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Todos los capítulos de La asesora personal del CEO: Capítulo 41 - Capítulo 50
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41. En tu vida vuelvas a referirte a ella de esta forma
Llegó a casa sintiendo una impotencia descomunal. No solo se había comportado como un cobarde con ella, sino que había huido así, sin más, como si sus sentimientos le valieran tres atajos, y como si no fuese suficiente, el recuerdo de su niñez llevó de forma abrupta, lo sacudió y le hizo revivir aquella noche, cuando su madre le dijo lo mucho que lo amaba y al día siguiente lo abandonaba sin más.¿Eso era lo que Kira también haría? ¿Lo abandonaría? Ah. ¿Por qué tuvo que hablar de sentimientos? ¿Por qué diablos tuvo que complicar las cosas de esa forma? Se preguntó con coraje y se metió bajo el grifo de agua helada, sin saber qué carajos debía hacer a partir de entonces.La mañana siguiente, a primera hora, envió a alguien para que reparara su puerta, también ordenó a Kiliam que se pusiera a su entera disposición para lo que sea que ella necesitara: transporte para movilizarse y dinero para cubrir cualquier gasto médico.— No hace falta, Kiliam, pero dile a tu jefe que muchas gracias.
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42. Olvídame, Kira. Olvídame.
— ¿Mejor? — le preguntó tan pronto ella se recompuso, aunque no tenía ganas de soltarla por nada del mundo.Ella asintió ligeramente.— Sí, gracias.— ¿Por qué te mareas tanto? — quiso saber, preocupado. No le gustaba saberla así en lo absoluto, independientemente de cómo estuviesen las cosas entre ellos, a él le importaba… más de lo que hubiese planeado en un principio — ¿Fuiste al médico ya? ¿Qué te dijeron?— Debo ir por los resultados dentro de un par de días — musitó quedamente y Jack asintió.— Bien, avísame cuando sea eso, quiero acompañarte.— No hace falta, puedo ir sola.— Lo sé, pero quiero asegurarme personalmente de que no sea nada malo — le dijo. Ella alzó la vista y lo miró con sus ojos marrones. Tenía unas leves ojeras que Jack no pudo pasar desapercibidas, así que acercó una mano a su mejilla y acarició la zona — No has dormido bien.Ella bajó la mirada— Fue una noche difícil — dijo con tono apagado y él la obligó a mirarlo.— Kira… — musitó destrozado.Ella negó.—
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43. Los resultados del hospital
Los siguientes días fueron un calvario.Había miradas, intercambio de obligatorio de palabras y reuniones que no podían evitar, mucho menos, posponer. Jack intentaba por todos los medios mantener las distancias para no hacerla sufrir y Kira actuaba como una autómata; apenas reía o se relacionaba.Jack odiaba saberla así. Era como si de pronto hubiese dejado de ser ella. Sus ojeras seguían igual de pronunciadas y lucía exhausta como nunca. Temía por su salud.En cuanto la última reunión del día acabó y todos abandonaron la sala, Kira se incorporó con esfuerzos. Él se levantó al mismo tiempo y le retiró la silla.— Hoy te entregan los exámenes — le recordó. Estaba seriamente preocupado.— He pedido que me los envíen hasta aquí — le dijo sin mirarlo. No había querido hacerlo aquellos últimos días; no se sentía capaz — Con todo el ajetreo de la fiesta de acción de gracias no iba a tener tiempo de pasar por ellos.Jack asintió ligeramente.— ¿Vas a asistir a la fiesta? — le interesó saber.
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44. Pareces un cavernícola
Jack todavía seguía desconcertado una hora después. Demasiado confundido. Eufórico. Casi a estallar.Embarazada.Kira estaba embarazada y por supuesto que ese hijo era suyo. No podía ser de alguien más porque en todo ese tiempo ella solo había suya… exclusivamente suya, de nadie más. Y seguro estaba.Pero, Dios… un hijo. ¡Un hijo suyo! ¡De ella! ¡De ambos!¿Cómo pudo haber ocurrido algo así? ¿Es que tenía quince años? Y sí, era cierto que muchas veces no había usado protección con ella, demasiadas veces quizás, pero se suponía que estaba tomando la píldora… y ese método, como cualquier otro, también podría fallar.¡Carajo! Clavó los puños en el borde del escritorio. ¿Qué diablos debía hacer? No podía dejarla sola, él no era así, pero tampoco era un buen ejemplo para nadie, mucho menos para una criatura. ¿Cómo diablos se suponía que iba a ser un buen padre… si no podía ser un buen hombre para la madre?Se mesó el cabello con desespero y tomó una necesaria respiración, después observó e
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45. ¿Es por esta mujer que no quieres reconocer a mi hijo cómo tuyo?
Mientras ella parecía divertirse — dentro de lo que cabía — con sus compañeras de trabajo, y disfrutaba de la velada de acción de gracias para intentar olvidarse un poco del increíble y drástico cambio que estaba ocurriendo en su vida, Jack no dejaba de buscarla con la mirada todo el tiempo, sintiéndose al límite de su propio autocontrol.Lo que ella representaba para su vida era más grande de lo que hubiese imaginado… y deseado, porque lo que había comenzado siendo un acuerdo de solo sexo apasionado y nada más, sencillamente se fue convirtiendo en algo más grande. Tanto que ya no podía detenerlo.Poco antes de que Kira supiera sobre su repentino estado de embarazo, descubrió que necesitaba ir al sanitario con más frecuencia. Lo comprendía ahora, mientras se lavaba las manos. ¿Cómo no pudo darse cuenta? ¿O al menos sospecharlo?La idea de un hijo con Jack seguía desconcertándola a escala, pero, ¿cómo podría arrepentirse de ello si lo había concebido en alguna de esas noches extraordin
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46. ¿Dónde estaban Kira y su hijo?
