¿Qué hacer? ¿Qué hacer?
Lisa estaba bloqueada, al ver a su pequeño convertirse les mostró a esos dos hombres lobos que era uno de ellos y estos lo estaban mirando con cara de sorpresa.
–Es un Alfa. –Gabriel, solo con verlo, pudo decirlo. La manera en que estaba delante de su madre tratando de protegerla de ellos lo demostraba. –¿Qué hace una humana criando a un cachorro Alfa? –Ellos no se habían dado cuenta de nada. No olía como hombre lobo, hasta hace unos momentos tenía un olor a humano y con esto fue que le surgió otra duda –¿Acaso eres humana?
Los dos la miraron y vieron cómo se sorprendió con esa pregunta.
–Eres una de los nuestros. –Patrick miró a Gabriel. –Y tú sin saber que hacer porque nuestra luna era una humana.
–¿Luna? –Lisa reaccionó con eso. Esto estaba cada vez peor. –Yo no seré tu luna.
–¿Me estas rechazando? –Gabriel eso no se lo esperaba.
–Si. –Lisa lo miró a los ojos cuando dijo esto. –No tengo ganas de tener compañero y mucho menos un Alfa.
–¿Ah? ¿Te molesta que sea un Alfa? –Gabriel estaba cada vez más sorprendido.
–Sí, los Alfas son egoístas, crueles, violentos, arrogantes, autoritarios.
La risa de Patrick se escucho por todo alrededor.
–Me gusta.
–¿QUÉ? –Eso sonó como un ladrido por parte de Gabriel hacia su mano derecha y lo miró como si quisiera castigarlo.
–Te faltó bipolar. –Patrick miro hacia Lisa al hablar, pero la vio retrocediendo asustada tratando de acercar al pequeño cachorro a sus brazos. –La asustas.
Rápidamente Gabriel se giró a mirarla y se dio cuenta que su beta tenia razón.
–Tranquilo. –Primero tenía que tranquilizar al cachorro, así que uso su voz de alfa con él. Un pequeño no tenia ninguna oportunidad de hacerle frente y pronto volvía a estar en su forma humana con ellos.
Lisa buscó en el furgón algo rápido con que vestirlo y así tenía un momento para analizar la situación. No tenía manera de salir de ahí por las buenas y creía que por las malas tampoco. Estaba completamente bloqueada, pero tampoco quería hacer lo que ellos quisieran. Tendría que esperar alguna oportunidad en la que pudiera escapar. No sería la primera vez que haría un escape. Con ese pensamiento listo volvió a enfrentarlos.
–No voy a ir a ninguna parte con ustedes. –Se los dijo firme, para que vieran que no estaba jugando.
–No te quedaras aquí. –Las palabras de Gabriel sonaron a órdenes en los oídos de Lisa.
–A mi no me das órdenes.
–Eres mi compañera. –Para Gabriel eso era lo primordial. Él solo estaba buscando lo que era mejor para su pareja y eso no era quedarse en esa ciudad rodeada de humanos. Ella tenía un lugar en el que estar: a su lado.
–No eres mi dueño. –Lisa estaba decidida a hacer lo que ella quería y lo primero era convencerlos de que de ahí ella no se movía.
Gabriel gruño. Su compañera en vez de loba era una mula.
A la mente de Lisa llegó una imagen de un alfa que odiaba. El padre de Theo. Por momentos parecía que ella iba a sufrir lo mismo que su amiga. Abrazó un poco más a Theo. No estaba dispuesta a soltarlo por el momento.
Y definitivamente ella no pasaría por lo mismo que Camila.
–No me iré. No pienso cambiar de opinión.
Gabriel no estaba acostumbrado a que alguien le llevara la contraria, siempre hacían todo lo que él quería. Todos.
Y justo ahora tenía que conocer a una porfiada.
–Volverás con nosotros a la manada Eclipse y punto.
No pensaba seguir con ese tema. No importara lo que Lisa dijera. Ella se iba con ellos.
