¡Vete, vete de mi casa!

—¡Oh! —exclamó Nolan al ver a Violeta sentada en su sillón, ella sacó rápidamente la mano debajo de su falda y lo miró por el rabillo del ojo.

—Lo siento, lo siento. —dijo, mientras se levantaba del sillón. Me entretuve leyendo.

—¿Qué hace aquí y dónde está mi hija? —ella lo observó con estupor.

—¿La niña? —preguntó aún aturdida por las sensaciones que envolvía su cuerpo. Nolan se aproximó a ella arrebatando el libro que Violeta sostenía en la mano.

—¿Qué rayos le pasa? ¿Le estoy preguntando por Samantha? ¿Acaso no está contratada para cuidar de ella? —la mirada de Nolan era nuevamente fría.

—Su cuñada, la Sra Esther dijo que usted estaba al tanto que llevaría a la niña de paseo.

—¿Qué Esther qué? —el tono de voz de Nolan se hizo más fuerte y su rostro se enrojeció de pura ira.

—Violeta, usted es la única responsable de mi hija. Si Esther salió con ella, usted debía ir. —espetó.

—Pero ella… —no terminó de responder cuando él la interrumpió.

—Pero nada. ¿Por qué no me av
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