Mientras tanto, en la manada de Vilkas, Maya había pasado seguro a la puerta de su habitación. No sabía cómo actuar en ese momento, ya que no quería ceder ante el abrumador deseo de su mate. Susurró en voz baja, tratando de controlar sus emociones. —Diosa Selene, eres realmente mala conmigo. Yo no quiero ser dominada por mi mate. ¿Porque el hechizo no funciona? Años atrás, en uno de los viajes de Maya hacia la manada Amanecer, ella brindó su ayuda a una mujer híbrida, mitad lobo y mitad hechicera del alquiducaje. En aquel momento, Maya le había pedido una poción especial: una que pudiera ocultar su olor durante su período de celo. Como guerrera rodeada de lobos, necesitaba esta protección. La amable mujer híbrida había accedido a ayudarla, y desde entonces, Maya había vivido en paz, confiando en esa opción. Sin embargo, desde que percibió la esencia de su mate, la magia había perdido su efecto. Parecía que ese macho lobo tenía la sangre muy caliente que desafiaba cualquier artificio
A la mañana siguiente, Gina se despertó temprano. Sus ojos estaban pegajosos debido a las lágrimas derramadas la noche anterior. Se frotó las lagañas y, al girar la cabeza, vio al lobo que por primera vez en tres años la hacía sentir segura. Recordando a Eos, se inclinó como un resorte y se levantó con cuidado de la cama, dio varios pasos en cuclillas hacia la puerta. Estaba a punto de abrir el pomo de la puerta cuando la voz profunda de su mate la detuvo.—Mi amor, ven a la cama. Aún es temprano. Ven aquí, necesito tu cuerpo cerca del mío. Tengo frío —soltó Ares adormilado.Gina parpadeó varias veces al escuchar a su lobo perezoso. Se dio media vuelta, con el corazón latiendo sin freno. Emocionada por ese gesto de cariño de su mate, le respondió con timidez en la voz.—¡Ares! Tengo que ayudar a mi mamá con el desayuno y luego atender a la princesa.—Mi amor, no quiero despertar solo. Desde hoy, no trabajarás. Voy a hablar con Danna sobre ti. Además, cuando terminemos los pendientes q
En la manada Vilkas, Maya despertó con temblores en su cuerpo. Al girar hacia un lado de la cama, se encontró con su pervertido Mate, profundamente dormido. Trató de moverse con cuidado, pero sus muslos temblaban incontrolablemente. Finalmente, logró levantarse con sigilo y se dirigió al otro lado de la cama, donde se encontraba la mesa de noche. Abrió el cajón en silencio mientras susurraba en su mente: «Diosa Selene, por favor, ayúdame. Este hombre es un semental y no sé cuánto más podré soportar».Después de rebuscar entre los objetos con cuidado, finalmente encontró lo que estaba buscando. «Aquí está», pensó aliviada. Sentía que su cuerpo estaba ardiendo y necesitaba algo para calmarse, aunque no estaba segura de cuántas pastillas debía tomar. Decidió arriesgarse y estaba a punto de desenroscar la tercera pastilla cuando escuchó una voz.—¿Qué estás haciendo? —Duncan soltó un bostezo y giró la cabeza hacia ella. Al darse cuenta de la tableta de pastillas en la mano de Maya, saltó
El día de la boda finalmente había llegado, y los invitados comenzaban a llegar a la manada. Estaban ansiosos por el inesperado y grandioso evento que los reyes habían organizado. La noticia del casamiento se propagó por la manada, y todos estaban llenos de alegría y orgullo de que la celebración se llevará a cabo ahí. En la mansión para muchos era estresante, se estaban haciendo los últimos arreglos en dos espacios: uno donde se llevaría a cabo la ceremonia y otro donde se celebraría la boda.Eros y Danna apenas habían dormido esa noche; se despertaron abrazados, y él, antes de levantarse, besó a su mate con dulzura.—Mi amor, la diosa Selene, no permitirá que nada malo nos suceda.—Eros, tengo miedo por ti. Sé que llegamos a un acuerdo por nuestras hijas, de que si algo llegara a ocurrir, nosotras tendríamos que escapar. Siento que no podré soportar vivir sin ti —respondió Danna con voz temblorosa, aparentando ser fuerte.Eros la miró fijamente con sus profundos ojos azules durante
