Capítulo 8. Cediendo

Erik entró a toda prisa a su habitación mientras llevaba a Hedda en sus brazos, la depositó con mucho cuidado en la cama.

—Einar. ¿Dónde está Kaira? —Gritó sin poder quitar la mirada de Hedda. Apenas había entrado con ella al palacio, hizo que todo el mundo corriera en busca de ayuda. Cuando la encontró tirada en el suelo, su corazón se detuvo, y dolía tanto como si le estuvieran clavando una espada.

—Viene en camino, señor.

—Ve y tráela, ahora —Ordenó. Einar salió corriendo de la habitación.

—Con la caída se torció el tobillo, tiene unos raspones en sus brazos, no hay herida en su cabeza —decía Kaira, mientras la examinaba—. Esto deberá despertarla —acercó a su nariz una especie de pañuelo. A los pocos segundos, Hedda empezó a mover su cabeza y fruncir su ceño.

El príncipe parecía estar muy impaciente, soltó un suspiro cuando la vio despertar.

Hedda, abrió los ojos, pero volvió a cerrarlos mientras se quejaba del dolor. Estaba confundida y toso era borroso. No reconoció el lugar, per
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