Danna prestó atención a Eurides mientras respiraba con normalidad y abría los ojos. Después de un breve instante, le hablo con una voz llena de ansiedad.—¡Eurides! ¿Cómo te sientes? ¿Estás bien?Eurides miró a Danna con asombro y trató de encontrar las palabras adecuadas para describir lo que había experimentado. Sus ojos brillaban con emoción mientras respondía.—Me siento bien —con una expresión de sorpresa y alegría continuó—. ¡Danna! De repente sentí como todo el dolor y la angustia desaparecían. Sentí una paz profunda y sanadora. No puedo explicarlo, pero estoy segura de que algo extraordinario he experimentado —puso una cara de asombro al llevar la mano a su herida y estaba cerrada— ¡Danna! ¿Cómo es posible que mi herida esté sanando de esta manera?—Yo abuelita te he sanado con mi sangre —Interrumpió una risueña vocecita.Eurides miró a la pequeña con ternura y expresó con gratitud.— Gracias, mi princesa, por regresarme a la vida. —Luego, desvió la mirada hacia Danna y contin
El corazón de Danna latía con una intensidad que casi parecía querer escapar de su pecho cuando presenció la llegada de su gente para brindar su apoyo. Sus ojos recorrieron el tumulto de caras conocidas: Eros, Maya, Duncan... Pero en su búsqueda se asustó cuando vio a Ares aferrándose a su pierna izquierda y retorciéndose del dolor. Un escalofrío de preocupación recorrió su espalda mientras se le vino a la mente Gina, ella debería haber estado con su hija. La herida de Eurides la había distraído, pero ahora, al ver Ares, se dio cuenta de que no tenía idea de dónde estaba. Ella se levantó de golpe y dio unos pasos hacia la cama. Con una voz llena de ansiedad y temor, le preguntó a Eurides.— Eurides, ¿dónde está Gina? No se suponía que estaba con ustedes.Eurides, con tristeza en sus ojos, miró a Danna mientras admitía.—¡Danna! Me olvidé de Gina —expresó una voz inquietante, unas lágrimas solitarias empezaron a recorrer su rostro—. Helena se la llevó, Nick la estaba esperando. Por la
Gina se encontraba en la parte trasera de una camioneta, con Helena en el asiento del copiloto y Nick al volante. Sus lágrimas caían en silencio mientras se abrazaba a sí misma, perdida en sus pensamientos. A pesar de que Nick hablaba, su voz parecía distante y apenas lograba penetrar en la neblina mental que la envolvía. No tenía ningún deseo de prestar atención a sus palabras.El tiempo parecía desvanecerse mientras el vehículo avanzaba. Gina perdió la noción del tiempo, sin poder distinguir si habían pasado minutos u horas desde que emprendieron su viaje. Finalmente, sintió cómo el automóvil se detenía con un suave sacudón y percibió el sonido de la puerta del vehículo siendo abierta.—¡Vamos, Omega, bájate! —rugió Nick, sus manos agarrando con firmeza la muñeca de Gina. Ella luchaba, pero la fuerza del Alfa era abrumadora, arrastrándola hacia un viejo roble.—Helena, aquí acamparemos. En la parte trasera del carro, encontrarás unas cuerdas, tráelas —vociferó Nick mientras forzaba
Orion se internó en el inmenso bosque a toda velocidad, persiguiendo el seductor aroma de su mate. Cuando finalmente avistó la camioneta negra entre los árboles, se transformó en su forma humana. Ares, con sus ojos oscuros centelleando de rabia, avanzó con pasos decididos hacia donde Nick se encontraba junto a Gina, al verlo como la tocaba la ira ardía en sus venas mientras sus manos se crispaban en puños tensos.Helena, al divisar la llegada de Ares y la energía que emanaba de su semblante, comprendió de inmediato que la situación se había descontrolado por completo. Sin hacer ruido, sintiendo que era lo mejor para su propia seguridad, retrocedió cautelosamente y se adentra en la densidad del bosque, desvaneciéndose entre la espesura como una sombra en la noche.Nick giró bruscamente al escuchar una voz que resonó en el lugar y su rostro se contrajo de rabia al encontrarse con Ares.—Vaya, vaya, ¿a quién tenemos aquí? El Gamma de la reina —espetó Nick con un tono hostil.Una carcajad
