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Todos los capítulos de La Babysitter de la hija del CEO : Capítulo 11 - Capítulo 20
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¿Deseo o amor? He allí el dilema...
Cuando sus labios estaban por juntarse, las voces alteradas que se escuchaban desde la sala, interrumpieron aquel momento que empezaba a hacerse muy comprometedor para ambos. —¿Dónde está Nolan? —preguntaba en voz alta y ansiosa, Esther.—El Sr Nolan está ocupado en la biblioteca. Tiene que calmarse —dijo Camelia, luego de intentar sostenerla por el brazo, a lo que Esther reaccionó quitando su mano con repulsión.—No me toques sirvienta —espetó. Su rostro cambió al ver a Nolan parado frente a ella y a unos metros detrás a la chica. Se arrojó a los brazos de su cuñado, llorando y desesperada. —¿Qué te ocurre, Esther? ¿Por qué estás de esa manera? —preguntó Nolan, sorprendido con el comportamiento de su cuñada.Violeta subió las escaleras rápidamente, aquella escena la incomodaba. Camelia también se retiró y dejó a Nolan junto a su cuñada.—Lo siento Sr Nolan, no pude detenerla. —No se preocupe, Camelia. Yo me encargo. Puede retirarse. Esther lloraba copiosamente sobre el
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Esther pone su plan en marcha
Nolan se deja llevar por sus instintos, besa aquellos labios ansiosos y apasionados, mientras ella le acaricia su sexo con habilidad sorprendente y bisbisea su nombre…—¡Nolan! —aquella voz, él la reconoce a la perfección. —¿Esther, que rayos haces? —dice separando su cuerpo del de ella. —No me rechaces por favor, no. —Nolan la hace girar hacia el otro lado para quitársela de encima, luego se levanta de la cama ansioso y enciende la luz.—¿Qué es esto, Esther? —se lleva las manos a la cabeza aturdido por los tragos y lo que está pasando en ese preciso instante.— ¿Por qué estás vestida de esa manera? —pregunta con estupor. Ella se incorpora y comienza a quitarse el mandil, dejando descubierto no sólo sus hombros, sino el escote de encaje que deja ver sus senos turgentes. Él esquiva la mirada, no puede negar la belleza de su cuñada, pero verla vestida con la ropa de Aurora, le parece un tanto bizarro.—¿Por qué no me miras, Nolan? —lo incita ella.—Basta Esther, esto no puede
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¡Vete, vete de mi casa!
—¡Oh! —exclamó Nolan al ver a Violeta sentada en su sillón, ella sacó rápidamente la mano debajo de su falda y lo miró por el rabillo del ojo. —Lo siento, lo siento. —dijo, mientras se levantaba del sillón. Me entretuve leyendo. —¿Qué hace aquí y dónde está mi hija? —ella lo observó con estupor. —¿La niña? —preguntó aún aturdida por las sensaciones que envolvía su cuerpo. Nolan se aproximó a ella arrebatando el libro que Violeta sostenía en la mano.—¿Qué rayos le pasa? ¿Le estoy preguntando por Samantha? ¿Acaso no está contratada para cuidar de ella? —la mirada de Nolan era nuevamente fría. —Su cuñada, la Sra Esther dijo que usted estaba al tanto que llevaría a la niña de paseo. —¿Qué Esther qué? —el tono de voz de Nolan se hizo más fuerte y su rostro se enrojeció de pura ira. —Violeta, usted es la única responsable de mi hija. Si Esther salió con ella, usted debía ir. —espetó.—Pero ella… —no terminó de responder cuando él la interrumpió.—Pero nada. ¿Por qué no me av
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¡Mujeres y rivales!
