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Todos los capítulos de Dos Alphas para mí: Capítulo 21 - Capítulo 30
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Cambio brusco
Entre juegos, iniciados por ellos, el tiempo transcurrió en un parpadeo. Vi la noche asomarse a través de la ventana, ¿y qué más da?Era la primera vez que sentía a Ezequiel dentro de mi vagina y me agradaba mucho, él parecía ser dueño de mi culo, pero en esta ocasión fue bueno cambiar y no, no me refería a que Emmanuel me penetraba por detrás, sino a que solo lo estaba haciendo con Ezequiel.Me mecía sobre él con mucho cuidado, apoyando mis manos sobre su pecho.Él, que no parecía perder la costumbre, tenía un dedo en mi culo, mientras su pene estaba en lo más profundo de mí, apreté mis piernas a cada lado de su costado y mis uñas se clavaron a su pecho al sentir el remolino que él provocó con sus movimientos, las sensaciones eran muy fuerte, lo sentía recorrer mi piel y parecía como si se quedara grabado en cada parte mí.Emmanuel se acercó y me elevó por los muslos dejándome sobre él, me aferré a su pecho y él besó mi cuello, luego…mordió mi hombro.La siguiente medida la sentí jus
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Me marcho
EZEQUIELÉl estaba sentado en mi cama, crucé a su lado y saqué la maleta que estaba debajo de mi cama.Quizás no volvería aquí, puede que…ya no regresara. Quería salir corriendo, escapar, no decir nada, no hablar con nadie y correr, correr hasta sentir que desaparecía.El dolor en mi pecho iba creciendo pero no podía sentarme a hacerle caso y dejar que me consumiera, no podía.No podía prestarle atención, pese a los aullidos de dolor que soltaba mi lobo al Lois aceptar mi rechazo.Quería desaparecer a un lugar tranquilo para poder lamer mis heridas y sufrir apartado de los demás.Aceptó mi rechazo.Era lo que tenía que hacer, pero…—¿No dirás nada?—Preguntó Emmanuel.—Cuídala. Haz que venga a vivir aquí, no la dejes sola, apartada de ti. Recuerda que todo esto para ella es muy nuevo, no solo el lugar. Lo menos que puedes hacer es velar porque esté cerca. Sigue intentándolo, hasta que lo consigas. No le veo sentido a que estén separados.—Ezequiel, puedes hablar conmigo. Sabes que no e
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Entrenamiento
Empecé a odiar el pabellón T solo con la primera semana.Esta era la primera clase y podía decir que iban a acabar conmigo. Estaba por hablar con el director para decirle que mi cuerpo no soportaría este entrenamiento.Ahora ya comprendía a lo que él se refería.Me habían hecho papillas.Era un entrenamiento muy duro, al que nunca me vi sometida, una omega no recibe ningún entrenamiento, no en mi manada y las mujeres que habían aquí no eran omegas, en todo caso parecían más jóvenes que yo y al final terminaron dándome una paliza.Se supone que me pusieron con las más débiles, pero ellas no eran las más débiles, la más débil era yo.—Lois.—me llamó el entrenador.—Se te da muy mal, no tienes nada de entrenamiento y ni una puta idea de lo que es pelear. Por lo menos deberías de saber defenderte. Me hubieras dicho al inicio que no sabías pelear y no hubiera dejado que te dieran esa paliza. Vamos, te llevaré a la enfermería.—No hace falta, no se preocupe.—estaba llena de vergüenza. Aquell
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Paseo de la verdad
Escuché un ruido, pero no presté la menor atención, era fin de semana y mi intención no era madrugar, para nada. Quería quedarme hasta tarde en la cama, acostumbrarme a la idea de que ya no tenía que levantarme con prisas para hacer cosas o trabajar, tenía que acostumbrarme a la tranquilidad, a la vida sin trabajar, mi único compromiso eran los estudios. Dejaba atrás una vida de esfuerzos y trabajos.Llevé la sábana sobre mi cara, se estaba haciendo de día y yo no quería prestarle atención a eso. Tenía algunos deberes pendientes, pero los dejaría para el domingo, la semana entrante comenzaban las prácticas y tenía algunas teorías para repasar y memorizar.No era mala estudiante, pero la práctica haría que me pusiera nerviosa, ni siquiera por las prácticas en sí, sino por las personas que me estarían rodeando.Relajé mi mente, despejándola para poder seguir durmiendo y lo logré.Algo se deslizó por mi muslo al cabo de un rato, mis manos tantearon para buscar las sábanas, pero no las se
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Volverse fuerte
LOISAquel sábado fue maravilloso con Emmanuel.El domingo estuvimos juntos toda la mañana, hasta el almuerzo.Él había aparecido en mi casa desde temprano, de nuevo metiéndose en mi cama, de nuevo sucediendo lo obvio, pero ahora con más calma, sin la misma desesperación del sábado.Se fue después del almuerzo y me dijo que nos veríamos en la noche, en la cancha que quedaba en el pabellón D, pero no sucedió.Eran casi las once de la noche, pero él no llegaba.Habíamos quedado a las nueve y media, ya llevaba mucho esperándolo.Había hecho dos trenzas en mi cabello, llevaba ropa de deporte y me había sentido lista para un entrenamiento con él. Pero seguro aún estaba muy ocupado, incluso un domingo.Lo entendía, claro que sí, pero no debió decir que podía hacerlo si sabía que iba a estar ocupado, todo por no dejarme entrenar con Aidan.Yo necesitaba volverme más fuerte. Pero ahora mismo las ganas de renunciar simplemente venían a mí, mañana sería lunes, los días pasarían con rapidez y cu