Gina presionaba sus labios contra el cuello de Ares, desencadenando una reacción instantánea que lo hacía estremecer. Cada beso, cada caricia de sus labios encendía la pasión en él. Atravesó la extensa pradera a toda velocidad, dejando atrás las tierras del sur. Gina estaba frente a él, sus cuerpos rozaban, y la hombría de Ares palpitaba al sentir la proximidad de su entrepierna. Sus corazones laten al unísono, acelerados por el aroma embriagador de las feromonas de Gina, como cerezos en plena floración.Recorrieron varios kilómetros hasta adentrarse en un bosque de una belleza indescriptible. El lugar estaba rodeado de flores y un río de aguas cristalinas serpenteadas por el paisaje. Ares detuvo el carro frente a una cabaña y, con cuidado, bajó con su pequeña loba enroscada a su cuerpo.Gina sentía un vapor que emanaba de su cuerpo, su zona íntima se contraía con anticipación, y su respiración se volvía agitada. Al ser descendida del carro, levantó la cabeza y sus ojos se deleitaron
La mansión era un completo caos. Eros dio instrucciones a sus soldados para que retiraran a los muertos que no pertenecían a su manada de su territorio. Mientras tanto, Danna corría de un lado a otro, abrumada por la tristeza causada por la pérdida de varios de sus cachorros en el combate. En medio de la confrontación Memnón resultó herido, al recibir la noticia Danna salió corriendo para estar a su lado. —Mi cachorrito, aguanta. Fíjate que tienes a un pueblo que te necesita —Danna lloraba, sintiendo cómo su corazón se retorcía al ver al lobo morir lentamente ante sus ojos. La herida que Memnón tenía era profundamente grave y la sangre de su cachorra no lo podía curar, el lobo había sufrido tanto para proteger a los sirvientes que se ocultaban dentro de la mansión. El animal emitió un último gruñido antes de cerrar los ojos. El lugar se llenó con los sollozos de las personas presentes; algunos estaban sorprendidos de que la bestia que solía jugar con los niños, la misma que recorría
Al salir el sol, el humano y sus hombres se adentraron en los confines de las tierras de los lobos. Mientras el humano esperaba la llegada de Sander y Nick, encendió un cigarrillo y dejó que el humo se elevase en espirales. Sin embargo, el cigarrillo se desprendió de sus labios en un gesto involuntario cuando quedó inmóvil, estaba petrificado por el espectáculo que se desplegaba ante sus ojos: en la montaña se aparecían lobos, tanto en su forma humana como en su aspecto animal. En un abrir y cerrar de ojos, sus hombres reaccionaron con rapidez y extrajeron sus armas de fuego, apuntando firmemente hacia los lobos que se cernían sobre ellos.Eros, al frente de su grupo de guerreros, descendió majestuosamente de la montaña y avanzó sin temor alguno hacia el humano. Su presencia imponente dominaba el paisaje.—Tú debes de ser el humano que proporcionaba armas de plata a los traidores a cambio de nuestras mujeres lobas —resonó su voz con estruendo en el lugar, haciendo que los hombres se m
Meses después, Danna se encontraba en su habitación, con los pies notoriamente hinchados, lo que preocupó profundamente a Eros. Con creciente inquietud, decidió llamar al médico para que la examinara en la mansión. Mientras Danna se acercaba al baño, sintió una urgencia incontrolable de orinar. Sin embargo, en ese momento, experimentó una sensación incómoda: un líquido comenzó a escurrirse por sus piernas, seguido de una punzada dolorosa en su zona íntima, lo que hizo que su rostro se contrajera de dolor. —¿Qué está pasando? ¿Qué te sucede, mi amor? —preguntó Eros, alarmado. Se encontraba cerca de la ventana y, al ver la expresión de dolor en el rostro de Danna, corrió hacia ella. Sin perder un segundo, la tomó de la mano y la llevó hasta la cama. —Nuestra bebé se está adelantando, este embarazo es diferente a cuando llegó Eos —dijo Danna, mientras volvía a experimentar el mismo dolor. Eros entró en un estado de pánico, su mano derecha instintivamente se posó en su sien y comenzó a