Otra noche sin ella estaba siendo terriblemente dura.Lo que sentía por Kira se había vuelto apabullante y ya no tenía dominio sobre sus sentimientos por ella; tampoco sabía qué hacer al respecto.La amaba.Reconoció al fin.Carajo.Amaba a Kira Raleigh. ¿Cuándo ocurrió eso?Y la amaba tanto que no quería hacerle daño, por eso ella debía darse cuenta que él no era bueno para su vida, que solo iba a destruirla porque era la única forma que conocía su corazón de protegerse… incluso de él mismo.Era lo mejor para ella, sobre todo para ese hijo de ambos, que debía crecer con una familia funcional y que lo quisiera, no un padre que no estaba seguro de cómo ser uno bueno.Suspiró y bebió un trago del whisky que se había servido hacía ya un rato. Todavía no asimilaba ese hecho. Iba a ser padre y Kira era la madre de ese ser que crearon juntos. ¿Cómo podía dañarlos? No, no podía, se lo debía, y ella merecía encontrar la felicidad, aunque él no fuese parte de ella.La mañana siguiente, despert
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47. Yo estoy dañado por dentro
Pocas eran las veces que Kira había visto a Jack vestido de forma casual. Esa era una de esas veces. Estaba enfundado en un jean oscuro y camisa de botones azul, encima, una cazadora que lo hacía lucir arriesgado y guapísimo, además del cabello desordenado y la incipiente sombra de una barba recién afeitada.Cuando se cazó a sí misma, observándolo demasiado, apartó la mirada en un pestañeo y cerró la puerta detrás de sí.No era buen momento para que las hormonas comenzaran a hacer de las suyas.Margaret y Lana estaban asomadas por la ventana, así que las miró con ojos tibios, como si estuviese reprimiéndolas en silencio. Las dos se apartaron cómplices, pero volvieron a asomarse cuando Kira regresó la vista al hombre guapísimo frente a ella.— Pudiste haber esperado a que regresara a Nueva York — le dijo, cruzada de brazos. No se había puesto la chaqueta y el frío de aquellos últimos días de noviembre era terrible.Jack lo notó en seguida y se sacó la cazadora para colocarla sobre sus
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48. Kira y su hijo eran su mundo entero
— ¿Entonces tú eres el sinvergüenza que embarazó a mi Kira? — preguntó Margaret, apenas vio a Jack entrar, y cruzada de brazos, lo miró con ojos entornados.Era un hombre muy guapo. Pensó. Más de lo que hubiese imaginado o llegado a ver en una de esas fotos que Lana le mostró en algún momento. Ya entendía por qué su adorada nieta se había enamorado perdidamente de él.¿Qué tenían los hombres atractivos que solían romper el corazón de jovencitas buenas e inocentes? De pronto recordó a Harry, en su juventud, que había elegido el trabajo en Nueva York por encima de ella. Patanes todos. Estaban cortados con la misma tijera.Jack miró a Kira sin saber qué hacer o decir. No quería ser imprudente, tampoco parecer un adolescente que no sabía cómo hacer frente a sus decisiones.— Abuela… — Kira se acercó a Margaret con una sonrisa y colocó las manos sobre sus hombros — ¿Puedes darnos un momento a solas? Jack y yo necesitamos hablar un par de cosas.— Sí, abuela, déjalos que hablen — la secundó
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49. Cuídate y cuida de nuestro hijo
— A la hora que sea, y lo que sea que necesites, me puedes marcar — le dijo Jack a modo de despedida esa noche — Lo que sea, Kira. Ella no dijo nada, solo pasó un trago doloroso y después lo vio subirse a la camioneta. Minutos después, esta no se movía. Kiliam fue el primero en bajarse y abrió el capó; lo secundó Jack. Intercambiaron un par palabras y luego el escolta sacó el móvil y se lo llevó a la oreja. — ¿Ocurre algo? — le preguntó ella, al acercarse, y se abrazó a sí misma. — Nada importante, ve adentro, por favor — le pidió preocupado — te puedes resfriar y eso no les hará bien a ninguno de los dos. — Señor, nada, al parecer no pueden llegar hasta dentro de tres o cuatro horas — dijo Kiliam, con pesar, y se encogió de hombros. — Jack. ¿Qué ocurre? — insistió ella. — Tenemos una llanta baja y los servicios de remolque parecen estar colapsados — le informó Kiliam y Jack suspiró. — Tú sigue insistiendo — Es muy poco probable que los auxilien, las redes sociales dicen que c
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50. Un hombre en el elevador
El lunes le envió a la primera hora del día el discurso al que debería aferrarse en caso de que las cosas con Becca se salieran de control. También, en otro correo, añadió un par de propuestas para que él le echara un vistazo.Cuando cerró el portátil, su móvil vibró.Era él.En seguida su cuerpo reaccionó tensándose.— ¿Jack? — musitó quedamente cuando se llevó el aparato a la oreja.— ¿Qué haces trabajando? — le reprochó con un dejo de cariño — Se suponía que estabas tomándote un par de días.— Sí, pero un par de días para estar lejos, no para desentenderme del trabajo — replicó en voz baja y tomó un sorbo del jugo que su abuela le había preparado antes de ir al mercadillo para consentirla con su comida favorita.Jack guardó silencio por un par de segundos detrás de la línea. Ella se mordió el labio inferior.— ¿Un par de días para estar lejos de mí? — quiso saber, pero, apenas ella abrió la boca para responder, la cerró en el acto al escuchar la voz de Sophie.— Señor, ya la señori
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