Los invitados comenzaron a gritar cuando los disparos resonaron en el ambiente. Eros, al escuchar los tiros, se giró hacia la entrada de la carpa. Allí, sólo pudo distinguir a los salvajes abalanzándose sobre un grupo de hombres, pero su avance fue detenido por las balas que los derribaban implacablemente. En medio de la confusión, Eros miró a Danna afligida, quien tenía un nudo en la garganta, le susurró. —Sabes que debes irte, protege a mis hijas —Mientras le daba un tierno beso en los labios. A regañadientes, Danna sabía que no podía quedarse y luchar, aunque ese era su deseo. Tenía que proteger a Eos. Sintió cómo la arrastraban hacia atrás. —Danna, tenemos que abandonar este lugar, por favor, vámonos, yo te cubro —Maya, expresó con evidente preocupación. Sabía que su amiga estaba sufriendo al dejar a su amado atrás. Sin perder tiempo, Maya sacó un arma de fuego y volvió a jalar a Danna, instándola a correr hacia la mansión. Danna obedeció y se adentra por un pasillo lateral de
Eos, al ver a su mamá, se destapó a llorar. No quería que ese hombre malo les hiciera daño. Dio unos pasitos hacia su mami y se aferró a sus piernas. Danna, automáticamente colocó a la niña detrás de ella. Le partía el alma verla así. Quería cargarla para consolarla, pero era peligroso con ese demente apuntando. —Esto va a ser mejor de lo que esperaba. Voy a matar dos lobitas al mismo tiempo. Esta vez me voy a cobrar que me hayas arruinado la vida, mataste a mi nieta y me dejaste sin hogar —vociferó con ira en cada palabra. Danna, con una mirada asesina, respondió. —Será mejor que sueltes esa arma, y seré piadosa contigo por ser un viejo lobo. De lo contrario, te arrancaré la cabeza. —Muertas no vas a poder hacer nada. Lástima que tu hija va a vivir sin madre, pero te prometo que la cuidaré muy bien —Él sonrió con desprecio mientras apretaba el gatillo, sin pudor alguno disparó. En ese momento de angustia, Eurides respondió a sus más profundos instintos al ver cómo el hombre apret
Danna prestó atención a Eurides mientras respiraba con normalidad y abría los ojos. Después de un breve instante, le hablo con una voz llena de ansiedad.—¡Eurides! ¿Cómo te sientes? ¿Estás bien?Eurides miró a Danna con asombro y trató de encontrar las palabras adecuadas para describir lo que había experimentado. Sus ojos brillaban con emoción mientras respondía.—Me siento bien —con una expresión de sorpresa y alegría continuó—. ¡Danna! De repente sentí como todo el dolor y la angustia desaparecían. Sentí una paz profunda y sanadora. No puedo explicarlo, pero estoy segura de que algo extraordinario he experimentado —puso una cara de asombro al llevar la mano a su herida y estaba cerrada— ¡Danna! ¿Cómo es posible que mi herida esté sanando de esta manera?—Yo abuelita te he sanado con mi sangre —Interrumpió una risueña vocecita.Eurides miró a la pequeña con ternura y expresó con gratitud.— Gracias, mi princesa, por regresarme a la vida. —Luego, desvió la mirada hacia Danna y contin
El corazón de Danna latía con una intensidad que casi parecía querer escapar de su pecho cuando presenció la llegada de su gente para brindar su apoyo. Sus ojos recorrieron el tumulto de caras conocidas: Eros, Maya, Duncan... Pero en su búsqueda se asustó cuando vio a Ares aferrándose a su pierna izquierda y retorciéndose del dolor. Un escalofrío de preocupación recorrió su espalda mientras se le vino a la mente Gina, ella debería haber estado con su hija. La herida de Eurides la había distraído, pero ahora, al ver Ares, se dio cuenta de que no tenía idea de dónde estaba. Ella se levantó de golpe y dio unos pasos hacia la cama. Con una voz llena de ansiedad y temor, le preguntó a Eurides.— Eurides, ¿dónde está Gina? No se suponía que estaba con ustedes.Eurides, con tristeza en sus ojos, miró a Danna mientras admitía.—¡Danna! Me olvidé de Gina —expresó una voz inquietante, unas lágrimas solitarias empezaron a recorrer su rostro—. Helena se la llevó, Nick la estaba esperando. Por la