Hago mis necesidades, me miro al espejo y estoy toda demacrada, lavo mi cara con abundante agua y luego la seco, que raro no escucho la voz del maniático, ¿Será que se fue? Lo odio, me cae mal, no sé cómo hace para ser tan lindo, la verdad él es el hombre más hermoso que he visto, es un chico sexy ya la vez malo. Creo que eso lo hace ver apuesto ¡Ya basta!, ¿qué idioteces digo? Estoy tan ensimismada en mis pensamientos que no escucho la voz de Sara. –¡Señora! ¡Su esposo la está esperando!–a decir verdad Sara me cae mal, nada más por el simple hecho de trabajarle a semejante monstruosidad. (Yusuf). –¡Ya salgo!–digo mientras abro la manija para salir. Al salir no veo a Sara, acomodo mi uniforme, el cual está un poco sucio, aún tengo mis pies descalzos, ya decía el porqué sintió frío, ahora que recuerdo deje los tacones en la planta baja. Bueno y que más da, no es tiempo de estar interesada en como me veo, ahora lo que importa es, escapar de las garras de este narco. ¡Espera!… Esto
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