Lucca
Hoy se cumplen tres días de la muerte de Marco, y aquí estoy, ante la dolorosa escena de su funeral y el de su mujer. Es extraño, como si el tiempo pasara demasiado despacio, pero al mismo tiempo todo parece tan irreal. No puedo evitar la sensación de que es demasiado pronto para estar aquí, mirando los ataúdes, pero la voz de la suegra de Marco resuena en mi mente, explicando que era necesario celebrar un funeral conjunto por su hija.Al escuchar las palabras de su suegra, empiezo a comprender la complejidad de sus relaciones familiares. Ahora entiendo por qué Marco no tenía una opinión positiva de esta mujer. No es difícil darse cuenta de que ella nunca se preocupó mucho por él. La forma en que habla de él está llena de desdén y distanciamiento, como si sólo fuera una figura distante en su vida.-Esa fue su elección, que resultó en todo esto. Tomó decisiones equivocadas, se creó enemistades a causa de este trabajo y acabó arrastrando a mi única hija..." Sus palabras resuenan en mis oídos, y es imposible ignorar la amargura que impregna su voz. Las líneas entre sus palabras revelan una mezcla de resentimiento y tristeza, una historia de elecciones y consecuencias que ahora culmina en esta triste despedida.Miro a mi alrededor, viendo los rostros tristes y apenados de los presentes. Siento un nudo en la garganta, mezcla de tristeza y rabia. Rabia por no haber podido hacer nada para cambiar el pasado, para evitar esta tragedia. Y tristeza por ver que personas a las que quería se han ido tan abruptamente.Pero la imagen de la niña, Bella, la hija de Marco, sigue rondando mis pensamientos. Su sufrimiento es palpable, después de todo, perdió a sus dos padres a la vez. Sin embargo, no puedo ignorar la verdad, por difícil que sea. Tengo que afrontar esta situación de frente, aunque eso signifique causarle más dolor. Al fin y al cabo, la verdad no es un consuelo inmediato, sino un paso necesario hacia la justicia y su protección. He decidido que es hora de revelar la verdad a Bella, aunque eso signifique abrir heridas aún más profundas. No puedo seguir ocultando que la muerte de sus padres no fue un simple accidente de coche, sino un acto premeditado. Y lo que es peor, ella también podría estar en peligro. Es un riesgo que debo correr para garantizar su seguridad.Con el corazón oprimido, salgo del salón de la casa y empiezo a deambular por las demás habitaciones en busca de Bella. Cada paso que doy parece pesar más, cargado con la responsabilidad de decirle la verdad que podría poner su mundo patas arriba. Es una tarea que no puedo evitar, aunque una parte de mí quiere protegerla de este dolor.
Mientras camino por los pasillos, mi corazón se acelera. No sé cómo reaccionará ante esta revelación. No sé si estoy preparado para afrontar el torrente de emociones que vendrá después. Pero sé que es lo correcto. Le debo la verdad, por dura que sea.Finalmente, encuentro a Bella en una de las habitaciones. Parece absorta en sus propios pensamientos y, cuando me ve, sus ojos se cruzan con los míos, llenos de preguntas y tristeza. Respiro hondo, reúno todo el valor que puedo y empiezo a hablar, eligiendo cuidadosamente mis palabras para que ella pueda comprender la gravedad de la situación.- Bella, sé que estás pasando por un momento muy difícil y lo último que quiero es causarte más dolor. Pero hay algo que debes saber, algo doloroso y complicado... -mi voz tiembla ligeramente, pero mantengo la mirada firme, decidida a seguir adelante con la verdad. Respiro hondo y luego lo suelto con fuerza, justo cuando estoy a punto de hablar siento que alguien tira de mi brazo. Me tropiezo con la abuela de Bella, que me fulmina con la mirada.- ¿Qué crees que estás haciendo? -pregunta Bella, llevándome a un rincón alejado de la chica, donde podemos hablar más en privado. Sus ojos reflejan confusión y preocupación, pero también veo cierta determinación en ellos.- M*****a sea, voy a contarle la verdad. Cómo mataron a sus padres y que está en peligro. - Respondo con un susurro cargado de urgencia. Siento la tensión en el aire mientras intento explicar mi intención. Tiro de mi brazo, liberándome del agarre de la señora que parece intentar detenerme.- ¿Peligro? ¿De qué estás hablando?", pregunta Bella, la angustia en su voz palpable. Sus ojos se clavan en los míos, buscando respuestas que no quiero dar, pero que sé que son necesarias.Respiro hondo, preparándome para revelar la verdad que cambiará para siempre su visión del mundo. La miro a los ojos, buscando valor en la expresión decidida que encuentro en ellos.-Bella, sé que estás sufriendo, y lo que voy a decir va a hacerlo aún más duro. Tus padres... no murieron en un accidente de coche. - Empiezo, la voz me tiembla al elegir las palabras con cuidado. -Fueron asesinados.
