8. UN HECHO INAUDITO.
Me despierto, por un enorme peso en mi barriga, miro y veo a Gabriel acostado a mi lado dormido, con su mano abrazándome. Huele a alcohol, está sin ropa. Me miro, y es cuando me doy cuenta, ¡que también estoy sin ropa! Un dolor en mi vientre, hace que me retuerza, me levanto, una mancha de sangre en la sábana, me deja sin habla. Le doy un fuerte golpe a Gabriel en su rostro, que hace que se siente en la cama asustado. Le grito llorando.— ¡¿Qué me hiciste Gabriel?! ¡¿Me violaste?! ¡¿Cómo pudiste hacerme eso?! ¡Te estoy ayudando! ¡Eres despreciable! —Grito aterrada por lo que ha sucedido, él me mira con la misma expresión que tengo y se defiende.—No, no Eve, no lo hice. ¡Fuiste tú, Evelin! —insiste él mientras se incorpora y trata de cubrirse, sin dejar de hablar, visiblemente asustado. —¡Yo no te toqué, Evelin, lo juro por Dios! ¡No lo hice! ¡No lo hice! Me mira directamente a los ojos, y puedo ver la sinceridad en su mirada. Pero mi confusión y miedo son mayores, ya que no tengo i
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