Capítulo 2. La condición
Hedda vio al hombre frente a ella y parecía tener a otra persona diferente a la que le había hablado hace un momento. Su rostro cambió de ser frío a cálido, sus ojos azules estaban fijos en ella, se estremeció ante esa mirada, no había visto a nadie con ese azul tan profundo o «¿tal vez sí?». No, eso era imposible. Su piel se erizó cuando se dio cuenta de su tacto.—¿Qué…, qué acuerdo? —Preguntó limpiando sus mejillas humedecidas por las lágrimas.—Nos casaremos y cumpliremos con nuestras obligaciones. Si en dos años, como máximo, aún quieres irte, lo aceptaré y te dejaré ir.—¿Qué? ¿De qué habla, príncipe? —Cuestionó.—De una oportunidad para todos, tu familia, tu pueblo, y tú…, tú podrás elegir lo que quieras después de un año. Te doy mi palabra.Hedda seguía dudando, no estaba segura de si eso era posible. «¿Pero en que estaba pensando el príncipe Erik? Era una locura»; aun así, él se miraba tan seguro y por un momento quiso confiar él, ¿podría hacerlo? Deseaba tanto que así fuera.
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