capitulo dos

En este cuarto solo hay una cama y un sofá, aunque es pequeña, huele muy bien y la cama está muy bien ordenada.

Tampoco tiene ventana. Me siento en la cama a esperar mi sentencia, tengo miedo de lo que me pueda pasar, y sé que Yusuf es capaz de matarme si intento hacer algo que lo enfade.

Alguien está intentando abrir la puerta, no quiero ver a Yusuf de nuevo, de manera rápida me escondo debajo de la cama.

Tengo que escapar, cueste lo que cueste, prefiero morir intentándolo a morir sin intentar.

La puerta se abre y oigo pasos, mire, vio unos zapatos de mujer, mi corazón estaba a mil, pero al percatarme de que se trató de una mujer. Eso me hizo sentir aliviada.

–¡Señora lember! –Me llama, ¿Qué? ¿Cómo qué señora lember? Si aún no me ha casado con el demonio ese.

Tapo mi boca con mi mano para no dejar escapar ni un ruido, estoy asombrada con todo lo que está pasando.

Ella chasquea sus labios, está molesta, luego saca su móvil e hizo una llamada.

—Señor Yusuf, a su esposa le gusta jugar al escondite y usted sabe que yo no tengo edad para eso–entonces ella sabe que me oculta debajo de la cama.

Tengo que aprovechar que la puerta está abierta y ella está charlando con Yusuf. Me arrastro con cuidado y salgo de la cama, no sin antes quitarme los tacones para correr más rápido.

En el fondo escuché que la mujer grito–Jack atrápala

Mientras corría mi cabello topaba contra mi cara y mi adrenalina subió a mil, estaba decidida a escapar de esta pocilga, subí las escaleras para ir a la planta superior, pensé qué Jack vendría a buscarme, pero no… No lo vi por ningún lado, al subir a la planta superior abrí una puerta que conducía a la sala de estar, mire a mi alrededor y no había nadie, abrí los ojos como plato luego de ver la puerta que me indicaría la salida, en este caso la puerta principal de la mansión. Mi corazón brincó porque por fin me iría, corrí hasta la puerta y para mí, suerte estaba cerrada. La golpeé un par de veces, pero nada, no puede… Entonces vi la ventana y dije: la romperé.

Tome el jarrón que adornaba la mesa y lo aventé contra la ventana, está muy dura, pero tengo fe que la romperé, el jarrón era de una especie de material duro, por ello no se rompió al caer al piso.

Falta poco, ya puedo ver las rajaduras del vidrio, solo un poco más, un poco más, seguí golpeando con todas mis fuerzas.

Me detuve luego de sentir unas manos encima de mi cintura. Tragué grueso.

– Hola mi reina–esa escalofriante voz–Sara, me dijo que te gusta jugar al escondite–me empuja hacia la pared, de inmediato solté el jarrón, y de manera rápida puse mis manos contra la pared para no golpearme.

–Por favor, déjame ir, te daré mucho dinero–él se recuesta en mi espalda y puedo sentir su agitada respiración en mi nuca.

–Cariño, a mí el dinero me sobra–deja un beso en mi cuello, su beso es tierno, pero con solo pensar que él es un narcotraficante me da asco.

–Mira, despega tu sucio cuerpo de mí–le digo, y él hace lo contrario, me da un fuerte abrazo y luego olfatea mi piel.

–Si me regalas un beso, te dejo ir—propuso con voz juguetona, no quiero besarle, en realidad no quiero. Pese a que es un papacito.

–No lo haré, asqueroso, pervertido, insignificante, poco hombre—le gritaba muchas palabras, las cuales lo describía al pie de la letra.

–Ven aquí–me hace voltear de un giro rápido, me encuentro con sus ojos verdes y eso me intimida un poco.

Él solo me miró y manifestaba una sonrisa burlona, ​​pero para mi sorpresa mi estómago rugió, esto no me lo esperaba

–Parece que mi mujer tiene hambre.

–No tengo hambre–aparto mi rostro.

–¡Sara!–él grita el nombre de la mujer, que hasta el momento no cruzó palabras, ya los pocos segundos la mujer llega hasta donde nosotros.

–¿Dígame, señor?—la mujer es de tez mestiza y su cabello es negro con unas cuantas canas.

–Prepara algo de comer–ella asiente y da media vuelta y se retira.

–Sabes algo Emily, estás muy flaca–toca mi brazo– vas a ver como te engordaras conmigo—bendito dios, este hombre está loco.

–¡Te dije que no tengo hambre!–le grito y él se sorprende.

–Que sea la primera y última vez, que me levantes la voz–me jala el brazo y yo doy un leve quejido–Además, veo que quebraste la ventana

, pero no importa más tarde lo arreglo.

A los pocos minutos la señora Sara, informa de que ya la comida está lista.

Él me lleva hasta una enorme mesa donde hay una gran variedad de platos, luego me saca el asiento como todo un caballero.

–Ven, siéntate.

– ¡No me voy a sentar!—sonríe y se acerca a mí, me agarra de la mano y la lleva hasta su boca y me deja un beso.

–Mira, no hagas las cosas difíciles, ¿Sí?, en realidad no quiero lastimarte.

–Por Favor, déjame ir–mis lágrimas empiezan a salir por sí solas, él me mira con tristeza y limpia mis lágrimas.

–No puedo dejarte ir, eres mía.

–No, no soy tuya. Estás mal de la cabeza.

–¿Eso crees?–pregunta y yo asiento–Ahora que te tengo no voy a dejarte ir- de repente su rostro cambió, sus cejas estaban encontradas y una fuerte rabia se reflejaba en su interior.

Él me hace sentar de un brusco jalón, después camina hasta el fondo de la mesa y se sienta.

–Adelante, ven mi cerdita–se cruza de brazos.

Este imbécil. Me trata mal y luego, "come mi cerdita" vuelvo y repito está loco. Además, no me atrevo a comer nada, aunque todo se ve delicioso. Pero soy muy orgullosa, así que no lo comeré

Yusuf toma el tenedor y lleva a su boca un pedazo de pescado.

–¿Qué quieres que haga por mi liberación?—tras mi pregunta vi como se le abrieron los ojos y de inmediato respondió.

–Qué seas mi Mujer—mastica su comida de manera rápida.

–Pero yo no soy la indicada— bajo mi cabeza tratando de convencerlo para que me libere, nunca pensé que actuaría un papel como víctima me fuera a funcionar.

Yusuf se levanta de su asiento y se dirige hacia mí, cerré mis ojos, es que tenerlo cerca de mí da escalofrío.

Abrí los ojos poco a poco y lo veo sentado a mi lado.

–Nena, no me tengas miedo.

La verdad se veía tierno, pero si no puedes con el enemigo únete a él.

–Está bien, no te tendré miedo–le sonrió de manera hipócrita.

–Eso es–afirma.

–Señor Yusuf, ¿puedo ir al baño?–él hace un chasquido en sus labios.

–No me digas, señor, de ahora en adelante soy tu marido, tu hombre, tu vida entera si es caso–Ya quisieras maldito. Pero si tengo que actuar como buena esposa para salir de aquí con gusto... pero deja tu lado cursi ni loca le digo amor aun monstruo como tú.—pienso

—Yusuf me lleva al baño. Mientras me traía al baño, él sostenía mi cintura.

–¿Tomamos una ducha?—pregunta a través de la puerta.

–Respeta mi privacidad—respondí con la voz entrecortada. Eso que dijo me hizo sentir mal.

–Ya te acostumbrarás. Por cierto, más tarde te enseñaré la mansión.

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