Se acercó y antes de que se diera cuenta tenía al pequeño Theo en sus brazos.
–Suéltame. ¡Mamá! –Theo se revolvía entre los brazos de Gabriel, este lo abrazó mas fuerte.
–¡Devuélveme a mi hijo! –Lisa se tiró en su espalda dándole golpes para que soltara al niño. No tomó en cuenta a ninguno de los dos y le entrego el cachorro a Patrick.
–Nos vemos en la manada. –Se dio vuelta para abrazar a Lisa y que esta no se fuera encima de su beta y ambos vieron como el vehículo se alejaba. –Bien. Estamos listos. Ahora solo somos tu y yo caperucita. ¿Qué era eso de que no irías a la manada conmigo?
–Te odio.
*
–¡MAMÁ! –Los gritos de Theo ya estaban dejando sordo a Patrick.
–Hey chico ya para. Veras a tu madre pronto.
–¿De verdad? ¡Yo quiero verla ahora! Se quedó con ese hombre malo. –Theo estaba llorando, el necesitaba a su mamá. ¿Es que ese hombre no se daba cuenta?
–Él no es malo. Solo incomprendido.
–¿Qué es eso? –Theo preguntó al oír una palabra nueva para él.
–¿Incomprendido? Pues alguien a quien no entienden.
Theo estuvo en silencio por un minuto antes de volver a hablar.
–Quiero a mi mamá.
–Pronto. Lo prometo. Cuando lleguemos a casa la veras. –Iban pasando por el centro de la ciudad cuando Patrick tuvo una idea. Necesitaba ganarse al niño o si no el viaje seria horrible y él no se creía con la paciencia para soportar un viaje de dos horas a un niño. –¿Quieres un helado?
–¡Sí! –A Theo le encantaban los helados, si fuera por el todos los días y a cada rato tendría un helado, pero su madre era estricta y no lo dejaba comer mucho. –Quiero uno de chocolate.
En cuanto llegaron a una heladería Theo miro los sabores buscando su preciado chocolate y vio dos, chocolate normal y otro de chocolate suizo. Él debía tener los dos sabores.
Theo estaba en el cielo al probar su barquillo de dos sabores mientras volvían al vehículo. Se subió y Patrick le abrochó el cinturón de seguridad para después subirse él y poner el auto en marcha. El niño estaba feliz con su helado. Puso música y se fueron.
Cinco minutos después el helado había desaparecido y de algún modo en el vehículo se escuchaba a todo volumen la canción un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña con Theo cantándola a todo pulmón.
Cuando terminó se hizo el silencio por un segundo.
–¿Cuánto falta?
–Theo, salimos recién. Falta mucho.
–Ah.
La rana cantando debajo del agua empezó a escucharse esta vez y cuando terminó Patrick escuchó la misma pregunta.
–¿Cuánto falta?
–Mi alfa me odia. –Patrick tendría un viaje que nunca olvidaría.
