado unos hombres! ¡Repito! ¡Han entrado unos hombres! - dice en su teléfono móvil. Algunos de los hombres que estaban vigilando la entrada de la casa de Marco.
- ¡Venga! ¡A por ellos! ¡Marco y su familia están en la casa! ¡Es una orden! - respondí. Luego colgué y entré en la otra habitación. Caminé deprisa, estaban envolviendo la cocaína. Abrí la puerta.
- ¡ALTO AHORA MISMO! - Me miraron sin comprender.
- ¿Qué pasa? - preguntó uno de ellos.
- ¡Deja de hacer la maleta ahora mismo! Guardad lo que esté listo y largaos de aquí. - Me acerco a ellos y les digo que hagan lo que les digo. Se miran entre ellos y me devuelven la mirada. - ¡HACED LO QUE OS DIGO, JODER! ¡AHORA! - Grito y recogen las bolsas y meten lo que hay dentro. Entonces uno de los matones se acerca a mí.
- Sé que Marco te puso al mando, pero ¿qué coño es esto Lucca? -pregunta Enzo, mirándome fijamente.
- "Mira, Enzo, sé que hoy no te caigo bien, pero yo estoy al mando aquí mientras Marco no está, ¡así que respétame! - le dije, señalándole. Enseguida se calló. No sólo hoy no le caigo bien, ha estado más tiempo con Marco, y yo llegué seis meses después, le gustaba mi trabajo y además soy buena en matemáticas desde el instituto, por eso me puso al frente de los servicios mientras él no estaba. Esto enfadó a Enzo, pero tuvo que aceptarlo. - Y también recibí una llamada de uno de los hombres que están irrumpiendo.
- ¿Qué?" Arquea una ceja. - ¿Cómo han entrado aquí esos cabrones?
- No lo sé. Pero haz lo que te dije, luego guarda lo que esté listo y tampoco olvides las armas. ¡Luego préndele fuego a esta puta cosa! - asintió, sacudiendo la cabeza. Se iba y me llamó.
- ¿Lucca? -Me doy la vuelta y lo miro fijamente.
- ¿Qué pasa ahora? - pregunté.
- Tienes que decirle a Marco que han entrado a robar. - Enzo me señala, recordándome que se lo diga a Baccarin. - Sí, allí hay hombres de seguridad. Seguro que ya se lo han dicho.
- No está en casa. Hoy es su aniversario de boda y creo que ha salido a cenar con su mujer. - mencionó. Estaba a punto de decir algo y entonces se lo volví a recordar. - ¡Enzo va a hacer lo que le he ordenado! ¡Y ya te he dicho que voy a avisar a Baccarin! - recalco. Hace una mueca, pero se va a hacer lo que le han dicho y yo salgo de la fábrica. Fuera, me dirijo a mi BMW negro. Cierro la puerta y lo arranco, pero antes de salir oigo disparos. Y de repente siento un dolor en el pecho, entonces me llevo la mano al pecho. Espero que no sea quien creo. Salgo y voy al centro de Palermo, donde hay un restaurante. Nada más llegar, veo un cuerpo en el suelo y a Marco con la mano en el pecho. ¡Dios mío! ¿No es posible?
- ¡BASTARDO! ¡TE VOY A MATAR! - Gruñó a un hombre que estaba frente a él. Lo observaba desde lejos. Había bajado de su coche y estaba de pie cerca de una de las mesas del restaurante, que pertenecía a la señora Giovanna. Marco ayudó a abrir este restaurante de pasta. - ¡Cierra el pico! ¿Llorando por una puta? No te reconozco, te va a caer otra igual, ja, ja -se mofó, apuntando con el rifle a Marco, que seguía sangrando. Si no me hubiera olvidado la pistola, podría haberle disparado en la cabeza. ¡Maldita sea! - ESO ES LO QUE QUERÍAS... -se llevó la mano al pecho, cerró los ojos y sintió el dolor. Luego, con la mano llena de sangre, la acercó a la cara de su mujer. Era triste de ver. -¡Hablas demasiado, pedazo de m****a! Pero te voy a disparar yo mismo. Y el Sr. Matarazzo me va a pagar generosamente para acabar contigo. - dice, pero mi mejor amigo le ignora y presta atención a su mujer. Se nota que está completamente enamorado de ella. Luego la abraza. En ese momento el hijo de puta le apuntó y disparó. - NO... -grité, acercándome a él, que se dio la vuelta e intentó apuntarme con el rifle, pero yo fui más rápido, me acerqué, con una mano sujeté la boca del rifle, apartándolo de mí, y con la otra le di un puñetazo en la cara, e inmediatamente soltó el rifle y cayó al suelo. Entonces le apunté con el rifle y le puse la mano en la nariz. Creo que le rompí la nariz, que sangraba. -¡Cabrón! ¿Quieres morir? - El bastardo secuaz de Matarazzo refunfuñaba, ¡pero pronto estará muerto! Un vago menos en el mundo. - Entonces... - Lo golpeé con la parte trasera del rifle. -¡CÁLLATE, PUTO CABRÓN! - Le grito que se calle. Luego le hago sentarse. - ¿Cómo pudiste hacer eso? No estaba armado y les disparó dándoles