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Todos los capítulos de La venganza de un idiota: Capítulo 1 - Capítulo 10
64 chapters
01. Tu abuela
¡Hola, hola! Aquí estamos de nuevo y esta vez vengo acompañada de una gran y talentosa amiga, mi queridísima, Dannya Menchaca. Estamos muy emocionadas con esta nueva historia que traemos para ustedes y esperamos que la disfruten tanto como nosotras. Como saben, no podemos asegurar cuándo comenzaremos a actualizar, pero intentaremos subir algunos capítulos, mientras esperamos que nos aprueben. De ante mano, les agradecemos el apoyo y esperamos que disfruten de este desafío. No olviden estar al pendiente, ya que estaremos avisando cuando comenzaremos. La venganza de un idiota es una novela escrita por Andrea Paz y Dannya Menchaca, registrada en SafeCreative bajo el código: 2307014723085. Se prohíbe cualquier copia parcial o total de la obra, ya que estará infringiendo los derechos de autor. __________________________________________________________________ Gabriel terminó de editar la última fotografía en su portátil y volvió a ojear cada una, orgulloso de las capturas que logró co
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02. Mejor que nunca
El día para Allie comenzó como cualquier otro, llegó a su trabajo puntual como siempre y su sonrisa inundó el lugar apenas entró. —Buenos días, Martha —saludó con entusiasmo a su residente favorita. —Buenos días, Allie —respondió la mujer un poco somnolienta. —Es hora de tu ducha —Le recordó. —¿No debería ducharme solo una vez a la semana? —bromeó Martha y Allie no logró cubrir su boca a tiempo, para ahogar una sonora carcajada, que seguramente se escuchó por los pasillos de la estancia. —Vamos a ponerte muy guapa y te llevaré a tomar el desayuno al jardín, el sol está maravilloso —propuso la joven, con entusiasmo. —Parece que ya me convenciste —respondió la mujer mayor, poniéndose de pie para ir a la ducha con la ayuda de Allie—. ¿Cómo está el pequeño Timothy? —preguntó por su hermano, mientras preparaban todo en el baño. —Aburrido. Desea tener una vida normal, y aunque ahora tenemos la opción de darle un nuevo medicamento que podría ayudarlo, su seguro de salud no lo cubre
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03. Lo siento mucho
Allie sintió cómo sus piernas flaquearon al saber que su querida Martha había fallecido, cuando unos brazos la rodearon por la cintura. —Lo siento mucho, Allie —Su mejor amiga, Gina, una de las paramédicos de la residencia, la abrazaba con fuerza—. Seguramente se fue en el sueño, todo parece indicar que fue su corazón —explicó, mientras no podía contener las lágrimas. —Ayer estaba tan bien, con tanta energía. Hasta se veía diferente, ¿sabes? —Gina asintió y la llevó al comedor de empleados para darle un poco de agua con azúcar, pues Allie continuaba llorando a mares, afectada por la pérdida. —Sé lo mucho que la querías, pero sabes que en un lugar como este, es algo que ocurre con más frecuencia de lo que nos gustaría —respondió su amiga. —Lo sé, Gina —sollozó—. Definitivamente, no me lo esperaba. —Tómate esto, te ayudará a calmar —Le pasó el vaso con agua, asegurándose que bebiera un poco. Le dió un beso en la frente y miró en dirección a la puerta, pues uno de los forenses la esp
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04. Las cláusulas
Mientras Allie y Gabriel seguían tomados de la mano, mirándose fijamente, el abogado suspiró pesado, imaginando lo que se aproximaba. —Necesito que me acompañen a la casa de Martha, tenemos mucho de qué hablar —espetó Leonard, llamando la atención de ambos, por lo que soltaron sus manos y lo miraron. —¿Ahora? —cuestionó Allie. —Mejor ahora, que mañana —bufó Gabriel, ganándose una mirada molesta de la joven. —Allá les explicaré todo con calma —aseguró el señor Ardley y ambos asintieron—. Les enviaré la dirección en un mensaje. Gabriel sin decir nada, caminó hacia su motocicleta y antes de montarse, revisó el mensaje con la dirección que le envió el abogado, quedando un poco sorprendido al mirar hacia donde se debía dirigir. «Parece que después de todo, la “abuela” tenía más dinero del que me hubiera imaginado», pensó al revisar la zona tan exclusiva en la que vivía su abuela. Se montó en su moto sin mirar atrás y salió con prisa del cementerio. Por otra parte, Allie se sent
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05. ¡Vete de aquí!
