Mientras tanto, en la manada de Vilkas, Maya había pasado seguro a la puerta de su habitación. No sabía cómo actuar en ese momento, ya que no quería ceder ante el abrumador deseo de su mate. Susurró en voz baja, tratando de controlar sus emociones. —Diosa Selene, eres realmente mala conmigo. Yo no quiero ser dominada por mi mate. ¿Porque el hechizo no funciona? Años atrás, en uno de los viajes de Maya hacia la manada Amanecer, ella brindó su ayuda a una mujer híbrida, mitad lobo y mitad hechicera del alquiducaje. En aquel momento, Maya le había pedido una poción especial: una que pudiera ocultar su olor durante su período de celo. Como guerrera rodeada de lobos, necesitaba esta protección. La amable mujer híbrida había accedido a ayudarla, y desde entonces, Maya había vivido en paz, confiando en esa opción. Sin embargo, desde que percibió la esencia de su mate, la magia había perdido su efecto. Parecía que ese macho lobo tenía la sangre muy caliente que desafiaba cualquier artificio
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