la espalda. ¡Es un cobarde! ¡COBARDE! - le grito y sigo apuntándole a la cara. Intenta decir algo, pero pongo la culata del rifle en una de sus piernas y disparo. - ¡MALDITO! ¿ME HAS DISPARADO? ESTÁS MUERTO... AAI... - Le pego otro tiro en la otra pierna. Empieza a quejarse del dolor. Tiro el rifle y luego paso junto a él hasta la mesa, cojo un cuchillo que había sobre la mesa y me quedo mirándolo un rato. - OUCH... OUCH... ¡BASTARDO! AI... VOY A... Me agacho y le apunto al cuello con el cuchillo. -¿De verdad? ¿Me vas a matar con las piernas así? - Pregunto y el se queda callado. - Sabes, me gustaría verlo, pero se me ha acabado la paciencia, así que acabemos de una vez. -Qué... -le puse el cuchillo en el cuello y corté. Se llevó las manos a la garganta y se ahogó con su propia sangre. Luego le empujo, haciéndole caer al suelo. Luego me pongo de pie. Miro fijamente al puto policía muerto que tengo delante. Cierro los ojos. Me siento bien por haberme vengado de mi hermano Marco. Resoplo y abro los ojos. Me giro para irme y oigo algo. Miro a mi alrededor y veo que Marco se mueve. ¿Está vivo?LuccaCon el corazón acelerado, miré atónita a Marco, que se debatía en el suelo. Me aterrorizó ver a mi mejor amigo en aquella situación. En estado de shock, me arrodillé a su lado y le cogí la mano, intentando mantener la calma.- ¡Marco! ¡Mírame, amigo! Intenta mantenerte despierto. - le supliqué, sintiendo que se me hacía un nudo en la garganta.Marco abrió los ojos lentamente y me miró con dificultad. Sus ojos estaban llenos de dolor y desorientación.- Lucca... ¿qué... ha pasado? - susurró con dificultad. Una mezcla de preocupación y alivio inundó mi pecho. Marco estaba vivo, aunque gravemente herido. La sangre goteaba incesantemente de su espalda y sus palabras eran débiles.- Alguien te golpeó en la espalda mientras cenabas con Giovanna. Pero ahora tiene que concentrars
LuccaLas lágrimas seguían cayendo por mi rostro mientras permanecía de rodillas, aturdida e incapaz de aceptar la realidad que se desplegaba ante mis ojos. El mundo a mi alrededor parecía desdibujarse y el sonido de sollozos desesperados resonaba en mis oídos. La pérdida de Marco era abrumadora y me dolía el corazón como si me lo estuvieran destrozando.Mientras los médicos continuaban sus frenéticos esfuerzos por devolver la vida a Marco, yo me sentía impotente. Cada compresión en su pecho era una punzada en mi propio corazón, un recordatorio constante de que había perdido a mi mejor amigo. La agonía ardía en cada fibra de mi ser, provocando una mezcla de tristeza, conmoción y rabia.Las voces a mi alrededor se mezclaban en un borrón indistinto, como un eco lejano e irreconocible. Los susurros de los médicos y las enfermeras parecían viajar por un túnel sin fin, llegando a mis oídos como un sonido amortiguado y sin sentido. Estaba aturdida, inmersa en una realidad que no quería acep
LuccaHoy se cumplen tres días de la muerte de Marco, y aquí estoy, ante la dolorosa escena de su funeral y el de su mujer. Es extraño, como si el tiempo pasara demasiado despacio, pero al mismo tiempo todo parece tan irreal. No puedo evitar la sensación de que es demasiado pronto para estar aquí, mirando los ataúdes, pero la voz de la suegra de Marco resuena en mi mente, explicando que era necesario celebrar un funeral conjunto por su hija.Al escuchar las palabras de su suegra, empiezo a comprender la complejidad de sus relaciones familiares. Ahora entiendo por qué Marco no tenía una opinión positiva de esta mujer. No es difícil darse cuenta de que ella nunca se preocupó mucho por él. La forma en que habla de él está llena de desdén y distanciamiento, como si sólo fuera una figura distante en su vida.-Esa fue su elección, que resultó en todo esto. Tomó decisiones equivocadas, se creó enemistades a causa de este trabajo y acabó arrastrando a mi única hija..." Sus palabras resuenan e
