La puerta se abrió de golpe sacándola de sus pensamientos, Astrid entró muy alegre como siempre, corrió hacia ella lanzándose en la cama encima de Hedda.—¡Astrid!—¿Qué haces aquí, creí que iríamos a hacer galletas? —reclamó Astrid como una niña.—Estaba por ir a buscarte. —Astrid entrecerró los ojos como si no le hubiera creído—. Claro que sí, mi niña —Hedda se levantó de la cama—. Vamos antes de que Jonna se arrepienta de habernos prestado su cocina.—Sí, vamos. —Salieron de la habitación tomadas de las manos; en el camino se encontraron a Nilsa y luego a Raner y Astrid lo arrastró hasta la cocina.—¿Qué haremos? —preguntó Raner después de verse batir unos huevos, y que no supo en qué momento se dejó convencer de hacerlo.—Hedda nos hará las galletas que su mamá le enseñó.—¿En serio? —Hedda sonrió mientras asentía emocionada—. Espero que sean suficientes para todos.—Será suficiente, el problema es que tú comes más de lo que necesitas —se quejó Astrid.—Eso es muy cierto —dijo Ein
El carruaje del príncipe se detuvo frente a la entrada principal de la casa. El padre de Hedda fue el primero en acercarse apenas el príncipe bajó.—Príncipe Erik —dijo Aron mientras hacía una reverencia, al igual que Frey la madre de Hedda. Detrás de ellos estaban sus dos hijos. Derick, el mayor. Y Henerick, el menor—. Bienvenido.—Señor Aron —saludó Erik dándole un apretón de mano—, princesa Frey —se dirigió a la madre de Hedda y depositó un beso en el dorso de su mano.—¿Cómo está mi hija? —preguntó sin más. Erik sonrió, pudo saber de inmediato lo ansiosos que estaban por saber de Hedda. Se giró hacía el carruaje, extendió su mano y ayudó a Hedda a bajar.—Hermana. —Henerick, corrió hacia ella y se lanzó a abrazarla. Erik dejó su mano en su espalda para evitar cualquier accidente que se imaginó por la manera en cómo el hermano de Hedda se lanzó—. Qué bueno verte, te extrañé mucho.—También me da gusto verte, hermanito. —Hedda miró a sus padres—. Papá, mamá —saludó a sus padres. Ell
—¿Dije algo malo?—No claro que no —contestó él, mientras sonreía.—Disculpa si soy imprudente. Pero ¿puedo preguntar por tu padre? —Estaba seguro de que no era el único que sentía curiosidad. Era obvio que el padre de Nilsa era un hombre blanco. Ella no tenía la piel oscura. Su piel era clara, sus ojos eran de un verde intenso. Tenía su nariz y labios finos. No se parecía en nada a su madre ni siquiera en su cabello. Nilsa tenía sus rizos muy sueltos y algunos mechones rubios a pesar de que su cabello era como de un color marrón. Su belleza no podía pasar desapercibida.Ella lo miró y se estaba debatiendo en si responderle o no. Nunca había hablado de su padre con nadie a excepción de Hedda. Decidió responderle, solo por compensarle la noche anterior que él le compartió anécdotas divertidas de su vida e hizo que pasara un rato agradable.—Perdón, no quise…—No, está bien —empezó a hablar ella—. No recuerdo mucho de mi padre y sí, él era o es un hombre de piel blanca. A él le debo el
cinco años antes.El rey Melker recibió un mensaje de uno de sus generales. Luego de leerlo empuñó su mano arrugando el pedazo de papel.«Me niego a creerlo» —pensó.Hace semanas que no sabía nada de su hijo y del ejército que él comandaba. Se empezaban a difundir rumores de una rebelión por parte del príncipe Erik. Sus consejeros, queriendo evitar un golpe en caso de que eso fuera verdad. Le habían aconsejado al rey que enviara a capturar a su propio hijo.—Mi rey, nuestro hijo es incapaz de traicionarlo. —Dijo la reina. El rey, quería creer lo mismo. Pero debía tomar una decisión. Y no tenía mucho tiempo. Tenía a la corte exigiendo la captura del príncipe, pero el mayor problema, era el ejército del reino de Slarin el cual avanzaba hacia su ciudad.—Lo sé —musitó. Su hijo podría ser un orgulloso y presumido, pero nunca un traidor. A sus tres hijos varones se había encargado de enseñarles el honor, la lealtad y responsabilidad. Y sabía que su heredero tenía esas tres características.
