CAPITULO 14

CAPÍTULO 14

Salvatore la despertó antes del amanecer, para que de nuevo fuera con él a inspeccionar los viñedos.

—Buenos días, Marco.—el saludo cortés de su marido fue pronunciado con cierto sarcasmo, que los oídos sensitivos de Sydney no dejaron de percibir—. ¿Está enfermo Pablo?

—No, pero lo dejé dormir un poco más esta mañana —contestó el hombre llamado Marco.

A Sydney le pareció que el individuo la estaba observando con atención, pero no podía estar segura, porque sus ojos quedaban ocultos por el ala del sombrero. La abuela empezó a hablar en italiano, con visible disgusto, cuando Salvatore la ayudó a subir Al todoterreno y Sydney se dirigió a su propio asiento y descubrió que Marco la había seguido.

—Es muy agradable que hayas vuelto, Sydney—comentó en tono casual—. Déjame ayudarte.

Un estremecimiento de temor la sacudió. Había algo en la familiaridad del hombre que daba la impresión de cierta intimidad, se apartó de él en forma instintiva, sin darse cuenta de la atención con que
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