Mansión de los Rocha, siendo la más grande, la más poderosa de toda la ciudad, y una de las familias que mantenía a la compañía más grande de joyas, no había nada que le faltara, todo el mundo parecía estar a sus pies. ¿Y cómo no estarlo si había una razón poderosa para pensar en la madre de los Rocha como la mujer más despiadada?—Hola mamá, ya llegué —gritaron casi desde la entrada.En ese momento Emilia, una mujer de cincuenta años pero muy hermosa para su edad, una edad que no aparentaba, dejó caer el libro de la compañía en el centro al escuchar a su hijo más pequeño entrar. —Ven, mi amor, dale un beso a tu madre —y sin más, Julio se acercó a ella para darle un beso en la mejilla —. ¿Cómo te fue en la escuela, mi amor?—Bien, bien, mamá, pronto te van a entregar las calificaciones, espero que me lleves de viaje cuando veas mis calificaciones.— ¿A dónde quiere ir mi hijo consentido?—No lo sé, yo creo que a Francia, me encanta Francia. —Dime algo, hijo, ¿es cierto que ya no pi
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