Capítulo de regalo, ahora sí, a partir de aquí se descubre la verdad. Por cierto, estoy al dia.
CAPÍTULO 22 La atrajo hacia él y sus manos exploraron las líneas de su cuerpo; su boca buscó y encontró sus pechos, Sydney sintió que se enloquecía de pasión. Su cuerpo se convirtió en una llama ardiente en los brazos de Salvatore, concentrada solo en el hombre que la tenía en sus brazos, en la satisfacción de una necesidad tan grande, que el sol brillante de arriba y el duro suelo sobre el que yacía, le parecían inexistentes. Sydney le recorrió el torso desnudo con las palmas de las manos. Las yemas de sus dedos descubrieron cada curva de sus músculos. ―Eres tan suave… Su pequeño comentario hizo que Salvatore esbozara una sonrisa. ―Tócame todo lo que quieras ―susurro y bajo la cabeza para besarla ― rápido, despacio… como quieras… Sydney clavo las uñas en su espalda estremeciéndose con su beso. Luego Salvatore trazo un sendero de besos hacia el valle entre sus pechos, sus terminaciones nerviosas se erizaron cuando ella pasó las uñas por sus hombros en un sensual jugueteo. Él no
CAPÍTULO 23 El sol y el cielo se mezclaban con los maravillosos olores de la tierra que despertaba con la primavera, y todo ello se convirtió en parte de la plena satisfacción de Sydney. Se dio cuenta, vagamente, de la repentina y absoluta inmovilidad del cuerpo de su esposo por un instante; pero era tan intenso su placer que decidió no ahondar en las razones por las que se había quedado tan quieto. Entonces, en la belleza del amor compartido y en la gloriosa lasitud que siguió a ella, todo lo demás perdió importancia para ella. No así para Salvatore. Un sollozo que ella no escuchó quedó contenido en su garganta, se movió y sus ojos recorrieron el rostro encendido y satisfecho de la mujer que tenía en los brazos. El color desapareció de sus facciones mientras la miraba con expresión desolada que, curiosamente, se mezclaba con una de extraña felicidad. Sydney extendió los brazos hacia él cuando empezó a retirarse. Una vez que el placer se disipó, la cruel verdad lo golpeo con fuer
CAPÍTULO 24 Controlando su corazón y pensando con cabeza fría, ordeno a una de sus secretarias que hiciera una llamada, segundos después, una chica se asomó a la puerta de su oficina. —Señor, la llamada telefónica que esperabas acaba de llegar. —Gracias. —se volvió y agarro el teléfono con ansiedad. Por la noche, cuando llego a casa, su estado de ánimo no estaba mejor. Se había comunicado con un investigador privado, le había enviado fotos de Sydney y esperaba tener respuestas cuanto antes. Sin embargo, no podía negar que, a pesar de la curiosidad por descubrir la verdadera identidad de la mujer, que había llegado a amar en todo este tiempo, el miedo también se hizo presente, el solo pensar que ella pudiera pertenecer a alguien más, lo llenaba de terror. También tenía que saber el paradero de Estéfano y para su desgracia Sydney. Se volvió hacia su esposa y la miro con un poco de culpa que trato de esconder detrás de una sonrisa. Le tendió su mano y dijo. —¿Te sometemos a la prue
CAPÍTULO 25Al día siguiente, bajó a desayunar, con grandes ojeras, consecuencia de su mala noche. Salvatore clavó sus ojos en ella, su expresión era entre curiosa y triste. Paolo mantenía su atractiva personalidad, divirtiendo a su abuela hablando de sus travesuras infantiles.Sydney se sentó en la orilla de la silla, abrumada por el miedo, pero a la vez ansiando la cercanía de su marido.—Pareces enferma, amore. Tal vez será mejor que descanses —había una orden suave, pero muy clara, en las palabras de Salvatore.—Estoy bien. Lo que pasa es que dormí un poco mal.—Entonces sube y descansa, Paolo puede recorrer los viñedos conmigo.—Estoy de acuerdo, se te ve cansada, Sydney —intervino la anciana, con preocupación en la voz. —. No podemos permitir que te enfermes, ya es suficiente con Vivían.—Estoy seguro de que mi esposa se pondrá bien, ahora que estamos aquí —aseguró Paolo, sin dejar de sonreír—. Bajará más tarde a conocerte, Sydney. Yo estoy de acuerdo con que deberías quedarte a