Su teléfono sonó y sonrió al ver que era Neil, uno de sus mejores amigos, quien lo llamaba. —¿En qué lío estás metido, que necesitas un abogado, chico rudo? —preguntó Neil, haciéndose el gracioso. —¿¡Con quién crees que estás hablando!? —Ambos se rieron a carcajadas—. ¿Cómo estás, idiota? —Cansado. Creo que Becky y yo necesitamos vacaciones —Se quejó su amigo—. Pero no me cambies el tema, greñudo ¿Por qué necesitas un defensor de la justicia? ¿Estás bien? —preguntó con preocupación. —Estoy bien, aunque con muchas novedades —contestó Gabriel. —¡Gabooooo! —La voz de Rebecca, esposa de Niel y su mejor amiga, lo hizo sonreír—. ¿Necesitas un abogado? ¿Por qué? —Gabriel sonrió y se dispuso a contarles todo lo que ha ocurrido en estas últimas horas. —¡Wooow! Qué suerte tienen algunos —Protestó Neil. —No me siento tan afortunado. Me imponen unas estúpidas cláusulas que se pasan de absurdas, además de tener que compartir lo que por derecho me corresponde, con una aparecida que nada tiene
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06. Todo se complica
Para Gabriel, su día empezó con un delicioso y completo desayuno en la habitación, el cual se permitió disfrutar sin prisas. La noche anterior había logrado comunicarse con el fiscal, amigo de Rebecca y consiguió el contacto de un muy buen abogado local, que estaba seguro que podría ayudarlo, ya que al parecer era uno de los mejores. Unas horas después, se dispuso a tomar sus cosas para dirigirse a la oficina en la que se reunirían. Al entrar se encontró con la recepcionista, quién lo recibió con una luminosa sonrisa. —Buenos días —saludó—. Tengo una cita con el señor Sumner. —Buenos días —respondió la chica—. ¿Cuál es su nombre? —Gabriel Lester. —Si gusta sentarse, el abogado lo atenderá en unos minutos —Asintió y se dirigió a la sala de espera, donde se encontraba una mujer, un poco mayor que él, de unos cuarenta y cinco años, muy elegante y guapa. Miró a Gabriel y sonrió, cruzando sus piernas deliberadamente, logrando que su falda se subiera lo suficiente para exponer la m
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07. Decisiones forzosas
Al llegar a Massachusetts, lo primero que hizo Gabriel fue llamar a la oficina de Leonard para solicitar el documento que le pidió el señor Sumner, el cual le enviarán en breve a su correo, así podría mandar lo antes posible los papeles a su abogado y saber si sus posibilidades de quedarse con toda la fortuna eran positivas o tendría que ceder al capricho de su “abuela” y tener que convivir con Allie, siguiendo esas absurdas cláusulas. Contento con lo bien que estaban saliendo las cosas, abrió la puerta corredera de la bodega y comenzó a buscar entre las pocas cosas que tenía guardadas, las cajas de su padre, donde está la información que necesita. —¡Aquí estás! —exclamó emocionado, cuando encontró la caja. La abrió y comenzó a revisar los documentos en su interior, los cuales escaneó con el celular y envió al correo de su abogado, ya que se sentía ansioso y necesitaba tener la seguridad de que sus planes iban viento en popa. Guardó los documentos en una de sus carpetas y decidió
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08. Por tiempo indefinido
Las conversaciones sobre la herencia se alargaron más de lo que hubieran imaginado, ya que Neil y Rebecca intentaban hacer entrar en razón a un muy terco Gabriel. —Creo que es hora de irme —dijo Gabriel, poniéndose de pie. —No, nada de eso, quédate aquí —Le exigió su amiga. —No quiero molestar. —Sabes que no lo haces —respondió Neil—. Esta es tu casa, aunque no sé si quieras seguir visitándonos, después de que seas un multimillonario —bromeó y todos se rieron. —Ya les dije que en cuanto tenga oportunidad, los invitaré a pasar una temporada en la mansión de la abuela, está en un lugar increíble —murmuró, recordando el lugar e imaginando cómo sería vivir ahí, con todas las comodidades, pero claramente sin Allie, ya que eso arruinaría sus planes. —Me parece una buena idea, así conoceremos a la enfermera —agregó Rebecca. —Ella aseguró que no aceptaría la herencia, espero que siga firme en su decisión —bufó Gabriel molesto, por lo que Rebecca y Neil se miraron negando con la cab
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09. No hay vuelta atrás
Que Leonard la citara a medio día no le resultó para nada conveniente a Allie, pues le cortaba toda la mañana, ya que tendría que hacer el turno de tarde y probablemente el de la noche. Pero con su optimismo de siempre, decidió ver el vaso medio lleno, ya que todo lo que estaba haciendo era por su hermano y su pronta recuperación, y saber eso, la llenaba de ilusión. Se vistió con un fresco vestido verde olivo, unas cómodas sandalias, se recogió el cabello y se maquilló un poco. Tomó desayuno rápidamente y salió rumbo al hospital para llevar una muda a su madre, quien insistió en que se quedaría a pasar la noche con Timmy. Al llegar, se dirigió de inmediato a la habitación, donde se encontró a su madre sola. —Buenos días, mamá —Saludó con un abrazo y un beso—. Te ves muy cansada ¿pasaron buena noche? —No te preocupes, Allie. Timmy durmió como un bebé y ahora lo llevaron para hacer la ecocardiografía doppler. Yo dormí muy bien en este cómodo sofá y una de las enfermeras me arropó du
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10. El nieto
—¿Hay algo más, Allie? —interrogó el abogado, al notarla tan pensativa. —Nunca imaginé que Martha tuviera tanto dinero —respondió la joven. —Cuando decidió ir a la residencia, estaba un poco deprimida —explicó Leonard. —Lo recuerdo, estuvo muy triste sus primeros días. —Ella decía que las “amistades” que tenía —Hizo énfasis en la palabra—, no eran sinceras y le parecían muy superficiales. Decía que necesitaba algo diferente, y aunque en un principio no estuve de acuerdo, verla tan animada con tu compañía y los demás residentes, me dejó más tranquilo —comentó—. Sus ojos volvieron a brillar mientras estuvo ahí, como hacía mucho tiempo no sucedía. —Me alegró los días desde que la conocí, puedo asegurarlo. —Y tú a ella. No dejaba de hablar de ti —Recordó Leonard con tristeza. —No puedo olvidar, que en algún momento estuvo delicada de salud y me costaba mucho sacarla de la habitación. Fueron días muy complicados. —Claro, lo recuerdo. Fue cuando se enteró que su hijo, a quien t
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