Theo. Las veces en los días anteriores que la vi sonriendo y preparando la habitación de la bebé, su ropa junto a todas las cosas en las compras, no me imaginé que sería de las últimas. Me negaba a creerlo, pero no podía hacer nada más que permanecer frente al féretro donde mi hermana se encontraba. Era como una pesadilla de la cual quería huir, no volver a saber de ella, ni sentir como una inmensa soledad me envolvió. Toda su vida Samantha fue la que me apoyó en todo, incluso con mis errores. La única que no me había abandonado, pero hace dos días, apenas cuarenta minutos después de salir de mi casa, me llamaron para darme la terrible noticia. Se había accidentado, estando embarazada. Lo único que pidieron hacer fue salvar a la bebé, pero mi hermana también se me había ido. No tenía a nadie más que a una bebé de dos días de nacida y una casa vacía, sin nadie más que yo. __ Lamento molestar, señor O'kelly. - me dijo Blanca, mi secretaria con la tristeza mezclada en sus ojos. -
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