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Cita doble
EMMANUELLlegué temprano a la casa de Lois, pero esta vez la esperé en la puerta junto a Dexter. Esta noche le tenía una sorpresa.La noche anterior no pude asistir a su encuentro, ni tiempo de cancelar, no solo porque terminé tarde de mis compromisos, también porque pude cerrar un trato con tres chicos que compartían un piso dentro del recinto, casi en el centro.Intercambiaríamos casas, yo me quedaría con su piso para compartirlo con Lois y ellos se quedarían con mi casa, más apartada, privada y fuera del recinto universitario, perfecta para fiestas y destruir todo lo que teníamos.En fin, valía completamente la pena.Haría al medio día el último intento con el director y luego le daría la buena noticia a Lois, pero si nada de eso funcionaba, me plantaría en su casa, sin que nadie me pudiera sacar de aquí.Cuando abrió la puerta, me abalancé hacia ella para darle un abrazo.—¡Auch!—levantó sus brazos con cuidado, como si les dolieran.—Emmanuel, ya estás aquí.—Lamento no haber podi
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Estamos listas
LOISSeguía sin entenderlo, ¿por qué hacíamos esto? ¿Desde cuando a Viviana le gustaban los chicos como Aidan?No me explicaba.—¿Y yo por qué tengo que ponerme esto?—ella había venido a mi casa con todo un bolso lleno de cosas. Obviamente no teníamos la misma talla, era más alta y delgada que yo, pero a su vez tenía más pechos y una linda cadera y su trasero era de admirar, firme y redondeado.No sé a donde llevó mis vaqueros y mi deportiva, pero desde que salí del baño ellos ya no estaban junto a mi cama.—¿Cómo es el sexo con Emmanuel?—¡No me cambies el tema! Y eso no se pregunta, Viviana. Es privado.—Te has sonrojado. ¿Has tenido fantasías con los dos? ¿Huelen igual? ¿Piensas en un trío con esos Alfas?—le di la espalda, intentando evadir sus preguntas, corrió frente a mí y me arrebató la toalla, dejándome desnuda.—¡Viviana!—¡¿Son moretones?! ¡Mierda! Sí que juega rudo.—aquella vez Emmanuel estaba muy impaciente, no es que me hiciera daño, no me dolían más que las piernas, pero
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Un desastre de fiesta
AIDANCuando Lois salió por esa puerta, el colgante quemó en mi pecho, la habitación pareció volverse más y más pequeña, hasta que pareció calentarse. Sus ojos se detuvieron en Emmanuel y también en mí, Viviana tiró de mi brazo y él la tomó a ella, besándola como si le perteneciera.Le pertenecía.Les pertenecía.—Quizás debamos salir.—Le dije a Viviana cuando aquella escena se volvió incómoda.—Sí, salgamos un momento antes de que se desnuden y comiencen a tener sexo delante de nosotros. Por lo visto la pareja es muy candente.Cuando salimos fuera, Viviana se acercó a mis labios, robándome el primer beso de la noche.Ella no me gustaba, ni un poco. Era común, vulgar. Y lo peor, era igual que los demás. Se creía que por ser la hija de un Alfa, por tener como herencia el mando de una manada, ya era superior a los demás o mejor. Y sí, era la típica chica hermosa que lo tenía todo, que lo quería todo y ahora me tenía en la mira, lo que me venía como anillo al dedo, porque mi presencia es
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Se avergüenzan
LOISCuando vi aquella mujer tocar a Emmanuel, sentí que algo se rompió dentro de mí, sus manos lo tocaban y parecía que lo acababa de besar, lo peor de todo era que él no parecía muy disgustado, dada la cercanía con esa mujer era muy obvio que ellos se conocían.Cuando salí corriendo para huir de lo que presencié, llegaron tantas cosas a mi cabeza que sé que muchas de ellas no tenían sentido y procuraba no prestarle atención.—¡Es que te lo dije!—decía Viviana a mi lado, luego de subir al coche me recosté a su hombro.Cuando miré por la ventanilla, Emmanuel corría hacia acá, tomado de la mano de esa mujer.Me sentía tonta, a penas nos veíamos unas horas a la semana, no teníamos mucho tiempo conociéndonos y no ayudaba en nada todo este lío de la universidad y lo mucho que yo no encajaba aquí.Tenía ganas de irme, ¿podría hacerlo?—¿Estás bien, Lois?—Déjala, no hablará. Pero sabe que yo se lo dije. ¡Ese idiota! Se creen los más importantes de todo el mundo, pero no es así. Con Lois no
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Débil
AIDAN—¿Aquí vives?—Justo aquí.—Creí que tendrías otro espacio más…extravagante.—¿Por qué? Ser el hijo del director no me da beneficios, al contrario, me los quita.No sé cómo fue que llegamos aquí, pero ella no se despegó de mi‚ hasta aceptar traerla aquí. Era muy molestosa, insistente y todo un fastidio.Le mostré mi habitación, para suerte mía papá no estaba o no dejaría que Viviana se quedara.¿Por qué me importaba lo que pensara él?La costumbre.Comenzó a desnudarse y con su cuerpo en pelotas se paseó por mi habitación.Se acomodó en mi cama, como si fuera a dormir allí.—Estoy cansada. ¿Vienes a la cama? Es una lástima que la fiesta no pudiéramos disfrutarla.—Viviana, vamos muy rápido.—esto me haría quedar como un bobo, lo sé, pero ya ella tenía esa imagen de mí de todos modos.—¿Y si te vas a dormir a tu habitación?—Desde que terminemos aquí, te juro que me iré. Primero—separó sus piernas, invitándome hacia ellas.—ven aquí.No podía, si tenía sexo con Viviana, ella podría
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