¡Hola, hola! Esperamos que estén disfrutando tanto como nosotras de esta historia. No olviden comentar y contarnos qué les parece Allie y Gabriel. Recuerden que actualizamos todos los días a la misma hora y por el mismo canal!! Un abrazo! Las queremos <3 Andrea y Dannya
Que Leonard la citara a medio día no le resultó para nada conveniente a Allie, pues le cortaba toda la mañana, ya que tendría que hacer el turno de tarde y probablemente el de la noche. Pero con su optimismo de siempre, decidió ver el vaso medio lleno, ya que todo lo que estaba haciendo era por su hermano y su pronta recuperación, y saber eso, la llenaba de ilusión. Se vistió con un fresco vestido verde olivo, unas cómodas sandalias, se recogió el cabello y se maquilló un poco. Tomó desayuno rápidamente y salió rumbo al hospital para llevar una muda a su madre, quien insistió en que se quedaría a pasar la noche con Timmy. Al llegar, se dirigió de inmediato a la habitación, donde se encontró a su madre sola. —Buenos días, mamá —Saludó con un abrazo y un beso—. Te ves muy cansada ¿pasaron buena noche? —No te preocupes, Allie. Timmy durmió como un bebé y ahora lo llevaron para hacer la ecocardiografía doppler. Yo dormí muy bien en este cómodo sofá y una de las enfermeras me arropó du
—¿Hay algo más, Allie? —interrogó el abogado, al notarla tan pensativa. —Nunca imaginé que Martha tuviera tanto dinero —respondió la joven. —Cuando decidió ir a la residencia, estaba un poco deprimida —explicó Leonard. —Lo recuerdo, estuvo muy triste sus primeros días. —Ella decía que las “amistades” que tenía —Hizo énfasis en la palabra—, no eran sinceras y le parecían muy superficiales. Decía que necesitaba algo diferente, y aunque en un principio no estuve de acuerdo, verla tan animada con tu compañía y los demás residentes, me dejó más tranquilo —comentó—. Sus ojos volvieron a brillar mientras estuvo ahí, como hacía mucho tiempo no sucedía. —Me alegró los días desde que la conocí, puedo asegurarlo. —Y tú a ella. No dejaba de hablar de ti —Recordó Leonard con tristeza. —No puedo olvidar, que en algún momento estuvo delicada de salud y me costaba mucho sacarla de la habitación. Fueron días muy complicados. —Claro, lo recuerdo. Fue cuando se enteró que su hijo, a quien t
Cuando volvieron a la habitación, Allie dejó que abuelo y nieto se despidieran en privado, esperándolos fuera.—¿Qué haces aquí? —Le preguntó Gina, sorprendiéndola en el pasillo.—Está el nieto del señor McLoughlin y les estoy dando unos minutos, mientras se despiden —respondió.—Me he comido las uñas todo el día, esperando que me cuentes lo del abogado —susurró—. ¿Hablaste con él? ¿Cómo es que aceptaste?—Es por Timmy, Gina —contestó—. El tratamiento antiguo no le estaba haciendo nada y no podíamos esperar más tiempo —señaló—. Incluso, el doctor sugirió a futuro una cirugía, cuando el nuevo tratamiento esté funcionando mejor.—No pensé que estuviera tan mal —respondió su amiga, con preocupación.—Nosotras tampoco, aunque la cirugía, sería para mejorar su calidad de vida y evitar que la arteria mitral se ensanche más, porque eso sí, sería más delicado —explicó.—Cierto. En ese caso tendrían que hacerle un reemplazo de la arteria y eso es una operación mayor —contestó su amiga—. Pero b
Leonard estaba furioso. No comprendía la actitud tan infantil de Gabriel, quien parecía no entender que por más que hiciera sus locuras, no se iba a quedar con toda la herencia de Martha. Además, ni siquiera sabía a cuánto ascendía la parte que a él le correspondía, con la que no tendría necesidad de trabajar por el resto de su vida, y todavía le dejaría una buena herencia a sus hijos y nietos. Estaba peleando a ciegas. Salió de su casa muy molesto al recibir la llamada de Allie, y ahora no dejaba de mirar el reloj, a la espera de que Gabriel se dignara en aparecer. A los pocos minutos, escuchó la moto detenerse y se acercó a abrir la puerta principal, ya que no había nadie más en la oficina. —No sabía que trabajabas turnos extras —Se burló Gabriel, al entrar. —Normalmente, estaría en mi casa descansando, pero no me imaginé que tendría que jalarte las orejas como si fueras un adolescente —gruñó molesto. —Por favor, Leonard, solo le hice un favor al novio de Allie. Estoy seguro q