El móvil de Nolan sonó repentinamente:—Nolan, tienes que venir ahora mismo a la mansión. La niña está muy nerviosa.—¿Qué le ocurre a Sami? —preguntó con voz trémula.—No tengo idea, pero la niñera tuvo la culpa. —¿Violeta?...—Sí, ella. Entró a la habitación y cuando escuché los gritos de Sami vine de inmediato porque la niña estaba gritando llena de miedo.—Ya salgo para allá, Esther.Nolan salió de la oficina y se topó con Dailen, quien esperaba por él para ir a almorzar. —¡Estoy lista! —Sonrió la exuberante morena.—Lo siento, Dai. Tengo que ir a casa, Samantha no está bien. —dijo con evidente preocupación.—¿Quieres que te acompañe? —se ofreció con gentileza y Nolan pensó en que sería buena idea, a fin de cuentas era psicóloga. —¡Sí, sí! Creo que puedes ayudarme con mi hija, vamos. Ambos salieron de la clínica, subieron al auto de Nolan. Durante el trayecto, ella le preguntó algunas cosas sobre el comportamiento de la niña, la mayoría de las cuales él no alcanzó
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Rescindiendo del amor
—Siéntese por favor —Nolan rompió, el incómodo silencio.— Quiero que me diga que pasó entre usted y mi hija.—No lo sé, desde que la niña llegó del paseo estaba un poco arisca, yo quise acercarme a ella y no dejó que la tocara, cuando tomé el peluche para decirle que me lo llevaría, Samantha reaccionó desesperada… yo le juro que no hice nada —Violeta une ambas manos palma con palma y mirada suplicante.—¡No puedo creer que mi hija le trate mal sin un motivo claro! Samantha es una niña dulce ¿por qué querría rechazarla? Usted debió hacer algo que le provocó esa reacción, Violeta… —hizo una pausa y luego agregó— creo que lo mejor para todos es que usted se vaya. No puede seguir trabajando en esta casa.Violeta sintió que el mundo le caía a pedazos, encima. Aún así no quiso discutir la decisión que Nolan ya había tomado con anticipación ¿para qué discutir o defenderse, cuando aquel hombre era impositivo y déspota?—Está bien Sr O’Brien. Se hará como usted dice. —respondió parcamente
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Demasiado tarde...
Camelia regresó minutos después para informarle a Violeta que ya había pedido el taxi.—Violeta ya el taxi está… —guardó silencio al ver la figura de la otra mujer cerca.— Sra Esther —saludó.—Camelia lleva mi equipaje a la habitación —le ordenó a la empleada.—Sí Sra Esther. —Antes de obedecer a la pelirrubia, la mujer fue hasta donde estaba Violeta, se acercó y le dio un beso en la mejilla, mientras ponía en su mano un dinero para el pago del uber— Cuídate mucho Violeta. —¡Uyy cuanto drama! —rezongó con sarcasmo la rubia, dejando escapar una carcajada. Violeta caminó hacia la entrada, el taxi se detuvo y ella embarcó. Nolan quien venía bajando las escaleras a toda prisa para detenerla, se topó con su cuñada. —¿A dónde vas querido? ¿Viniste a recibirme? —dijo con emoción. Nolan no le respondió, sino que fue hasta la puerta; abrió con afán, necesitaba evitar que la niñera se fuera; pero ya era tarde, el auto se puso en marcha en ese preciso instante; él silbó para detenerl
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La fuerza del amor
Nolan llegó a la mansión con la pequeña Samantha, la actitud de la niña era mucho más relajada y risueña; por lo visto la conversación con Dailen, había sido beneficiosa y positiva para la ella. —¿Te agradó Dailen? —le preguntó Nolan.—Sí, es bonita y buena, me regaló una paleta de caramelo. —Nolan sonríe con la ocurrencia de su niña. —Me alegra mucho. —la levanta entre sus brazos.— Ahora vamos a ti habitación para que descanses un poco y luego cenes con papá.—¿Papito… Violeta, regresa hoy? —Nolan se emocionó ante la pregunta de su nena.—¿Quieres que ella regrese? —la pequeña asintió.— Sí, es posible que regrese hoy o mañana muy temprano. Pensé que no querías verla. —Sí quiero, sólo que tenía miedo de que ella se quede contigo… La voz de Esther petrifica a la pequeña, quien se queda callada y no termina de culminar la frase.—Por fin regresaron. ¿A dónde llevaste a mi Sami? —se acerca y toma a la niña, en brazos. —No tengo que darte explicaciones ¿o sí? —en el tono de