BellaTodo parecía una cruel pesadilla, un torbellino de emociones que me destrozaba el corazón. El dolor de la pérdida, la angustia de lo desconocido y la asfixiante sensación de estar atrapada en un laberinto de confusión me envolvían como una tormenta. La noticia de la muerte de mis padres, los que siempre habían sido mi puerto seguro, me había golpeado como un mazazo abrumador. El vacío que dejaban tras de sí era insoportable.Hoy, en el funeral, el dolor era palpable en el aire espeso. Los ataúdes, sellados e inaccesibles, ocultaban los rostros que tanto amaba. Una opresión en el pecho se intensificaba a cada paso que daba hacia ellos. La voz de mi abuela, tan preocupada y cariñosa, resonó en mi mente, recordándome su intento de protegerme de un sufrimiento aún mayor impidiéndome ver por última vez los rostros que tanto consuelo me habían proporcionado.Pero entonces aquel hombre, el que decía ser amigo de mi padre, el que había compartido con él anécdotas divertidas y momentos d
LuccaCuando me disponía a acercarme de nuevo a aquella señora e intentar discutir, una vez más, qué sería lo mejor para el futuro de Bella, una insistente vibración en el bolsillo de mi pantalón interrumpe mis pensamientos. Suspiro, sintiendo ya la irritación acumulada, y saco el móvil del bolsillo. La pantalla se ilumina con el nombre "Enzo", y una oleada de impaciencia me golpea. ¿Ahora mismo, Enzo?Echo un vistazo a la pantalla y me doy cuenta de que me está llamando. Respiro hondo antes de contestar, intentando contener el tono impaciente que amenaza con dominar mi voz. Pulso el botón de respuesta y me acerco el móvil a la oreja. - Hola Enzo, ¿por qué llamas? - pregunto, dejando traslucir sutilmente en mi voz mis sentimientos de frustración e impaciencia.La voz de Enzo resuena al otro lado de la línea y suena seria. - Lucc
LuccaAl día siguiente, concerté una cita con los mafiosos para reunirnos aquí, en la casa. Era el momento de resolver los asuntos pendientes sobre la gestión del negocio y también de compartir la decisión de que Romeo vigilara a uno de los hijos de la familia Matarazzo. Sabía que tenía que entender lo que ocurría entre bastidores y por qué los Matarazzo querían muerto a Marco, el jefe de la mafia.Mientras esperaba a que empezara la reunión, me paseaba de un lado a otro de la sala. Mi mente estaba llena de preguntas y sospechas sobre los motivos de este acto despiadado. Marco era un líder respetado y, a pesar de la naturaleza de nuestro mundo, tenía enemigos, pero el nivel de brutalidad de este ataque superaba todo lo que hubiera podido imaginar.Cuando empezaron a llegar los chicos, saludándome con asentimientos y expresiones serias, supe que el ambiente era tenso. Era el momento de afrontar la realidad de haber perdido a Marco y hacer frente a los retos que nos esperaban. Nos senta
BellaEl sol ya empezaba a ponerse cuando salí de la escuela, las últimas luces del día se extendían por el horizonte en tonos naranjas y rosas. El viento soplaba suavemente, llevando consigo el olor de las hojas secas y la sensación del otoño en el aire. Era un día precioso, pero la belleza del mundo que me rodeaba parecía lejana y borrosa, eclipsada por la tormenta de emociones que se desataba en mi interior.Había pasado exactamente una semana desde el funeral de mis padres, una semana que parecía haber transcurrido a cámara lenta, como una pesadilla de la que no podía despertar. El dolor de la pérdida seguía incrustado en mi pecho, una herida abierta que parecía imposible de curar. Cada paso que daba me recordaba el vacío que ahora ocupaba mi corazón.Caminaba despacio, observando los rostros apresurados de la gente que se cruzaba conmigo, todos inmersos en sus propias vidas, ajenos a la confusión de sentimientos a la que me enfrentaba. Tenía las manos metidas en los bolsillos de
BellaEstaba llorando, las lágrimas corrían por mi rostro mientras luchaba por comprender lo que estaba sucediendo. Las palabras de mi abuela resonaban en mis oídos, con aquella inesperada revelación que parecía imposible de creer.- ¿Cambiarnos? Abuela, ¿hablas en serio? ¡No puedo irme de aquí! ¡Tengo amigos, escuela, una vida aquí! - dije, mirándola. Me dolía el corazón con cada palabra que salía de su boca. Estaba confusa, asustada y, sobre todo, dolida. Esperaba que me consolara en este momento tan difícil, no sólo para mí, sino también para ella, pero en lugar de eso me estaba obligando a hacer algo que no quería hacer y que no entendía.- Cariño, no tenemos mucho tiempo, ahora necesito que termines de empacar tu ropa. Vamos a coger el autobús... - Se sacó el móvil de la cintura, lo miró y volvió a mirarme. - Sólo faltan unas horas para que salga el autobús. Así que date prisa, por favor. - Su voz era tranquila, pero había una urgencia en ella que me hizo estremecer por dentro.