Gabriel se rió burlón, al haber conseguido sacar de sus casillas a la pobre Allie, quien sintió alivio tras darle la bofetada. —¿No le vas a decir nada, Leonard? —Se quejó el castaño, sobándose la mejilla. A pesar de lo menuda que se veía Allie, tenía la mano bastante pesada. —Merecido lo tenías —respondió el abogado, por lo que Gabriel bufó—. Tomen asiento, por favor —Señaló las sillas frente a su escritorio, acercando a cada uno un llavero con las llaves de la mansión—. A partir de hoy y por un periodo de tiempo de doce meses, tendrán que convivir en esta casa, la que está plagada de historia y recuerdos de los señores Britter, la cual espero, vayan descifrando con el paso del tiempo —mencionó Leonard. Gabriel puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos—. Como bien saben, comenzarán a recibir una mensualidad en el transcurso de este año, ya ambos han tenido un adelanto —Los dos jóvenes se miraron con sorpresa. Gabriel abrió la boca para hablar, pero Leonard prosiguió, interrumpién
Entraron a la casa, ya que Gabriel no regresaba. —¿Qué te gustaría comer, Allie? —preguntó Emma, dirigiéndose a la cocina.—No quiero molestar —respondió avergonzada, ya que no estaba acostumbrada a que alguien hiciera algo por ella. Si bien era cierto que su madre cocinaba la mayor parte del tiempo, siempre intentaba ayudar. —No es molestía —aseguró Joseph—. Es parte de nuestro trabajo. —Lo que gustes hacer, para mí estará bien. —¿Y a Gabriel qué le gustará ? —cuestionó Faith. —No tengo idea —respondió Allie—. Seguramente come serpientes, por eso escupe veneno siempre que habla. Faith se cubrió la boca ahogando una carcajada y sus padres solo sonrieron. Ya se imaginaban todo lo que les esperaba con esta parejita. En eso escucharon el timbre y Joseph se dirigió a la puerta para abrir. —Buenas tardes, estoy buscando a Allie, soy su amiga Gina —saludó la chica, al otro lado de la puerta. Allie escuchó la voz de su amiga y salió a recibirla. —Estaba por llevarte el coche —dijo,
En la mansión, Emma hacía los quehaceres de costumbre y acomodaba las cosas para preparar el almuerzo, mientras Joseph se entretiene con la mantención de los jardines. Gabriel sigue profundamente dormido, pues se acostó bastante tarde, terminando de acomodar su portafolio, ya que Corin le había pedido que actualizara sus datos y así recomendarlo entre sus conocidos.«No podía permitir que en mi primera noche en esta casa, ella entrara a mi habitación como Pedro por su casa, así que, sin importarme nada, salí de mi habitación y tal como lo hizo ella, entré en la suya, la que se encontraba completamente a oscuras.Caminé hacia la gran cama con dosel, y un suave haz de luz daba justo sobre su dulce rostro, el cual me permití admirar por unos momentos, mientras recorría con la mirada su blanca y tersa piel. Se encontraba recostada boca abajo, sólo con sus pies tapados, y aunque la molesté por su ridículo pijama de corazones, no podía negar que era toda una tentación verla así. Me senté l
Salió de la residencia y se encontró de frente con Gabriel.—¿¡Qué haces aquí!? ¡No te quedó claro, que no quiero que te metas en mi vida privada! —exclamó Allie, fuera de sí.—Soooo, gatita —respondió Gabriel, levantando ambas manos en son de paz, intentando calmarla—. No te creas tan especial, no he venido por ti —Allie frunció más el ceño y Gabriel no pudo evitar perderse en esos ojos verdes, con los que incluso, había soñado. —¿Entonces? —exigió, poniendo sus brazos como jarras.—Venía a disculparme con el nieto de tu residente —contestó. La mandíbula de Allie se desencajó y cuando Gabriel intentó pasar por su lado, ella lo detuvo, sosteniéndolo de un brazo. Ese simple toque le provocó una electricidad extraña y se quedó viendo la mano de Allie. —Vicent no está, no vino a visitar a su abuelo hoy —aclaró soltándolo.—¿Cuándo vendrá? —No lo sé. Además no es necesario que te disculpes, ya lo hice yo. —¿No deberías haber salido ya? —preguntó, mirando el reloj. —Me faltan algunas