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Todos los capítulos de Un príncipe en Construcción: Capítulo 21 - Capítulo 30
59 chapters
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Jennifer despertó cuando sintió lametones en la cara. No podía ser que Jeremy le estuviera haciendo esto, así que levantó la mano y lo alejó. Pero la cara de Jeremy estaba muy peluda.Algo no encajaba, y Jennifer abrió al fin los ojos. No era Jeremy quien le lamía la cara, era un Golden retriever que la miraba con unos ojos llenos de adoración, y tenía sus patas delanteras sobre la cama.— ¿Quién eres tú? —preguntó Jennifer moviéndose, y buscó su medalla. Coco Chanel, se llamaba, y luego verificó que, efectivamente, era hembra—. Coco, ¿eh? —sonrió Jennifer acariciando la cabeza de la perra, dándose cuenta de que todo esperó en esta vida, menos que Jeremy tuviera una perra, sobre todo, con ese nombre. Ésta le sacó la lengua en lo que pareció una sonrisa—. ¡Eres divina! —Coco se acercó para lamerla otra vez, pero ella se alejó, y la perra, nada molesta por su rechazo, movió la cola y se metió al baño.Se movió suavemente en la cama. Estaba sola en ella, y una sábana la cubría. Se sentó
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Qué interesante es esta relaciónEntre más conozco de ti, más quiero saberEntre más cerca te tengo, más hermosa te vesNo te alejes nunca, te has vuelto mi adicción.Apenas anoche se habían conocido en el aspecto íntimo, pensó Jennifer mirando a Jeremy irse a trabajar, y ya sentía que no tenía suficiente de él. Le hubiese gustado que la despertase más temprano para seguir en esas labores que, había descubierto, le encantaban con él.No era justo que tuviera que trabajar en su primer día de casados…Suspiró resignada y se encaminó de vuelta al comedor a esperar su desayuno con Coco pegada a sus pies, al parecer, la perra había decidido que sería su nueva mejor amiga, y allá a donde iba, estaba ella. Pero, aun cuando varios del personal doméstico la vieron sentada por más de quince minutos en la mesa del comedor, ninguno se acercó a preguntarle qué le apetecía, ni a traerle siquiera un café.Había contado por lo menos a tres personas, los había visto desplazarse por la casa, subir las
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—Nada más necesito a cuatro personas para hacer que la casa funcione, y hasta ahora, sólo he visto comedimiento en uno. ¿Cuántos aquí son cocineros? —Tres levantaron la mano—. ¿Quiero un almuerzo gourmet en treinta minutos, ¡andando! —los tres cocineros corrieron a la cocina, y Jennifer miró al resto—. ¿Un jardinero? —dos levantaron la mano—. Están despedidos, los dos.—Pero…— ¡Fuera!— ¿Buscarás nuevo jardinero?—Tus jardines lloran de resequedad; si un ser vivo no les tocó el corazón al ver cómo morían, no puedo confiar en ellos.—Yo podría… encargarme de los jardines —dijo un joven que llevaba uniforme de chofer.—Tendrás dos semanas para probarme que puedes. Ustedes tres, tráiganme toda la cubertería de plata que haya en la casa; ustedes dos, pongan sobre la mesa todas las vajillas, sean de porcelana o de barro. Tú, tú y tú, en una hora pasaré por todos los baños, revisando. Si encuentro que algo está incompleto, sucio, o feo, se irán de mi casa. Créanme que no tengo problemas en
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A tu lado mis días son como un regaloCada hora, un presente del cieloEntre más te conozco, más te quieroEres el tesoro que yo más había buscado.Se fueron de compras por la mañana. Jennifer llevaba zapatos planos, jeans, una blusa amplia y cómoda y el cabello suelto. Parecía lista para una maratón, y eso sólo hizo que se le encogiera el corazón. Seguro que le esperaba una.Lo hizo entrar a una sastrería. Se dio cuenta de que era una sólo al entrar, pues fuera no había letreros de ningún tipo, ni había ropa vistiendo a maniquíes que se pudieran ver desde afuera. Parecía una casa normal hasta que entrabas, pues todo estaba lleno de estantes de madera de aspecto muy antiguo, y trajes colgados en perchas también de madera. Olía a sándalo y a pino, con una mezcla de café y algo más. Era un sitio muy masculino, sobrio y agradable.El anciano que atendía se puso en pie al verla y le tomó las manos con cariño preguntándole por la salud suya y la de Lucile. Normalmente, el hombre no trabaja
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Luego de algunos días, la pareja estableció un ritmo. Jeremy siempre era el primero en despertar, y si Coco no lo urgía para salir, la despertaba a ella para hacer el amor. Jennifer nunca se negaba, ni decía estar cansada, ni tener dolor de cabeza, ni le pedía que la dejara dormir. Era la esposa perfecta.Sólo le incordiaba un poco cuando elegía mal la ropa. Era capaz de hacerle cambiar todo el atuendo que ya había elegido sólo por un detalle, pero él se dejaba guiar. Había notado que lo miraban diferente desde que ella le elegía la ropa, y era para bien.Luego de que él se iba a trabajar, si no tenía clases, Jennifer se encargaba de las cosas de la casa, de Coco, iba a visitar a su madre, o simplemente, dormía otro poco. El personal de servicio se había ido reduciendo con los días, y los que quedaban, hacían lo posible por conservar su empleo.Cuando al fin una decoradora tuvo tiempo para visitarla, Jennifer se emocionó. Por fin iba a dejar atrás esta casa que parecía el vómito de un