—Príncipe Erik —saludó Aron. Él lo miró por unos segundos sin decir nada. Se conocían porque sus padres invitaban a los padres de Hedda a algunos banquetes en el palacio.—¿Qué hace tan lejos de la ciudad? —cuestionó sin responder a su saludo; no le dejó que contestara, en su lugar hizo un par de preguntas más—. ¿Por qué trae a su hija a un lugar como este? ¿Sabe el peligro en el que hubiera estado si se hubiera encontrado con otra persona o con algún animal salvaje?Aron no sabía qué decir porque, aunque no le gustara el tono con el que le hablaba, él tenía razón. Erik se colocó de pie.—Fue para cuidarla por lo que usted y su familia vinieron hasta Besian, ¿no?—Así es, príncipe.—Pues no lo parece. Creo que ella estaría más segura en el palacio de mis padres o en el mío.Había pasado casi tres años desde que ambos reinos habían firmado el acuerdo. El rey Harald tenía cuatro hijos y su única hija era la madre de Hedda y ella su única nieta. Tenía algunas sobrinas, pero unas ya casad
—Mi padre estaría lleno de dudas. Estaba seguro de que le preguntaría algo a Gerd. Entonces le dejé mi estrategia oculta en un mensaje. Y si eso no hubiera funcionado, igual nos uniríamos a la batalla. Cuando el rey Soren llegó a nuestras costas, no acampó ahí, avanzó, su misión era llegar hasta Wison. Pero Gerd se lo iba a impedir. Lo sostendría hasta que recibiera nuestra señal. Entonces empezaría a retroceder hasta llegar a un claro rodeado de árboles.—Ahí estarían ustedes —confirmó Hedda.—Así es —dijo Raner—, cuando los tuvimos a nuestro alcance, dejamos caer sobre ellos una lluvia de flechas que no esperaban. Una, dos, tres veces creo, si es que no fueron más. Mientras ellos estaban concentrados peleando y buscando a nuestros arqueros. Por el otro costado mi hermano los atacó —Sin duda, Raner se había emocionado tanto con esa parte que siguió con la historia—. Mientras yo derribaba a dos enemigos, mi hermano llevaba cuatro. Él con su lanza o su espada es imparable —cada palabra
Desayunaron juntos en el balcón de su habitación, luego él se fue a sus labores, mientras ella debía estar un sequito de damas que ultimaban detalles para su atuendo, peinado y accesorios para su boda. Después de deshacerse de todos, fue a dar un paseo.Pensó en aprovechar la hora del almuerzo para contarle a Erik sobre la visita de Karl. No quería seguírselo ocultando.Había personas corriendo de un lado a otro terminando de preparar los detalles para lo que sería el banquete por su boda con el príncipe. Mientras caminaba, recordó la forma en cómo Erik la había despertado esta mañana. Sonrió ante el recuerdo. Cuando despertó él la estaba besando en los labios.Iba un poco distraída sumergida en sus propios pensamientos cuando alguien tiró de su brazo y la condujo a la parte de atrás de un almacén.Se quedó muda y los nervios empezaban a apoderarse de ella cuando miró a Karl frente a ella. «No podía creerlo»—Pero ¿qué estás haciendo? —cuestionó cuando al fin pudo hablar.—Como te lo
El hombre a caballo levantó una mano, sus arqueros estaban listos para disparar en cuanto él diera la señal.Por supuesto que no se iba a rendir sin luchar, él no era conocido por eso precisamente. Estaba por dar el grito de guerra para pelear cuando los hombres frente a ellos empezaron a caer al ser impactados por flechas. Observó mejor, las flechas con plumas doradas pertenecían a su hermano.Se giró para ver detrás de él y los otros asesinos empezaron a caer también. Un grupo de soldados empezó a descender hacía ellos para terminar con el trabajo. Levantó la mirada para encontrarse con su hermano, Einar, Maija y…—¿Hedda? —musitó y su mente se puso en blanco cuando sus ojos se encontraron con los de ella y dejó de escuchar lo que sucedía a su alrededor. Hedda montaba el caballo negro que él le había regalado hace unas semanas. Vestía un traje de guerrera color verde con negro y una capa negra. Ella tiró su arco al suelo, se bajó de su caballo y corrió hacía él.Solo pudo atraparla