CASA DE PAMELA. —Pamela, deja de dar vueltas que me tienes mareado, desde que estoy aquí no has dejado de hablar del turco. —Es que estoy furiosa, que se ha creído ese turco, ya está, ya se me fue el encanto, ya me olvidé de su mirada tan desafiante, del color de sus ojos, de su sonrisa tan seductora, pero a la vez tan dulce, de su cuerpo tan imponente. —Caramba, pero para irse el encanto lo recuerdas muy bien. —Frank es que me molesta que venga con sus aires de otro mundo, con su flota de autos, con su elegante chófer, a decirme que él se quiere casar conmigo, no te lo voy a negar, al principio me impresionó, es un hombre hermoso, muy elegante, pero hasta allí. ¿Qué te parece?, con su cara bien lavada me dice que vino a conquistarme, ¿qué es lo que se cree?, que por el hecho de tener dinero me voy a olvidar que quiso comprarme. —Pamela, ya mujer es hora que te calmes, no lo veas más y con eso das terminado el asunto.. —Es que no lo pienso ver,
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