CAPÍTULO 9 Se sentaron ellos dos y la abuela, a la mesa decorada con exquisito gusto y alumbrada con velas. La suave luz se reflejaba en las superficies pulidas de los inapreciables muebles antiguos. Un sirviente italiano llamado Armando sirvió la deliciosa comida, moviéndose de un lado a otro con natural soltura. Leticia, que era hermana de Lupe, que Sydney descubrió posteriormente, entraba de vez en cuando a ayudarle. Armando era el hermano mayor de las dos. La madre, Leona, cocinaba y manejaba la casa con indiscutible eficiencia. Salvatore se sentó en la cabecera, con expresión fría y lejana. Sydney no intervino en la conversación entre él y su abuela. La anciana, con la espalda recta y actitud imperiosa, se sentaba a la izquierda de su nieto. No la tomó en cuenta, en ningún momento, la presencia de la mujer sentada frente a ellos, era como si no existiera. Salvatore habló con su abuela de los acontecimientos del día, de las condiciones de los viñedos y de los negocios de la imp
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