Valentina y Alessandro se abrazaron fuertemente, sellando su compromiso. Sabían que el camino que tenían por delante no sería fácil, pero ambos lo preferían a estar lejos el uno del otro.
—Te amo, cariño. No olvides eso, jamás—tomó su labios en un suave beso, que poco a poco fue profundizándose más. La mano de Alessandro bajó poco a poco hasta su cintura. Valentina quería olvidarse de todo en ese momento y sabía que él también. Necesitaba sentirlo, y podía ver que su pene se estaba poniendo duro en sus pantalones lo que la excitaba muchísimo. Un leve gemido escapó de su boca.
Valentina profundizó el beso, presionó sus labios más contra los de él y Alessandro sintió su mano desabrochar sus pantalones, poniendo su mano sobre la de ella rompiendo el beso.
Valentina quería salir un rato y divertirse. Alessandro que también quería olvidarse de tantas cosas en su mente al menor por unas horas, la invitó a un club nocturno al que solía ir y al que obviamente asistiría con todo su séquito de seguridad. Conocía al dueño, eran viejos amigos, aunque hacía meses que no hablaba con él. La música en el club nocturno envolvía a todos los asistentes con su ritmo vibrante y la energía era casi palpable.Ambos lucían deslumbrantes; Valentina llevaba un elegante vestido negro que acentuaba su figura, mientras que Alessandro estaba impecable en un traje a medida. La pareja se desplazaba por la pista de baile con gracia, riendo y compartiendo miradas cómplices. La estaban pasando muy bien, y no paraban de reír y bromear. Las luces estroboscópicas del club nocturno parpadeaban al ritmo de la mús
Cuando finalmente llegó a su apartamento,Valentina encontró a su hermano sentado en el sofá.Antonio se levantó inmediatamente al ver el rostro angustiado de Valentina. — ¿Qué pasó? — preguntó.Valentina se derrumbó en el sofá y comenzó a contarle todo lo que había sucedido esa noche. Antonio escuchó con atención y ofreció su hombro como apoyo. Mientras se encontraba todavía conmocionada por los acontecimientos en el club nocturno. Su hermano Antonio, preocupado por ella, había decidido quedarse en su apartamento a pasar la noche.—No creo que sea prudente seguir en la ciudad. ¿Por qué no le hablas a Alessandro y le dices que saldrás lejos de Nápoles por un tiempo, mientras se calman las cosas?—No quiero dejarlo
La camioneta negra se internó en las oscuras callejuelas de Nápoles, llevándose consigo la luz de la vida de Alessandro. Mientras avanzaban hacia un destino desconocido, Valentina, con los ojos llenos de determinación y miedo, no dejaba de luchar. Cada pensamiento, cada suspiro, estaba dedicado a Alessandro y a la esperanza de que él vendría por ella.Alessandro por otro lado tuvo que volver a su casa ya que por mas que intentaron, no pudieron ubicar la camioneta. Ahora estaba en su casa de nuevo, organizando a todos sus hombres para que buscaran a valentina por cualquier lado.En ese momento, la puerta se abrió y un hombre de aspecto rudo pero leal, de mediana edad y cabello oscuro, entró. Era Enzo, el confidente más cercano de Alessandro y uno de los pocos en quienes realmente confiaba.— ¡Alessandro, acabo de enterarme! ¿Qué vamos
Alessandro y su equipo se acercaban sigilosamente. El sonido apagado de sus pasos se mezclaba con el susurro del viento, creando una sinfonía de peligro. A medida que se acercaban al almacén, Alessandro podía sentir la tensión en el aire, la presión de la venganza y la desesperación.Carlo, percibiendo algo, gritó órdenes a sus hombres. Los disparos comenzaron a resonar por todo el almacén y Valentina se agachó y trató de esconderse pero Carlo no lo permitió.Alessandro y Enzo avanzaron, cubriéndose entre ellos.— ¡Por aquí!— gritó Enzo, al ver una puerta parcialmente abierta.Entraron con cuidado, las sombras juga
Una vez fuera, se encontraron con un Nápoles aún más sombrío, como si la ciudad sintiera lo que ellos sentían en ese momento. Las calles parecían estrecharse mientras corrían hacia el vehículo que habían estacionado cerca.— ¡Rápido! ¡Al auto!— gritó Enzo mientras se abría camino a tiros.Finalmente, se metieron en el coche y aceleraron. Las luces de Nápoles se desvanecieron en la distancia mientras dejaban atrás el puerto y el almacén.En el coche, Alessandro, todavía sosteniendo a Valentina en sus brazos, la miró. — ¿Estás bien?— preguntó con voz temblorosa.—Sí, gracias a ti—, respondió ella, agarrándose a él.Enzo, conduciendo, miró por el ret
Alessandro no se limitó a las medidas externas; también buscó fortalecer el vínculo con Valentina desde dentro. En sus encuentros, le hablaba sobre sus planes y estrategias, compartiendo cada detalle que pudiera afectar su seguridad. Quería que ella estuviera al tanto y se sintiera involucrada en la protección de ambos.Valentina, aunque inicialmente reticente a la idea de vivir bajo la sombra de la seguridad, comenzó a comprender la seriedad de la amenaza. Se abrió a la idea de tener escoltas discretos, especialmente después de algunos incidentes menores que demostraron la persistencia de Carlo.Las noches se convirtieron en sesiones de planificación y estrategia. Alessandro y Valentina, a veces acompañados por Enzo, discutían las posibles amenazas y las contramedidas. Cada detalle se examinaba minuciosamente, y Alessandro se aseguraba de que Valentina se si
Días después Valentina estaba más tranquila, porque su hermano había sido dado de alta. Alessandro no solo había puesto varios hombre para protegerla a ella, sino que también puso a varios hombres para la seguridad de Antonio. Y al llegar a casa de Alessandro para tener aquella conversación pendiente, se sorprendió cuando él se le adelantó y le dijo que después de lo que había pasado no podía perder un minuto dejando que Carlo siguiera tramando más cosas.—Haré lo que debo hacer para ponerte a salvo y mantener la paz.—Pero es peligroso—dijo ella asustada.—Es más peligro dejarlo creer que tiene el poder, amor. Hay que enfrentarlo y terminar con él.—Por favor, no más asesinatos.—Valentina, haré lo que tenga que hacer—di
Las calles de Nápoles eran un hervidero de actividad mientras las familias se preparaban para lo que parecía ser un enfrentamiento inevitable. Los negocios ilícitos que Carlo había tejido a través de la ciudad se habían entrelazado con la vida de tantos, y el poder que ejercía era palpable.Alessandro y Enzo, con un grupo de hombres leales, avanzaron hacia la casa de Carlo Romano. Las sombras bailaban en las paredes, reflejando la tensión que se acumulaba en el aire. El corazón de Alessandro latía con una mezcla de determinación y ansiedad; estaba decidido a poner fin a esto de una vez por todas.En el interior, en un despacho adornado con la pompa de un hombre que se consideraba a sí mismo intocable, Carlo Romano trazaba sus maquinaciones con una sonrisa maliciosa. No le temía a Alessandro; de hecho, anticipaba su llegada. Se sentía invulnerable, respaldado