Gabriel sentía más confusión que dolor. ¿Por qué su caperucita había escapado toda asustada de él? ¿Acaso ella no sintió la conexión que tenían? ¿Y quién era ese niño? No era su hijo, de eso estaba seguro.Era humana, de algún modo la Diosa Luna había decidido que su compañera seria una humana. Nunca se habría esperado estar en ese tipo de situación. Él siempre había supuesto que cuando encontrara a la indicada esta seria de su misma especie, no una de los humanos.–Por eso no la encontraba nunca, no estaba entre los nuestros.Volvió sobre sus pasos y se dirigió había la cafetería donde esperaba que le pudieran dar información sobre su futura Luna.–Lo siento señor, pero esa información no se la puedo entregar.–¿Qué? –Él lo había pedido de manera muy amable, solo quería saber dónde vivía su compañera, pero esa idiota no quería decirle. Ya sentía que su temperamento estaba sufriendo. – ¿Se puede saber por qué NO? –El “no” lo había terminado gritando, ocasionando que varios de los clie
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