- Bella abre los ojos y su rostro palidece ante las duras palabras que acabo de pronunciar. Veo el dolor y la conmoción en sus facciones, como si cada sílaba que sale de mi boca la golpeara como un puñetazo en las tripas.-¿Asesinado? -repite, con voz casi de susurro incrédulo. -Eso no puede ser verdad... Mientes.Ojalá pudiera negarlo, ojalá pudiera decir que todo fue un error, que me equivoqué. Pero no puedo. Me enfrento a Bella con sinceridad, sabiendo que se merece la verdad, por mucho que duela.-Lo siento, Bella. No me gustaría ser yo quien te lo dijera, pero mereces saber la verdad. Y no sólo eso... hay un riesgo, alguien podría estar detrás de ti también -explico la segunda parte, mi tono más suave, lleno de genuina preocupación.Bella me mira fijamente, con los ojos llorosos mientras asimila lo que acabo de decirle. Veo una mezcla de emociones pasar por su rostro: negación, tristeza, miedo. Es una carga muy pesada para alguien tan joven, y me duele el corazón por ella.- Por favor, Bella, sé que es mucho para asimilar. Pero tienes que estar alerta, mantente a salvo", le suplico, con la esperanza de que comprenda la gravedad de la situación y acepte mi ayuda. Sin embargo, lo que dirá a continuación es algo que no puedo predecir.BellaTodo parecía una cruel pesadilla, un torbellino de emociones que me destrozaba el corazón. El dolor de la pérdida, la angustia de lo desconocido y la asfixiante sensación de estar atrapada en un laberinto de confusión me envolvían como una tormenta. La noticia de la muerte de mis padres, los que siempre habían sido mi puerto seguro, me había golpeado como un mazazo abrumador. El vacío que dejaban tras de sí era insoportable.Hoy, en el funeral, el dolor era palpable en el aire espeso. Los ataúdes, sellados e inaccesibles, ocultaban los rostros que tanto amaba. Una opresión en el pecho se intensificaba a cada paso que daba hacia ellos. La voz de mi abuela, tan preocupada y cariñosa, resonó en mi mente, recordándome su intento de protegerme de un sufrimiento aún mayor impidiéndome ver por última vez los rostros que tanto consuelo me habían proporcionado.Pero entonces aquel hombre, el que decía ser amigo de mi padre, el que había compartido con él anécdotas divertidas y momentos d
LuccaCuando me disponía a acercarme de nuevo a aquella señora e intentar discutir, una vez más, qué sería lo mejor para el futuro de Bella, una insistente vibración en el bolsillo de mi pantalón interrumpe mis pensamientos. Suspiro, sintiendo ya la irritación acumulada, y saco el móvil del bolsillo. La pantalla se ilumina con el nombre "Enzo", y una oleada de impaciencia me golpea. ¿Ahora mismo, Enzo?Echo un vistazo a la pantalla y me doy cuenta de que me está llamando. Respiro hondo antes de contestar, intentando contener el tono impaciente que amenaza con dominar mi voz. Pulso el botón de respuesta y me acerco el móvil a la oreja. - Hola Enzo, ¿por qué llamas? - pregunto, dejando traslucir sutilmente en mi voz mis sentimientos de frustración e impaciencia.La voz de Enzo resuena al otro lado de la línea y suena seria. - Lucc
LuccaAl día siguiente, concerté una cita con los mafiosos para reunirnos aquí, en la casa. Era el momento de resolver los asuntos pendientes sobre la gestión del negocio y también de compartir la decisión de que Romeo vigilara a uno de los hijos de la familia Matarazzo. Sabía que tenía que entender lo que ocurría entre bastidores y por qué los Matarazzo querían muerto a Marco, el jefe de la mafia.Mientras esperaba a que empezara la reunión, me paseaba de un lado a otro de la sala. Mi mente estaba llena de preguntas y sospechas sobre los motivos de este acto despiadado. Marco era un líder respetado y, a pesar de la naturaleza de nuestro mundo, tenía enemigos, pero el nivel de brutalidad de este ataque superaba todo lo que hubiera podido imaginar.Cuando empezaron a llegar los chicos, saludándome con asentimientos y expresiones serias, supe que el ambiente era tenso. Era el momento de afrontar la realidad de haber perdido a Marco y hacer frente a los retos que nos esperaban. Nos senta
