—Creo que te llevaré a la clínica y regresaré a casa para leer lo que está aquí dentro. —¿Seguro que no prefieres que te acompañe? —No, Dai. Tienes tus compromisos, no puedo interferir en tu trabajo.—Sabes que siempre estaré para ti, Nolan. —responde en un tono cálido y sublime.—Eso lo sé, Dai. Tal vez no he sido lo más comprensivo o agradecido contigo, pero eres la única mujer que hasta ahora ha sabido escucharme. —Será porque soy psicóloga —bromea ella.—¡No! Eres realmente una muy buena ami… —ella coloca su dedo índice en los labios del pelirrubio.—No continúes Nolan. Eso que piensas decir, me duele. —exhala un suspiro y besa sus labios— Yo me iré en un taxi, no te preocupes. Cualquier cosa ya sabes donde encontrarme. Dailen sale de la mansión y Nolan se queda un tanto confundido. Ella era una mujer con todos los atributos que un hombre desea, inteligencia, belleza, sensualidad y complaciente. Mas, él no podía amarla, su corazón ya tenía dueña. Mientras, Nolan va h
Cuando Nolan recibió aquella noticia, su corazón dio un salto al vacío. No podía creer lo que aquella mujer al otro lado del auricular, le decía:—Debe ser una broma Vanessa. Si fue Aurora quien te pidió que me dijeras eso, no me parece nada gracioso, es de muy mal gusto a decir verdad —la voz comenzaba a temblarle.—Sr O'Brien, no es un juego, su esposa acaba de ingresar sin señales de vida a nuestra clínica y su hija aunque está con vida, la tienen en observación.Para Nolan esa noticia excedía el límite de lo irreal. Minutos atrás había conversado con Aurora ¿Cómo ahora ella iba a estar muerta? Aún tiene en su cerebro grabadas aquellas palabras y su voz.—Amor, voy rumbo a casa, no te preocupes estaré allí antes de la cena. Llevo vino para celebrar nuestro aniversario. Te amo.A diferencia de otras tantas veces, Nolan olvidó responderle “También te amo” Esa frase se repite constantemente en su cabeza, mientras conduce a toda velocidad hacia la clínica donde él mismo trabaja
—Suba al auto, la llevaré a su casa.—No es necesario, falta poco… —Nolan la sujeta del antebrazo y la jala hacia el auto, ella iba a reaccionar golpeándolo, mas se detiene al ver a Samantha, quien la saluda emocionada desde el asiento de atrás. —¡Violeta! —agita sus manitas. —Suba —le ordena. Ella abre la puerta y entra al auto. —¿Es ella? —pregunta la hermosa mujer que va sentada en el asiento del copiloto y quien observa de arriba abajo a Violeta.—Sí, tía, ella es Violeta. —responde la niña. Esther se acomoda en el asiento y mira a Nolan, mientras él conduce. Esther, es la hermana mayor de Aurora y siempre había estado al lado de ella y su cuñado. Esa noche debían reunirse para celebrar el aniversario de la pareja y ahora debían prepararse para el funeral de su hermana. —Aún no puedo creer que esto esté pasando Nolan —coloca la mano sobre su hombro. Él voltea verla.—Por favor, no hables de eso —dice, mirándola de reojo para que guarde silencio delante de su hija.—L
Las manos de Violeta sudaban, nunca se sintió tan acorralada como en aquel momento; no desde hace cinco años atrás cuando estuvo a punto se ser ultrajada por su tío Bob. Pasa ambas manos por sus piernas, mientras piensa la respuesta que debe darle a Nolan.—Todo fue muy rápido, realmente yo estaba cruzando la avenida cuando escuché el frenazo y el golpe del auto estrellándose contra el a coche de su esposa. —¿Un auto dices? —pregunta con asombro.—Sí, el auto de atrás chocó a su esposa y el carro se fue directo hacia la barda. Cuando corrí hacia ella, el conductor huyó. Me acerqué traté de ayudarla —la voz de Violeta es cada vez más temblorosa y baja— Yo quise ayudarla, pero ella no contestó, fue cuando oí que la niña lloraba y desesperada traté de sacarla del auto. —termina respondiendo entre sollozos, con lágrima en los ojos.Nolan se cubre el rostro y golpea con el puño una y otra vez el escritorio.—¡Maldita sea! No puede ser. Ella no puede estar muerta, ella no. —llora desc
