Todos los capítulos de La Babysitter de la hija del CEO : Capítulo 1 - Capítulo 10
57 chapters
Un aniversario de bodas, trágico
Cuando Nolan recibió aquella noticia, su corazón dio un salto al vacío. No podía creer lo que aquella mujer al otro lado del auricular, le decía:—Debe ser una broma Vanessa. Si fue Aurora quien te pidió que me dijeras eso, no me parece nada gracioso, es de muy mal gusto a decir verdad —la voz comenzaba a temblarle.—Sr O'Brien, no es un juego, su esposa acaba de ingresar sin señales de vida a nuestra clínica y su hija aunque está con vida, la tienen en observación.Para Nolan esa noticia excedía el límite de lo irreal. Minutos atrás había conversado con Aurora ¿Cómo ahora ella iba a estar muerta? Aún tiene en su cerebro grabadas aquellas palabras y su voz.—Amor, voy rumbo a casa, no te preocupes estaré allí antes de la cena. Llevo vino para celebrar nuestro aniversario. Te amo.A diferencia de otras tantas veces, Nolan olvidó responderle “También te amo” Esa frase se repite constantemente en su cabeza, mientras conduce a toda velocidad hacia la clínica donde él mismo trabaja
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¿Quién tuvo la culpa?
—Suba al auto, la llevaré a su casa.—No es necesario, falta poco… —Nolan la sujeta del antebrazo y la jala hacia el auto, ella iba a reaccionar golpeándolo, mas se detiene al ver a Samantha, quien la saluda emocionada desde el asiento de atrás. —¡Violeta! —agita sus manitas. —Suba —le ordena. Ella abre la puerta y entra al auto. —¿Es ella? —pregunta la hermosa mujer que va sentada en el asiento del copiloto y quien observa de arriba abajo a Violeta.—Sí, tía, ella es Violeta. —responde la niña. Esther se acomoda en el asiento y mira a Nolan, mientras él conduce. Esther, es la hermana mayor de Aurora y siempre había estado al lado de ella y su cuñado. Esa noche debían reunirse para celebrar el aniversario de la pareja y ahora debían prepararse para el funeral de su hermana. —Aún no puedo creer que esto esté pasando Nolan —coloca la mano sobre su hombro. Él voltea verla.—Por favor, no hables de eso —dice, mirándola de reojo para que guarde silencio delante de su hija.—L
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Verdad a medias
Las manos de Violeta sudaban, nunca se sintió tan acorralada como en aquel momento; no desde hace cinco años atrás cuando estuvo a punto se ser ultrajada por su tío Bob. Pasa ambas manos por sus piernas, mientras piensa la respuesta que debe darle a Nolan.—Todo fue muy rápido, realmente yo estaba cruzando la avenida cuando escuché el frenazo y el golpe del auto estrellándose contra el a coche de su esposa. —¿Un auto dices? —pregunta con asombro.—Sí, el auto de atrás chocó a su esposa y el carro se fue directo hacia la barda. Cuando corrí hacia ella, el conductor huyó. Me acerqué traté de ayudarla —la voz de Violeta es cada vez más temblorosa y baja— Yo quise ayudarla, pero ella no contestó, fue cuando oí que la niña lloraba y desesperada traté de sacarla del auto. —termina respondiendo entre sollozos, con lágrima en los ojos.Nolan se cubre el rostro y golpea con el puño una y otra vez el escritorio.—¡Maldita sea! No puede ser. Ella no puede estar muerta, ella no. —llora desc
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¿Babysitter?
Minutos después llegó el médico de la familia. Camelia lo recibió y lo acompañó hasta la habitación de la pequeña. Violeta estaba recostada de la pared mientras Nolan cuidaba de la pequeña, quien estaba temblando de frío.—George, por fin llegas. —se puso de pie, el hombre de unos cincuenta años, cabello platinado y sonrisa afable se acercó y estrechó su mano. —Vine lo antes que pude Nolan, lamento todo lo que estás pasando. —Gracias, George. —se abrió paso para que el médico pudiera revisar a la pequeña.El médico se quitó el estetoscopio y llevó a Nolan a un lado de la habitación.—Nolan, la niña físicamente está bien. Pero… su fiebre es emocional. —No me digas que tiene, dame soluciones. ¿Qué debo hacer? La niña miró a Violeta y extendió sus manos. Violeta se acercó, se sentó en la cama y abrazó a la niña. Tanto Nolan como Griffing observaron la emotiva escena.—¿Quién es ella? —preguntó. —Es la chica que la sacó del auto. —Creo que por ahora ella es la solución. La
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Una dura realidad
Nolan entró a la funeraria, hasta ahora no había enfrentando aquella terrible realidad. La mujer de su vida, ya no sería la luz de su amanecer. Al verlo, Esther se acercó a él, aunque parecía estar tranquila, rompió en llanto cuando vio a su cuñado entrar a la capilla funeraria. Se lanzó entre sus brazos y él tuvo que tratar en seco para no romperse. Esa fortaleza apenas le duró algunos segundos, al acercarse al ataúd y ver el rostro pálido de su amada Aurora, detrás del frío cristal que la cubría, las lágrimas y un grito de dolor, provocó la tristeza en el resto de personas que estaban reunidas para dar esa despedida a la hermosa mujer. —¡Nooo! —su rostro reposó sobre el frío cristal mientras abrazaba el ataúd como si fuese el cuerpo de su esposa. —Cálmate Nolan —dijo Esther acariciando la espalda de él. Algunos colegas de la clínica también intentaron consolarlo y darle fuerzas, en especial Dailen Warren, la psicóloga más prestigiosa de Health & Life. —Vamos Nolan, es en estos mo
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¡Niña malcriada!