Cuando regresaron al yate y la condujo al camarote principal y no hizo ni siquiera el intento de besarla, solo escucho cerrarse la puerta con firmeza al salir. Salvatore se quedó de pie, inmóvil, apretando las manos y tratando de controlar su deseo por la mujer, de la que ahora estaba seguro no era su esposa, pero que, sin duda, era la mujer que amaba.Antes de decirle la verdad, tenía que estar seguro de quién era, conocer su verdadera identidad y que relación tenía con Sydney y si después de todo eso ella aún seguía teniendo sentimientos por él, entonces vivirían su amor sin reservas.Sydney pasó otra noche muy inquieta en una cama hecha para dos. Por la mañana, se encontraba en la cocina preparando el desayuno, cuando Paolo hizo su aparición.—¿Qué has hecho respecto a ponerte en contacto con Dominic? —le preguntó, sin molestarse en saludar siquiera.—Nada —contestó ella mientras servía el jugo de naranja. —. No hay nada que pueda hacer. Ya le he explicado el problema, tendrá que
CAPÍTULO 27Cuando abrió los ojos se dio cuenta de que estaba en una habitación. El recuerdo repentino de lo que sucedió, penetró su cerebro y Sydney se movió inquieta. Una mujer se asomó por la puerta, sonrió con alegría y desapareció. Volvió unos minutos más tarde con una bandeja llena de comida.—Debe tener mucha hambre —hablo con voz dulce—. Por favor, coma un poco. Hay un hombre, más bien dos, que quieren verla.Arregló la bandeja sobre la cama, frente a Sydney. Le acomodó bien las almohadas y la ayudo a sentarse. Luego se sentó en una silla que había colocado junto a la cama y esperó a que comiera.Emma le sonrió.Los recuerdos de la explosión del yate la golpearon y pronto su corazón se agitó al no saber si Salvatore y Vivían estaban dentro.Después de la explosión, había nadado hacia la lancha de motor que debería estar allí, asegurada con sus amarras. Pero no estaba. Sólo Paolo podía haberse llevado la lancha. Ella estaba sola en el yate cuando estalló el fuego, entonces reco
CAPÍTULO 28 —Supongo que no lo necesita —comentó al hombre que se había detenido junto a ella. —¿Me permite? — dijo con brusquedad cuando reconoció la prenda. —¿En dónde encontró esto? —Pertenece a la muchacha que se desmayó—contestó—. Lo dejó caer. Su esposo acaba de llevársela a su casa, me dijo que se desmaya con frecuencia. —¿La vio desmayarse? ¿Cómo era ella? —No, no la vi exactamente. Me pareció que se desplomó y él la detuvo, fue cuando se cayó el abrigo. —¿Cómo era ella? — pregunto ansioso. —Tenía el cabello oscuro y era bonita. Eso sí. Rocco se apresuró a bajar las escaleras y rápidamente hizo una llamada. Cuando Sydney, recobró el conocimiento, se encontraba dentro de un auto que avanzaba a toda velocidad. Estaba doblada sobre el asiento, en una posición muy incómoda. Se movió, tratando de enderezarse, y notó que tenía las muñecas atadas con fuerza. Abrió los ojos y vio al conductor del automóvil, era Paolo. Sydney no se sorprendió, cerró los ojos y empezó a entend
CAPÍTULO 29 El rostro del detective permaneció impasible. Sonrió con suavidad y suspiro. —¿Quién eres, entonces? —Soy Elizabeth Prescott — su voz se perdió entre sus sollozos ― Soy hermana gemela de Sydney. Se fue de casa desde joven, se comunicaba poco con nosotros y un día apareció, pidiéndome que viniera a Italia con Dominic Casano y con Serafina. No estaba de acuerdo, pero él… él tenía una pistola... —sus sollozos ahogaron su voz por un momento—. Pensé que iba a matarnos, así que luché contra él, en el automóvil, la pistola se disparó y yo... lo maté. Fue entonces que el coche se salió del camino y se cayó al precipicio. —Ok, está bien… cálmate — acaricio la cabeza de Elizabeth y, con gentileza —. Ya hablaremos. Más tarde la llevaron al hospital y en él la condujeron al hospital y Rick la estaba esperando. Le hicieron un minucioso examen, buscando fracturas o contusiones que pudiera haber sufrido. De repente comenzó a sentirse mareada, con náuseas y vomitó. —Vamos, a la cama