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Primera vez
Nolan, sintió las gotas de lluvia cayendo sobre su rostro, se cubrió con una de sus manos. Ella caminó apresuradamente y bajó la pequeña escalera de madera, corrió hasta la entrada y abrió la puerta. —Sr O’Brien, ¿qué hace usted aquí? —preguntó ella, haciendo un espacio para que él pudiera entrar y guarecerse de la lluvia.—Vine a buscarte y a pedirte que regreses a la mansión. —él se limpia el rostro con sus manos. Contempla el rostro perfecto y delicado de Violeta, su larga cabellera cayendo como castadas sobre sus pechos redondos. La bata de algodón un tanto desgastada, deja entrever el color de su piel. Violeta se cubre con su antebrazo para ocultar la turgencia d sus pezones al contacto con el frío de la noche.—¿Quiere pasar? —pregunta ella, aún sin creer que Nolan haya dado con su paradero y esté allí para pedirle que vuelva. —Sí, creo. Ella entra, él va detrás de ella. Violeta le muestra la escalera y él sube, ahora es ella quien lo sigue. Nolan espera en el pasillo
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Palabras que hieren
Luego de aquel momento tan especial para Violeta, Nolan le pide que regrese a la mansión. Si algo desea ella es estar junto a él, pero algunas dudas revolotean en su cabeza. ¿Qué pasará ahora entre ellos que acaban de hacer el amor? ¿Qué papel tendrá ella en la vida de Nolan O’Brien? ¿Cómo quedaba lo de su contrato de babysitter? Los golpes en la puerta de la habitación, sacan a la pareja de su estado de alienación mental. —¡Violeta! ¿Estás allí? —pregunta con voz aguda Saireh la dueña de la pensión. —Sí, sí. Aguarde un momento —responde la chica, mientras me pude a Nolan que se oculte en el baño. Se arregla el camisón y abre a medias la puerta, asomando apenas la cabeza.—¿Con quién estás allí? —el tono de voz demuestra la hostilidad de la mujer sesentona y de aspecto rígido.—Sola —contesta un tanto nerviosa.—No me vengas con mentiras, Violeta. Afuera hay un auto parado y vi a un hombre entrando a la pensión. Si no está en tu habitación debe estar en la de al lado. —No e
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Un cabo suelto
Cuando Camelia despertó esa madrugada, se sorprendió de ver la lámpara de la habitación contigua, encendida. Abrió y por poco no le da un infarto, al ver la silueta de la mujer tendida en la cama.—¡Santo Dios! —exclamó y Violeta despertó aturdida aún.— Eres tu, Violeta ¿Cuándo llegaste? Violeta se frotó los ojos y dejó escapar un bostezo, llevaba un par de horas que apenas concilió el sueño. —Buenos días, Camelia. ¿Qué hora es? —Es temprano aún, apenas van a ser las cinco de la mañana. Pero ya sabes que me gusta adelantar todo lo que me toca hacer con tiempo y sin apuros. ¿Dime cuándo llegaste y por qué estás durmiendo aquí? —preguntó, mientras se sentaba al lado de la pelicastaña.—El Sr O’Brien fue a buscarme a noche. Me pidió que regresara, cuando fui a la habitación estaba cerrada con llave y por lo tarde que era, él me pidió que durmiera aquí.—Que alegría que hayas vuelto ¿eh? Aunque por poco me matas de un infarto cuando vi la luz encendida y alguien durmiendo en esta
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