Luego del entierro de Aurora, Nolan se sentía devastado, el sentimiento de orfandad y soledad en su corazón parecía crecer segundo a segundo. Los recuerdos como dardos agujereaban su pecho causando el más intenso dolor. Aunque quería fingirse fuerte frente a su pequeña hija, detrás de la puerta de su habitación, se deshacía en pedazos. Esa noche no lograba conciliar el sueño, el rostro pálido y gélido en el ataúd lo perseguían.—Aurora, mi amor ¿Por qué, por qué tuviste que irte y dejarme solo? —repite una y otra vez, esperando una respuesta que nunca llegará.Como un flash back, recuerda el momento en que le pidió casarse, al comienzo Aurora no tenía muchas intenciones de hacerlo, para ella el amor no debía estar sujeto a leyes, ni ataduras que no fueran las de sus sentimientos. —¿Aceptas casarte conmigo? —preguntó él, mostrando el hermoso anillo de brillantes y colocándolo en su dedo anular. Ella contempló la costosa joya puesta en su dedo.—Nolan, mi amor —lo abrazó con fuer
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Un dolor que no cesa
Tocaron a la puerta, Violeta aún se sentía incómoda con aquella situación, su corazón se aceleró pensando que debía ser él quien estaba al otro lado de la habitación.—Un momento, por favor —dijo intentando ser serena en su respuesta y no mostrarse agitada. Abrió lentamente y la sonrisa de Camelia, le devolvió el alma al cuerpo.—¿Me permites entrar? —preguntó y le enseñó las bolsas que traía en ambas manos, Violeta asintió, abrió la puerta lo suficiente para que la empleada entrara con comodidad.— Te traje esto. —dijo, colocando sobre la cómoda ambas bolsas.—¿Pero, y esto qué es? —reaccionó con asombro. —Esto lo mandó a preparar el Sr Nolan; dice que andas descalza y con la misma ropa del día del accidente. Es ropa que escogí del guardarropas de mi Sra Aurora —volvió a persignarse— que Dios la tenga en la gloria y que creo te quedará bien. Violeta tomó la primera de las bolsas y vació el contenido sobre la cama. Revisó una a una las prendas, mientras le decía a Camelia que no
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La hiel de la venganza
Después de aquel altercado con Esther, Violeta le pidió a Camelia llevarse las cosas de Aurora de su habitación, hasta ahora sólo le había traído problemas aquella decisión.—Violeta, la Sra Esther siempre ha sido una mujer arrogante e impositiva. Ella no quiere ver a ninguna mujer cerca del Sr Nolan, por eso actuó de esa manera, se cree con derechos en esta casa y en el mismo jefe. —No me importa ella y lo que desee con el Sr Nolan, los dos están bien grandecitos como para saber lo que quieren. Pero no pienso dejar que me humillen sólo por tomar cosas que no son mías.—Está bien, Violeta. Tomaré las cosas de la Sra Aurora y las regresaré a su habitación. —la mujer tomó las bolsas y la bata de seda que colgaba en el perchero de pie dorado, situado en la esquina de la habitación. —No, ese no. —respondió Violeta y la empleada la miró sin comprender lo que decía —No entiendo, esto también es de mi Sra Aurora. ¿Por qué no quieres que me lo lleve?—Es que… —hizo una pausa breve— y
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¿Víctima o victimario?
—¿Cómo se te ocurre ofender a Esther y decirle que no tiene ya nada que hacer en mi casa? —pregunta con evidente enojo y resaltando las dos últimas palabras.—Sr O’Brien déjeme explicarle, eso no ocurrió de esa manera —Violeta finalmente reacciona a su ataque.—¿Dices entonces, que Esther miente? —la estruja con fuerza y ella busca zafarse de él, exigiéndole que la suelte.—¡Suélteme ahora mismo! —él la mira sorprendido por su actitud firme y destemida. La libera de su fuerte agarre. Violeta lo mira con frialdad y profundo rencor. —No vuelva a tocarme Sr O’Brien. Puede creerle a su cuñada si eso desea pero no pienso permitir que me ofendan o me agreda tanto usted como ella, cada vez que se les antoje. —frota uno de sus brazos donde yace la marca rojiza de los dedos de Nolan.—Tú tienes la culpa, te pregunto y no respondes, logras sacarme de mis casillas con tu actitud rebelde. —¿Mi culpa? —pregunta con estupor— ¿Sabe qué?... ahora mismo me voy de esta casa. —espetó.—No puedes
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Ardiendo de deseo 🔥
Violeta no para de pensar en Nolan, en el peso de su cuerpo sobre el suyo, en su respiración y su aliento, en la idea de sentir sus labios y en cómo su cuerpo reaccionaba frente a él. Todo aquello era nuevo para ella, aunque buscaba enfocarse en otras cosas, todo parecía llevarla a ese momento junto a él, en la habitación. A ratos vuelve a la realidad, cuando la pequeña Samantha le pide que lea un cuento para ella y la chica la complace. Violeta era excelente en el oficio de ser una experta cuentacuentos, no sólo leía la historia sino que la interpretaba y la niña se sentía tan envuelta en su magia que terminaba creyendo que eran historias reales. Antes de que aquel accidente cambiara su dinámica de vida, Violeta acababa de cumplir con su cuarto semestre de literatura en la universidad; pero al perder su empleo anterior como ayudante de cocina, lo cual era su segunda pasión, tuvo que perder su quinto semestre. Por eso ansiaba aquel empleo en el restaurante, no sólo ganar
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