60. Proteger tu corazón mientras reparo el mío
Cuando él hundió su lengua filosa entre los pliegues húmedos y femeninos, Kira jadeó convertida en espasmos involuntarios. — Oh. Jack — sollozó su nombre y echó la cabeza hacia atrás, inclinando la pelvis un poco más contra su boca salvaje y profesional — Dios, es tan bueno. — ¿Es esto lo que querías, cariño? — le preguntó él, lamiendo ampliamente el sexo al mismo tiempo que alzaba la vista. Sus pechos estaban hinchados bajo la delgada tela de la camisa de tirantes, así que con una mano los liberó y le apretó ligeramente un pezón. Ella pasó un trago en seco y enterró los dedos en su cabello, exclamando con la voz pastosa un muy… muy excitante: — ¡Sí! — No te escucho, Kira. ¿Era esto lo que querías? — insistió, barriendo de principio a fin. — ¡Dios, sí! — Mujer, sigo sin escucharte — ahora era él quien se divertía —. ¿O es que quieres que me detenga? — Si aprecias tu cabeza, Jack Akerman, lo mejor será que continúes — le advirtió, y lo sintió sonreír sobre la carne palpitante. —
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