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Tan bonita, tan sensual, tan hermosa mi chicaSeducido por tu mente, por tu encanto y tu sonrisaTe convertí en mi sueño, en mi realidad, mi mejor amigaDepositaria de mis secretos, conocedora de mis cuitas…Jeremy observó desde una de las ventanas de su recién decorada casa a Jennifer, que llegaba de uno de los extremos del jardín examinando junto al jardinero los diferentes parterres de flores. Tenía jardín también, pensó, y se dio la vuelta para mirar los nuevos muebles y el decorado de la sala.La casa parecía otra, ella le había cambiado sólo el decorado, pero a veces no reconocía nada en ella, y no porque le disgustara o la sintiera ajena; cada día que pasaba era más suya, más de los dos. Por dentro y por fuera, la casa había cambiado mucho. Los colores, los muebles, la armonía que se respiraba… incluso el personal parecía otro, eficiente y solícito. No había siquiera que llamarlos, parecían adivinar que los necesitaban, y allí estaban.Su ropa siempre estaba limpia, ya no se ar
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Tragó saliva pensando en eso; sentía que estaba dando y dando, y, en cambio, él se guardaba todo. En la cama la relación era insuperable; en la sala, eran un modelo de marido y mujer, pero a la hora de la verdad, él era distante, excluyéndola de su vida. Hoy había sido el aniversario de muerte de sus padres, y no le había dicho nada, ni siquiera a modo de información. Había ido a visitarlos dejándola a ella por fuera. Tenía otro hermano, aunque adoptivo, y no se lo había dicho; que fuera famoso o no, tal como él decía, no era relevante, pero no podía evitar sentirse aislada por haberlo ocultado.A pesar de estar casados, a pesar de ser su esposa, de lo bien que se llevaban, ella seguía siendo una extraña para él.Salió de la bañera para aclararse el jabón en la ducha sin mirarlo directamente a los ojos. Sentía que los ojos le picaban. En momentos como este, se le olvidaba que esta relación era pura conveniencia, nada de sentimientos.Lamentablemente, ella sí se estaba involucrando, ca
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Conoces cada detalle de míYa nada te puedo esconderDescubres mi alma para tiSólo estoy a tu mercedJeremy subió a su habitación casi a la una de la madrugada. De no ser porque Aidan empezó a bostezar, se habrían quedado hablando largo rato, pero estaba cansado, pues había volado desde Europa la noche anterior para estar aquí hoy temprano, y no había descansado en todo el día.En silencio, se sacó la ropa y se metió en la cama sintiéndola muy grande y muy fría. A un extremo estaba Jennifer, dormida y de cara hacia el otro lado. Se acercó a ella y la abrazó, sintiendo, inevitablemente, que la frialdad que había traído en su corazón se disipaba lentamente al calor de su cuerpo. Ella despertó, y al sentir las manos de él por su cuerpo, murmuró:—Hazlo rápido, mi marido está abajo —Jeremy se quedó completamente quieto sobre ella, pero pasados unos segundos, la apretó tan fuerte que ella empezó a protestar entre risas—. Ah, que eres tú. Lo siento—. Lanzó un chillido cuando él se le puso
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Él sintió la mano de ella acariciarle el pecho, reconfortarlo. Tragó saliva y siguió.—Con nuestro dinero, hicimos borrar nuestros historiales de la policía —siguió—. Trazamos un plan. Teníamos que dar con la cabeza de la red de asesinos y asaltantes que mataron a mamá y a papá, pero resultó ser mucho más complicado de lo que pensamos en un principio; cuando dábamos con un pez gordo, nos dábamos cuenta de que había otro más gordo aún, hasta que entendimos que había alguien muy arriba, muy encumbrado, que estaba detrás de todo.—Y por eso te casaste conmigo, para descubrir quién es el que domina las calles, porque es alguien de la alta sociedad y quieres atraparlo en su propio terreno—. Jeremy guardó silencio.—Y porque ahora estamos seguros de que no fue un simple asalto —dijo luego—. Los asesinaron bajo la orden de alguien.— ¿Tus padres guardaban algún secreto? ¿Tenían dinero oculto? ¿Información? —lo sintió sonreír.Salió de la cama, y en la oscuridad, Jennifer lo vio ponerse una b
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Que todo se vaya al vacío, que se pierdaQue se vayan los amigos, los planes, el planetaQue nada quede en las calles, que se nuble el solPero no te vayas tú, que se quede tu amor.Tan sólo una semana después estuvieron en el viejo continente. Al principio, Jennifer prácticamente permaneció sola durante el día, tiempo que aprovechaba para pasear por París, y a chequear las tiendas a las que luego iría con Jeremy y su abultada billetera. No se sentía molesta por tener que esperarlo hasta la noche; habría podido estar aún más sola en casa, sin la posibilidad de tenerlo, aunque fuera por la noche, y aquí, además, se estaba regalando la vista con los hermosos paisajes de París.Suspiró recostándose en el barandal de un pequeño parque. Inevitablemente, desde aquí también se podía ver la torre Eiffel; y la ciudad, en pleno verano, hervía de gente y turistas, como era normal.Y no podía evitar sentirse contenta.Anoche había hablado mucho con Jeremy. Cada vez, él le abría más su corazón, ca
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