BellaEl sol ya empezaba a ponerse cuando salí de la escuela, las últimas luces del día se extendían por el horizonte en tonos naranjas y rosas. El viento soplaba suavemente, llevando consigo el olor de las hojas secas y la sensación del otoño en el aire. Era un día precioso, pero la belleza del mundo que me rodeaba parecía lejana y borrosa, eclipsada por la tormenta de emociones que se desataba en mi interior.Había pasado exactamente una semana desde el funeral de mis padres, una semana que parecía haber transcurrido a cámara lenta, como una pesadilla de la que no podía despertar. El dolor de la pérdida seguía incrustado en mi pecho, una herida abierta que parecía imposible de curar. Cada paso que daba me recordaba el vacío que ahora ocupaba mi corazón.Caminaba despacio, observando los rostros apresurados de la gente que se cruzaba conmigo, todos inmersos en sus propias vidas, ajenos a la confusión de sentimientos a la que me enfrentaba. Tenía las manos metidas en los bolsillos de
BellaEstaba llorando, las lágrimas corrían por mi rostro mientras luchaba por comprender lo que estaba sucediendo. Las palabras de mi abuela resonaban en mis oídos, con aquella inesperada revelación que parecía imposible de creer.- ¿Cambiarnos? Abuela, ¿hablas en serio? ¡No puedo irme de aquí! ¡Tengo amigos, escuela, una vida aquí! - dije, mirándola. Me dolía el corazón con cada palabra que salía de su boca. Estaba confusa, asustada y, sobre todo, dolida. Esperaba que me consolara en este momento tan difícil, no sólo para mí, sino también para ella, pero en lugar de eso me estaba obligando a hacer algo que no quería hacer y que no entendía.- Cariño, no tenemos mucho tiempo, ahora necesito que termines de empacar tu ropa. Vamos a coger el autobús... - Se sacó el móvil de la cintura, lo miró y volvió a mirarme. - Sólo faltan unas horas para que salga el autobús. Así que date prisa, por favor. - Su voz era tranquila, pero había una urgencia en ella que me hizo estremecer por dentro.
Bella- Estaba en estado de shock. No podía creer lo que acababa de oír. El corazón se me estrujaba, era como si alguien me lo aplastara con fuerza contra el pecho. Mis padres... ¿Muertos? ¿Cómo era posible?Corrí hacia la ventana, mirando desesperada hacia la calle con la esperanza de verlos llegar sanos y salvos. Pero lo que encontré fue una escena aterradora. Los coches de los secuaces de mi padre estaban esparcidos frente a nuestra casa. Caí de rodillas al suelo, buscando un signo de esperanza en los ojos de los presentes. Mi abuela corrió hacia mí y me abrazó, intentando consolarme. Sus palabras parecían lejanas e irrelevantes para la tragedia que acababa de ocurrir. Mi mente estaba nublada y aturdida. Mi realidad se derrumbaba completamente a mi alrededor.En un momento de desesperación, me zafé de los brazos de mi abuela y grit&eac
Lucca- ¿Lucca? ¿Lucca? ¡Han entrado unos hombres! ¡Repito! ¡Han entrado unos hombres! - dice en su teléfono móvil. Algunos de los hombres que estaban vigilando la entrada de la casa de Marco.- ¡Venga! ¡A por ellos! ¡Marco y su familia están en la casa! ¡Es una orden! - respondí. Luego colgué y entré en la otra habitación. Caminé deprisa, estaban envolviendo la cocaína. Abrí la puerta.- ¡ALTO AHORA MISMO! - Me miraron sin comprender.- ¿Qué pasa? - preguntó uno de ellos.- ¡Deja de hacer la maleta ahora mismo! Guardad lo que esté listo y largaos de aquí. - Me acerco a ellos y les digo que hagan lo que les digo. Se miran entre ellos y me devuelven la mirada. - ¡HACED LO QUE OS DIGO, JODER! ¡AHORA! - Grito y recogen las bolsas y meten lo que hay dent
LuccaCon el corazón acelerado, miré atónita a Marco, que se debatía en el suelo. Me aterrorizó ver a mi mejor amigo en aquella situación. En estado de shock, me arrodillé a su lado y le cogí la mano, intentando mantener la calma.- ¡Marco! ¡Mírame, amigo! Intenta mantenerte despierto. - le supliqué, sintiendo que se me hacía un nudo en la garganta.Marco abrió los ojos lentamente y me miró con dificultad. Sus ojos estaban llenos de dolor y desorientación.- Lucca... ¿qué... ha pasado? - susurró con dificultad. Una mezcla de preocupación y alivio inundó mi pecho. Marco estaba vivo, aunque gravemente herido. La sangre goteaba incesantemente de su espalda y sus palabras eran débiles.- Alguien te golpeó en la espalda mientras cenabas con Giovanna. Pero ahora tiene que concentrars