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Todos los capítulos de BEBÉ POR ENCARGO: Capítulo 1 - Capítulo 10
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CAPÍTULO 1. Un año para perderlo todo
—¡No sé de qué demonios te ríes, Nate! —espetó el viejo Rufus, cada vez con más molestia—. ¿Te parece que da risa todo lo que te estoy diciendo? ¡¿Te parece que da risa que todos nuestros amigos y conocidos, e incluso los asociados que tenemos en la compañía, crean que el mayor de mis hijos es gay?! Nate puso los ojos en blanco y suspiró con frustración. —Pues sí me da risa porque ninguna de esa gente me conoce lo suficiente como para decir nada sobre mí. —¡Pues no importa que no te conozcan, Nate! ¡Esa gente también tiene ojos y están viendo lo mismo que yo veo! ¡No tienes novia conocida! ¡Solo te pones trajecitos y corbatitas, solo andas en autos deportivos...! ¿Cuándo fue la última vez que tuviste un rifle de caza en las manos? ¿¡Eh!? ¡Contéstame! ¡Así no fue como yo te crie! Nate bajó de un tirón el vaso de whisky que tenía en la mano y lo empujó hacia su hermano Matthew al otro lado de la barra. —¡Ay, papá, por favor! Uso traje y corbata porque trabajo en Nueva York. Tenemos
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CAPÍTULO 2. Una mujer desesperada
Nate se quedó mirándola durante un largo segundo. La mujer frente a él era joven y muy hermosa, aunque si era honesto, no acababa de determinar si aquel aspecto descuidado se debía al accidente que acababan de tener o era algo más permanente.De cualquier manera, no era el tipo de mujer despampanante y sofisticada que solía atraerlo en el pasado, así que aquel tirón espontáneo contra su bragueta lo hizo reaccionar con molestia.—¡Te hice una pregunta! —demandó furioso—. ¡Así que más te vale darme una explicación convincente!Blair lo miró asustada mientras gruesas lágrimas corrían por sus mejillas. Lo había sabido en el último segundo mientras el carro la impactaba, había sabido que aunque tenía los días contados, no quería desperdiciarlos, solo quería estar con su hija todo el tiempo que pudiera.—Lo lamento... De verdad lo lamento, señor, no fue mi intención... Yo no... Ni siquiera venía viendo por donde caminaba...—¡Si hay algo que odio es que me hagan pasar por estúpido! —espetó
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CAPÍTULO 3. Una propuesta imposible de rechazar
Si aquel Ferrari rojo la hubiera impactado en pleno pecho en ese momento, probablemente Blair hubiera lucido mucho mejor. Nate observó cada detalle de su reacción, pero todo lo que podía ver en la cara de la muchacha era miedo y confusión mientras ella le devolvía una mirada de absoluta incredulidad.—¿Qué está diciendo…? —balbuceó ahogándose con sus propias palabras—. Que tenga… que tenga un… para usted…?—La explicación es bastante simple…—¡Más le vale! ¿Cómo es eso de que tenga un bebé para usted? ¿Qué le parezco, útero móvil o qué? ¿Usted está drogado?... —exclamó la muchacha espantada—. ¡Oh Dios, perdón…! ¡Estoy tan nerviosa…! ¡Lo siento…!Nate se pasó la mano por el cabello, alisándolo y tratando de pensar muy bien cómo iba a decirle aquello.—Eres una mujer inteligente, debe saber lo que son los vientres subrogados, ¿verdad?Blair pestañeó despacio, encajando el concepto.—Pues sí, pero...—Algo como eso es lo que necesito. Una mujer que acepte tener un hijo para mí. Tú ya tie
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CAPÍTULO 4. Una madre desnaturalizada
—¡Por favor dígame que puedo conseguir algún tipo de ayuda para ellas! ¡Por favor…!Blair estaba a punto de ponerse de rodillas delante de aquella mujer. Se había presentado en aquel centro de ayuda casi al amanecer, porque necesitaba agotar todas sus posibilidades… pero la respuesta había sido tajante:—Lo siento, señora Sagal, pero la única ayuda para la que aplica su madre por su edad es para el internamiento en una residencia, y allí no podría tener a la niña —sentenció la trabajadora social—. De hecho… en el momento que usted falte, Servicios Sociales se verá involucrado y evaluarán la capacidad de su madre para cuidar de la menor. A falta de otro adulto responsable, el Estado se quedará a cargo de ella.—¿El estado? Quiere decir… ¿En un orfanato?La trabajadora social asintió con tristeza, pero no podía mentirle.—Así es. Lo lamento, señora Sagal, pero no creo que su madre sea considerada apta para cuidar de su hija. La menor será llevada a un orfanato y con suerte, será una buen
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CAPÍTULO 5. Un contrato doloroso
El contrato parecía simple, pero estaba lleno de palabras que pesaban demasiado en el corazón de Blair. Estaba sentada a un lado de aquella mesa de juntas y Nate estaba sentado del otro lado. Y entre ellos se ubicaban dos testigos: El señor Müller, abogado de confianza y Ranger.—Las cláusulas son muy sencillas —expresó el abogado—. Ambas partes cooperarán para conseguir un embarazo exitoso y luego el señor Vanderwood se quedará con la custodia no solo de su hijo biológico, sino también de la hija mayor de la señora Sagal.El abogado los miró a los dos y cada uno asintió a modo de confirmación antes de que él siguiera.—Durante todo el proceso y para facilitar el mismo, la señora Sagal deberá mudarse a la residencia del señor Vanderwood, donde se dedicará únicamente y por entero a la tarea especificada en el contrato, es decir: a darle un hijo; para lo cual el Señor Vanderwood proveerá las comodidades que la señora Sagal pueda necesitar. ¿Alguna duda hasta aquí?Nate y Blair se miraro