Minutos después llegó el médico de la familia. Camelia lo recibió y lo acompañó hasta la habitación de la pequeña. Violeta estaba recostada de la pared mientras Nolan cuidaba de la pequeña, quien estaba temblando de frío.—George, por fin llegas. —se puso de pie, el hombre de unos cincuenta años, cabello platinado y sonrisa afable se acercó y estrechó su mano. —Vine lo antes que pude Nolan, lamento todo lo que estás pasando. —Gracias, George. —se abrió paso para que el médico pudiera revisar a la pequeña.El médico se quitó el estetoscopio y llevó a Nolan a un lado de la habitación.—Nolan, la niña físicamente está bien. Pero… su fiebre es emocional. —No me digas que tiene, dame soluciones. ¿Qué debo hacer? La niña miró a Violeta y extendió sus manos. Violeta se acercó, se sentó en la cama y abrazó a la niña. Tanto Nolan como Griffing observaron la emotiva escena.—¿Quién es ella? —preguntó. —Es la chica que la sacó del auto. —Creo que por ahora ella es la solución. La
Nolan entró a la funeraria, hasta ahora no había enfrentando aquella terrible realidad. La mujer de su vida, ya no sería la luz de su amanecer. Al verlo, Esther se acercó a él, aunque parecía estar tranquila, rompió en llanto cuando vio a su cuñado entrar a la capilla funeraria. Se lanzó entre sus brazos y él tuvo que tratar en seco para no romperse. Esa fortaleza apenas le duró algunos segundos, al acercarse al ataúd y ver el rostro pálido de su amada Aurora, detrás del frío cristal que la cubría, las lágrimas y un grito de dolor, provocó la tristeza en el resto de personas que estaban reunidas para dar esa despedida a la hermosa mujer. —¡Nooo! —su rostro reposó sobre el frío cristal mientras abrazaba el ataúd como si fuese el cuerpo de su esposa. —Cálmate Nolan —dijo Esther acariciando la espalda de él. Algunos colegas de la clínica también intentaron consolarlo y darle fuerzas, en especial Dailen Warren, la psicóloga más prestigiosa de Health & Life. —Vamos Nolan, es en estos mo
Luego del entierro de Aurora, Nolan se sentía devastado, el sentimiento de orfandad y soledad en su corazón parecía crecer segundo a segundo. Los recuerdos como dardos agujereaban su pecho causando el más intenso dolor. Aunque quería fingirse fuerte frente a su pequeña hija, detrás de la puerta de su habitación, se deshacía en pedazos. Esa noche no lograba conciliar el sueño, el rostro pálido y gélido en el ataúd lo perseguían.—Aurora, mi amor ¿Por qué, por qué tuviste que irte y dejarme solo? —repite una y otra vez, esperando una respuesta que nunca llegará.Como un flash back, recuerda el momento en que le pidió casarse, al comienzo Aurora no tenía muchas intenciones de hacerlo, para ella el amor no debía estar sujeto a leyes, ni ataduras que no fueran las de sus sentimientos. —¿Aceptas casarte conmigo? —preguntó él, mostrando el hermoso anillo de brillantes y colocándolo en su dedo anular. Ella contempló la costosa joya puesta en su dedo.—Nolan, mi amor —lo abrazó con fuer
Tocaron a la puerta, Violeta aún se sentía incómoda con aquella situación, su corazón se aceleró pensando que debía ser él quien estaba al otro lado de la habitación.—Un momento, por favor —dijo intentando ser serena en su respuesta y no mostrarse agitada. Abrió lentamente y la sonrisa de Camelia, le devolvió el alma al cuerpo.—¿Me permites entrar? —preguntó y le enseñó las bolsas que traía en ambas manos, Violeta asintió, abrió la puerta lo suficiente para que la empleada entrara con comodidad.— Te traje esto. —dijo, colocando sobre la cómoda ambas bolsas.—¿Pero, y esto qué es? —reaccionó con asombro. —Esto lo mandó a preparar el Sr Nolan; dice que andas descalza y con la misma ropa del día del accidente. Es ropa que escogí del guardarropas de mi Sra Aurora —volvió a persignarse— que Dios la tenga en la gloria y que creo te quedará bien. Violeta tomó la primera de las bolsas y vació el contenido sobre la cama. Revisó una a una las prendas, mientras le decía a Camelia que no