–Eres un maldito bastardo sin corazón. –Lisa se encontraba furiosa. Ese idiota le había quitado a su hijo. –Secuestraste a mi hijo.–Primero, no soy un bastardo, mis padres estaban emparejados cuando me tuvieron y segundo… ese cachorro no es tu hijo. –Gabriel no se iba a dar por vencido con respecto a ese tema. Él necesitaba saber de quien era ese niño. Su luna iba a estar bien ocupada atendiendo a sus cachorros para que se hiciera cargo de otro que no le pertenecía.–Es mi hijo. –Lisa quería golpearlo. Ese hombre lobo era un cabeza dura, no entendía a razones. –Yo soy la que lo cría, yo soy la que se queda despierta cuando esta enfermo. ¡ES MIO!–Esta bien, esta bien. Es tuyo Andrea.Lisa se calló un momento. Ellos solo tenían el nombre que le habían dado en el café, en realidad no tenía idea de cual era su verdadero nombre y se aseguraría de que eso siguiera así.–Bien. Tienes que devolvérmelo. ¡Ahora!–Él te va a estar esperando en la manada. Tenemos tiempo. Necesito que me cuentes
–Emmm… ¿no crees que vas muy rápido? –Gabriel preguntó al ver que iban a más de 150 km por hora. –¿Qué? ¿Tienes miedo? –Lisa lo miró burlándose. –El gran alfa tiene miedo. Miedica. Y solo para molestarlo aún más subió la velocidad. Sabía que estaba sobre la velocidad permitida, por mucho, pero en esos momentos no le importaba. –¿Te gusta siempre llevar la contraria? –¿A ti? Si. –Lisa lo miró con odio. A ella no se le olvidaba que era un secuestrador de niños. –Mira al frente. ¿De verdad le estaba diciendo que tenía que hacer? ¿Quién se creía que era? Solo para demostrarle que no tenía que obedecerlo lo miró por unos segundos más antes de dirigir su vista a la carretera. Tampoco era idiota, ella sabía cómo conducir y que riesgos tomar. Iba demasiado rápido para no estar pendiente del camino. De reojo vio cómo se acomodaba y sus manos iban al cinturón de seguridad. Bien. Estaba incómodo. –Que apuesto que manejas mucho más rápido que yo y ni nervioso te pones. –Si, pero soy yo.
Lisa lentamente empezó a sentirse despierta. Sentía a su pequeño a su lado aun durmiendo. A su mente volvió todo lo que había pasado el día anterior y aunque sabía que no era así, tenía la esperanza de que nada de eso pasara de verdad y haya sido solo producto de sus sueños. Mientras más consciente estaba, era más notorio el olor que estaba sintiendo y que no podía evitar respirar más profundo para llevar más de ese delicioso olor a sus pulmones. Además, pudo sentir una mirada. Ya sabía lo que eso significaba. Compañero.–¿Acaso eres un mirón? –Habló sin abrir los ojos y en apenas un susurro para no despertar a su bello durmiente. –Nop. –Gabriel hizo sonar la “p” –Tan solo me gusta observar dormir a mi bella compañera. –Raro. –Andrea… –Suspiró antes de volver a hablar. –Comenzamos con mal pie. ¿Podemos volver a empezar? Lisa pensó en la última discusión del día anterior, en la cual ella le había gritado que prefería ir a dormir con los cerdos a meterse en su cama y solo había pa
Aun era temprano, pero en la casa del alfa la guerra había estallado. ¿Bando ganador? Ninguno hasta el momento.–¿Gana la luna? –Patrick le susurro a Mateo.–Difícil. Gabriel esta furioso. –Los dos aun escuchan los gritos desde el estudio.–¿Apostamos?–¿Qué apostamos?–El que gane hace el trabajo del otro por un mes.–Mucho. Solo por una semana.–¿Miedo de perder? –Patrick se burló.–No, pero esta no será la última pelea de esos dos.–Verdad, sirve para seguir apostando por ellos.Ambos estaban parados afuera del estudio esperando que la tormenta pasara. Patrick disfrutando de su helado, mientras que Mateo revisando su celular.–¿Qué hora es?–7:48 a.m.–Debería de llegar pronto.–¿Quién? –Preguntó Mateo.–Sorpresa.Antes de que Mateo pudiera seguir preguntando algo se escucho un portazo y pasos que corrían hacia su dirección.–¡Hermanita! –Patrick dijo con una alegría fingida. –Un gusto verte. ¿Te levantaste rápido solo para ver a tu querido hermano?Se notaba que Sandra había llega
