En una lúgubre habitación de una vieja mansión, Carlo Romano estaba en su estudio, sentado en su escritorio de caoba maciza, rodeado de paredes cubiertas de antiguos cuadros de familia. Sobre el escritorio, había un cenicero de cristal y papeles dispersos. La única luz provenía de un flexo antiguo, que lanzaba sombras dramáticas sobre su rostro severo. Todavía estaba algo convaleciente por la herida causada por Alessandro, pero el médico había podido salvarlo, y ahora se recuperaba bien. Mientras lo hacía planeaba su próximo ataque.
Luciano, su mano derecha, un hombre corpulento y de mirada penetrante, entró en la habitación con una carpeta en la mano.
—Creo que encontré algo interesante—, dijo Luciano, colocando la carpeta sobre el escritorio.
Carlo abrió la carpeta y observó las fotos y doc
—Pero él…ha asesinado personas, y yo no sé si puedo vivir con eso.— ¿Te lo ha dicho?—No hace falta. Es un jefe de la mafia, ¿qué crees que hace?—No lo voy a defender, pero jugando de abogado del diablo, puedo decirte que seguramente no eran las mejores personas. Si está protegiendo a su familia, a su gente y esas personas amenazan eso, se habrá visto en la necesidad de protegerlos como sea. ¿Has hablado con él sobre tus miedos?Valentina negó con la cabeza. —Temo que si lo hago, piense que no confío en él.—Valentina, el amor no solo es pasión, también es comunicación y confianza. Si realmente lo amas y él te ama a ti, necesitas tener esa conversación, sin importar lo difícil que sea—, aconsejó Isa
Valentina y Alessandro se abrazaron fuertemente, sellando su compromiso. Sabían que el camino que tenían por delante no sería fácil, pero ambos lo preferían a estar lejos el uno del otro.—Te amo, cariño. No olvides eso, jamás—tomó su labios en un suave beso, que poco a poco fue profundizándose más. La mano de Alessandro bajó poco a poco hasta su cintura. Valentina quería olvidarse de todo en ese momento y sabía que él también. Necesitaba sentirlo, y podía ver que su pene se estaba poniendo duro en sus pantalones lo que la excitaba muchísimo. Un leve gemido escapó de su boca.Valentina profundizó el beso, presionó sus labios más contra los de él y Alessandro sintió su mano desabrochar sus pantalones, poniendo su mano sobre la de ella rompiendo el beso.
Valentina quería salir un rato y divertirse. Alessandro que también quería olvidarse de tantas cosas en su mente al menor por unas horas, la invitó a un club nocturno al que solía ir y al que obviamente asistiría con todo su séquito de seguridad. Conocía al dueño, eran viejos amigos, aunque hacía meses que no hablaba con él. La música en el club nocturno envolvía a todos los asistentes con su ritmo vibrante y la energía era casi palpable.Ambos lucían deslumbrantes; Valentina llevaba un elegante vestido negro que acentuaba su figura, mientras que Alessandro estaba impecable en un traje a medida. La pareja se desplazaba por la pista de baile con gracia, riendo y compartiendo miradas cómplices. La estaban pasando muy bien, y no paraban de reír y bromear. Las luces estroboscópicas del club nocturno parpadeaban al ritmo de la mús
Cuando finalmente llegó a su apartamento,Valentina encontró a su hermano sentado en el sofá.Antonio se levantó inmediatamente al ver el rostro angustiado de Valentina. — ¿Qué pasó? — preguntó.Valentina se derrumbó en el sofá y comenzó a contarle todo lo que había sucedido esa noche. Antonio escuchó con atención y ofreció su hombro como apoyo. Mientras se encontraba todavía conmocionada por los acontecimientos en el club nocturno. Su hermano Antonio, preocupado por ella, había decidido quedarse en su apartamento a pasar la noche.—No creo que sea prudente seguir en la ciudad. ¿Por qué no le hablas a Alessandro y le dices que saldrás lejos de Nápoles por un tiempo, mientras se calman las cosas?—No quiero dejarlo
La camioneta negra se internó en las oscuras callejuelas de Nápoles, llevándose consigo la luz de la vida de Alessandro. Mientras avanzaban hacia un destino desconocido, Valentina, con los ojos llenos de determinación y miedo, no dejaba de luchar. Cada pensamiento, cada suspiro, estaba dedicado a Alessandro y a la esperanza de que él vendría por ella.Alessandro por otro lado tuvo que volver a su casa ya que por mas que intentaron, no pudieron ubicar la camioneta. Ahora estaba en su casa de nuevo, organizando a todos sus hombres para que buscaran a valentina por cualquier lado.En ese momento, la puerta se abrió y un hombre de aspecto rudo pero leal, de mediana edad y cabello oscuro, entró. Era Enzo, el confidente más cercano de Alessandro y uno de los pocos en quienes realmente confiaba.— ¡Alessandro, acabo de enterarme! ¿Qué vamos
Alessandro y su equipo se acercaban sigilosamente. El sonido apagado de sus pasos se mezclaba con el susurro del viento, creando una sinfonía de peligro. A medida que se acercaban al almacén, Alessandro podía sentir la tensión en el aire, la presión de la venganza y la desesperación.Carlo, percibiendo algo, gritó órdenes a sus hombres. Los disparos comenzaron a resonar por todo el almacén y Valentina se agachó y trató de esconderse pero Carlo no lo permitió.Alessandro y Enzo avanzaron, cubriéndose entre ellos.— ¡Por aquí!— gritó Enzo, al ver una puerta parcialmente abierta.Entraron con cuidado, las sombras juga
Una vez fuera, se encontraron con un Nápoles aún más sombrío, como si la ciudad sintiera lo que ellos sentían en ese momento. Las calles parecían estrecharse mientras corrían hacia el vehículo que habían estacionado cerca.— ¡Rápido! ¡Al auto!— gritó Enzo mientras se abría camino a tiros.Finalmente, se metieron en el coche y aceleraron. Las luces de Nápoles se desvanecieron en la distancia mientras dejaban atrás el puerto y el almacén.En el coche, Alessandro, todavía sosteniendo a Valentina en sus brazos, la miró. — ¿Estás bien?— preguntó con voz temblorosa.—Sí, gracias a ti—, respondió ella, agarrándose a él.Enzo, conduciendo, miró por el ret
Alessandro no se limitó a las medidas externas; también buscó fortalecer el vínculo con Valentina desde dentro. En sus encuentros, le hablaba sobre sus planes y estrategias, compartiendo cada detalle que pudiera afectar su seguridad. Quería que ella estuviera al tanto y se sintiera involucrada en la protección de ambos.Valentina, aunque inicialmente reticente a la idea de vivir bajo la sombra de la seguridad, comenzó a comprender la seriedad de la amenaza. Se abrió a la idea de tener escoltas discretos, especialmente después de algunos incidentes menores que demostraron la persistencia de Carlo.Las noches se convirtieron en sesiones de planificación y estrategia. Alessandro y Valentina, a veces acompañados por Enzo, discutían las posibles amenazas y las contramedidas. Cada detalle se examinaba minuciosamente, y Alessandro se aseguraba de que Valentina se si