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CAPÍTULO 6. El peso de una decisión
“Si estás decidida, puedes comenzar a intentarlo a partir de mañana”.Las palabras de la doctora resonaban en la cabeza de Blair mientras intentaba tragarse aquel nerviosismo y caminaba hacia la pequeña heladería donde estaba Ranger con su bebé.—¿Todo bien, señora Sagal? —preguntó él al ver que traía la mirada un poco perdida.—Sí... Sí, claro. Pero por favor, no me digas señora Sagal, mi nombre es Blair.—Está bien, Blair, ¿quieres que ya las lleve a casa?Ella lo pensó por un momento y luego negó con la cabeza.—No, de hecho me gustaría visitar a mi madre. ¿Te molestaría dejarnos allá para pasar con ella la tarde? —le preguntó y Ranger esbozó una sonrisa amable.—Para nada, será un placer.Pocos minutos después llegaron a la pequeña casa en las afueras de la ciudad, y Blair sacó a su hija de la camioneta, avisándole que lo llamaría cuando estuviera lista para regresar a la mansión Vanderwood.Pero en lugar de irse, Ranger dio una estratégica vuelta a la manzana y se apostó una call
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CAPÍTULO 7. Un desastre inesperado
Aquello era un negocio, solo un negocio, y Nate estaba más que consciente de esto, sin embargo había un componente allí que ni podía fingirse, ni comprarse, ni solucionarse; un componente que tenía que darse de forma natural al menos para él y ese era el deseo.Quizás ella pudiera simplemente abrirse de piernas y soportarlo, pero para él definitivamente tenía que haber al menos una mínima chispa o de lo contrario aquel guerrero sería guerrero muerto sin haber empezado la batalla.Y por más sentimientos contradictorios que eso le provocara, el deseo por aquella mujer no era precisamente un problema. Lo había sabido desde el primer momento en que la había visto llorosa y despeinada en aquella clínica. Había sabido que había chispa y atracción, que era “follable, besable y devorable”, y que podía hacérselo en posiciones que no se habían visto ni en el Kama Sutra.Blair tenía la piel suave y caliente, curvas delicadas y una forma de tener siempre los labios abiertos que le ponía la sangre
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CAPÍTULO 8. Una decisión difícil
El problema era que en aquel momento Nate no tenía tiempo para definir qué era aquello: si posesividad, sentido de pertenencia o instinto protector. Simplemente ver a aquel tipo tocando a Blair lo había sacado de sus casillas.Sentía la frente de la muchacha apoyada en su espalda y la forma inquieta en que sus puños se cerraban sobre la piel de su cazadora, y solo echó un brazo hacia atrás tocando su espalda con un gesto de seguridad.—¡Que ni se te ocurra volver a tocarla! —amenazó al periodista—. ¡Las preguntas son para mí y yo te las responderé cuando lo considere!—Pero ella, ¿quién es...?—¡¿A ti qué te importa?! ¡Puede ser mi mujer o mi chica del café, y aun así tampoco te importaría! —gruñó molesto.La policía trató de alejar a los periodistas tanto como era posible, pero la verdad ese era el menor de los problemas, porque a pesar de las protestas, Nate se mantuvo firme en su decisión.—Quizás si intentáramos levantar los camiones con una grúa —propuso uno de los policías.Pero
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CAPÍTULO 9. Un momento que no puede evitarse
Ni uno solo de los teléfonos que había en su oficina, ni una sola de las extensiones dejaban de sonar y Nate quería que la tierra se abriera bajo sus pies y se lo tragara.Aquel probablemente se convertiría en el peor día en la historia de la compañía familiar, sin embargo, cuando su asistente entró en medio de aquel caos, la mujer solo se encogió de hombros con una sonrisa.—Maggie, ¿ya te volviste loca o ya tienes trabajo en otra empresa? —le preguntó Ranger viéndola tan contenta.—¡Es que son buenas llamadas! —exclamó la asistente—. Estamos recibiendo decenas de solicitudes para entrevistas en radio y televisión, pero además no han parado de llamar nuevos inversores para la compañía.—¡¿En serio?! —Nate se echó adelante en el asiento con una expresión de incredulidad.—Así es, yo no sé mucho sobre estas cosas pero creo que deberían revisar las finanzas esas o algo así.Ranger le hizo un gesto apresurándolo y Nate de inmediato se metió en la bolsa de valores para ver qué estaba pasa
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CAPÍTULO 10. Un enemigo adentro
La cama era demasiado blanda, la almohada era demasiado esponjosa, el suelo era demasiado duro y él no dormía ahí. En la bañadera no podía dormir porque estaba mojada; en las alfombras dormían los perros, y de pie tampoco se dormía. Así que para ser claros, Nate no logró dormir esa noche, y ni el mejor psicólogo del mundo le hubiera podido sacar el por qué. Su cuerpo estaba completamente exhausto después de aquel clímax, y aun así su cerebro estaba trabajando a toda marcha, como un extraño tocadiscos roto que solo repitiera el mismo fragmento: “Esto es un negocio”.No tenía idea de que en aquel mismo momento el vídeo que lo había salvado de la crisis también estaba teniendo su dosis de malas interpretaciones, junto a decenas de interrogantes: Todas relacionadas con quién era la mujer a la que Nate Vanderwood le daba explicaciones de sus actos, qué tenían que ver el uno con el otro y si eran una de esas parejas que escondían de la prensa su relación.Al día siguiente, y con más café en
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