15. ¡Lo que me faltaba!
En la mansión, Emma hacía los quehaceres de costumbre y acomodaba las cosas para preparar el almuerzo, mientras Joseph se entretiene con la mantención de los jardines. Gabriel sigue profundamente dormido, pues se acostó bastante tarde, terminando de acomodar su portafolio, ya que Corin le había pedido que actualizara sus datos y así recomendarlo entre sus conocidos.«No podía permitir que en mi primera noche en esta casa, ella entrara a mi habitación como Pedro por su casa, así que, sin importarme nada, salí de mi habitación y tal como lo hizo ella, entré en la suya, la que se encontraba completamente a oscuras.Caminé hacia la gran cama con dosel, y un suave haz de luz daba justo sobre su dulce rostro, el cual me permití admirar por unos momentos, mientras recorría con la mirada su blanca y tersa piel. Se encontraba recostada boca abajo, sólo con sus pies tapados, y aunque la molesté por su ridículo pijama de corazones, no podía negar que era toda una tentación verla así. Me senté l
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