–3, 2, 1…–¡ANDREAAA! –Y ahí estaba. Justo el grito que estaba esperando. En cuanto sintió su mirada en ella sabía que ese grito vendría. Suprimió su sonrisa de triunfo para poner un rostro sin expresión. Luego se dio vuelta para mirar hacia el campo de entrenamiento donde se acercaba un alfa furioso hacia ella.–¿Qué?–¿Qué haces aquí? ¡Y vestida así! –A Gabriel apenas se le entendía al hablar con lo enfadado que estaba.–¿Qué pasa con mi ropa? Es el uniforme que tu querias que me pusiera. –Lisa mostraba un rostro inocente en todo momento.–¡No aquí donde todos pueden verte! –¿Cómo ella no podía entender que ese era un uniforme para que solo sus ojos lo observaran? Ella no podía mostrarse vestida así delante de otros hombres.–¿Ah? Pero tu querias que te lavara tu ropa. Eso estoy haciendo.–Pero no a mano. Y menos que estes agachada mostrando todo. –Gabriel dijo entre dientes –Hay lavadora para eso.–Eso no lo sabía.Lisa hizo eso a propósito. Desde su dormitorio había visto el campo
Sin saber lo que estaba ocurriendo, Lisa al fin se había cambiado de ropa y decidió dar una vuelta por la villa con Theo. El niño ya la estaba esperando con los ojitos brillando de emoción.–¿Listo cariño?–Si mami.Tomando al niño de la mano salieron de la habitación, bajando las escaleras y abriendo la puerta principal.–¿Luna? –Lisa se detuvo y miró al hombre que estaba fuera de la mansión y se dio cuenta que era Marcus.–No me digas así. –Al mirar a su alrededor vio que no había nadie en las calles, ningún niño jugando, ningún adulto. Nada. Esto hizo que se alertara. –¿Qué sucede?–Intrusos. Por su seguridad tiene que permanecer adentro de la casa.Lisa se dio cuenta que por las calles corrían lobos vigilando a todos. ¿Podría ser esta su oportunidad para irse? Estaban todos pendientes de los intrusos, a ella no la mirarían. Una pequeña esperanza se empezó a formar en su corazón.–¿Intrusos? –La voz de Theo se hizo escuchar. – ¿Son los hombres malos?–Aun no sabemos nada cachorro.
–¿Paul?–¿Lisa?Gabriel escuchó como los dos hablaban al mismo tiempo. ¿Se conocían? ¿Por qué ese hombre lobo se dirigía por otro nombre a su compañera? ¿Qué estaba pasando ahí?Lo mejor que hizo fue volver a su forma humana. Ya era hora de tener las respuestas que necesitaba. No le importaba que estuviera desnudo.–¿Se puede saber qué está pasando aquí? –Gabriel preguntó de manera muy seria. El otro lobo no respondió, estaba atónito mirando a Andrea. Gabriel miró a sus hombres para que volvieran a su forma humana. –Arrestenlo. Sus hombres de inmediato se acercaron al invasor siguiendo las órdenes de su Alfa solo para que la Luna exclamara con fuerza un “NO”. Esto hizo que todos la miraran y ella se sonrojara dándose cuenta de su desnudez. Rápidamente busco un vestido entre sus cosas para cubrirse. Había vivido tanto tiempo entre los humanos que se sentía avergonzada de que todos la vieran desnuda. Gabriel no había parado de mirarla fijamente y una vez más hizo la misma pregunta: –
Un gimoteo de Theo hizo que los hombres dirigieran sus ojos al niño. –¿Y el cachorro? –Gabriel preguntó entre dientes. Casi desearía que su luna fuera una humana. Casi. –Eso no lo sé. –El intruso mira al niño, pero puedo ver en sus ojos que hay algo que no dice.–Habla. Gabriel no estaba para verdades a medias, necesitaba toda la información. Tenía que saber a que se estaba enfrentando, quién era en realidad su compañera y el cachorro. Solo así sabría cómo defenderlos. –Cuando Lisa se fue… lo hizo con nuestra Luna Camila... y ella estaba embarazada. –Mierda. Lisa solo abrazó más a Theo desafiandolo con la mirada para que le quitara al niño.Gabriel no era inhumano como para enviar a ese niño con uno de los hombres lobos más crueles que han existido en la tierra. Pero a la vez dejar ese niño con ellos podría generar más problemas para su manada. –Es mi hijo. –Por el tono de Lisa, Gabriel sabía que no permitiría que la separaran del cachorro. Pelearía por él con garras y dientes