La camioneta negra se internó en las oscuras callejuelas de Nápoles, llevándose consigo la luz de la vida de Alessandro. Mientras avanzaban hacia un destino desconocido, Valentina, con los ojos llenos de determinación y miedo, no dejaba de luchar. Cada pensamiento, cada suspiro, estaba dedicado a Alessandro y a la esperanza de que él vendría por ella. Alessandro por otro lado tuvo que volver a su casa ya que por mas que intentaron, no pudieron ubicar la camioneta. Ahora estaba en su casa de nuevo, organizando a todos sus hombres para que buscaran a valentina por cualquier lado. En ese momento, la puerta se abrió y un hombre de aspecto rudo pero leal, de mediana edad y cabello oscuro, entró. Era Enzo, el confidente más cercano de Alessandro y uno de los pocos en quienes realmente confiaba. — ¡Alessandro, acabo de enterarme! ¿Qué vamos
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