Pocas eran las veces que Kira había visto a Jack vestido de forma casual. Esa era una de esas veces. Estaba enfundado en un jean oscuro y camisa de botones azul, encima, una cazadora que lo hacía lucir arriesgado y guapísimo, además del cabello desordenado y la incipiente sombra de una barba recién afeitada.Cuando se cazó a sí misma, observándolo demasiado, apartó la mirada en un pestañeo y cerró la puerta detrás de sí.No era buen momento para que las hormonas comenzaran a hacer de las suyas.Margaret y Lana estaban asomadas por la ventana, así que las miró con ojos tibios, como si estuviese reprimiéndolas en silencio. Las dos se apartaron cómplices, pero volvieron a asomarse cuando Kira regresó la vista al hombre guapísimo frente a ella.— Pudiste haber esperado a que regresara a Nueva York — le dijo, cruzada de brazos. No se había puesto la chaqueta y el frío de aquellos últimos días de noviembre era terrible.Jack lo notó en seguida y se sacó la cazadora para colocarla sobre sus
— ¿Entonces tú eres el sinvergüenza que embarazó a mi Kira? — preguntó Margaret, apenas vio a Jack entrar, y cruzada de brazos, lo miró con ojos entornados.Era un hombre muy guapo. Pensó. Más de lo que hubiese imaginado o llegado a ver en una de esas fotos que Lana le mostró en algún momento. Ya entendía por qué su adorada nieta se había enamorado perdidamente de él.¿Qué tenían los hombres atractivos que solían romper el corazón de jovencitas buenas e inocentes? De pronto recordó a Harry, en su juventud, que había elegido el trabajo en Nueva York por encima de ella. Patanes todos. Estaban cortados con la misma tijera.Jack miró a Kira sin saber qué hacer o decir. No quería ser imprudente, tampoco parecer un adolescente que no sabía cómo hacer frente a sus decisiones.— Abuela… — Kira se acercó a Margaret con una sonrisa y colocó las manos sobre sus hombros — ¿Puedes darnos un momento a solas? Jack y yo necesitamos hablar un par de cosas.— Sí, abuela, déjalos que hablen — la secundó
— A la hora que sea, y lo que sea que necesites, me puedes marcar — le dijo Jack a modo de despedida esa noche — Lo que sea, Kira. Ella no dijo nada, solo pasó un trago doloroso y después lo vio subirse a la camioneta. Minutos después, esta no se movía. Kiliam fue el primero en bajarse y abrió el capó; lo secundó Jack. Intercambiaron un par palabras y luego el escolta sacó el móvil y se lo llevó a la oreja. — ¿Ocurre algo? — le preguntó ella, al acercarse, y se abrazó a sí misma. — Nada importante, ve adentro, por favor — le pidió preocupado — te puedes resfriar y eso no les hará bien a ninguno de los dos. — Señor, nada, al parecer no pueden llegar hasta dentro de tres o cuatro horas — dijo Kiliam, con pesar, y se encogió de hombros. — Jack. ¿Qué ocurre? — insistió ella. — Tenemos una llanta baja y los servicios de remolque parecen estar colapsados — le informó Kiliam y Jack suspiró. — Tú sigue insistiendo — Es muy poco probable que los auxilien, las redes sociales dicen que c
El lunes le envió a la primera hora del día el discurso al que debería aferrarse en caso de que las cosas con Becca se salieran de control. También, en otro correo, añadió un par de propuestas para que él le echara un vistazo.Cuando cerró el portátil, su móvil vibró.Era él.En seguida su cuerpo reaccionó tensándose.— ¿Jack? — musitó quedamente cuando se llevó el aparato a la oreja.— ¿Qué haces trabajando? — le reprochó con un dejo de cariño — Se suponía que estabas tomándote un par de días.— Sí, pero un par de días para estar lejos, no para desentenderme del trabajo — replicó en voz baja y tomó un sorbo del jugo que su abuela le había preparado antes de ir al mercadillo para consentirla con su comida favorita.Jack guardó silencio por un par de segundos detrás de la línea. Ella se mordió el labio inferior.— ¿Un par de días para estar lejos de mí? — quiso saber, pero, apenas ella abrió la boca para responder, la cerró en el acto al escuchar la voz de Sophie.— Señor, ya la señori
— Señor, al parecer acaban de ver a Miller bajar las escaleras de emergencia desde el octavo piso — Kiliam le comunicó a su jefe tan pronto recibió la información por el auricular.Jack se detuvo de camino a su elevador privado y ladeó ligeramente la cabeza.— ¿Qué carajos hace aquí? — preguntó por encima de su hombro.— Ya tengo a mis hombres averiguándolo.Jack asintió, pero, antes de continuar con su camino, notó que gente se comenzaba a arremolinar frente al ascensor, y a cuestionarse entre ellos que era lo que estaba ocurriendo.De pronto, escuchó un grito de auxilio proveniente del interior, y la alerta roja en la bombilla superior indicaba que algo estaba fallando.Jack se tensó.— ¿Dónde está Kira? — preguntó a Kiliam.Este hizo una comunicación rápida, y tan pronto Jack miró el semblante congelado de su jefe de seguridad, lo supo.Y todo comenzó a suceder muy rápido.Kira estaba en peligro.En seguida, puso a todo el mundo en marcha, y mientras unos intentaban comunicarse sin
— Estoy bien, abuela, no pasó a mayores — Jack la escuchó hablar cuando regresó a la habitación de la clínica. Casi tuvo que obligarla a ir para hacerse un chequeo. Allí volvieron a escuchar los latidos de su hijo y todo marchaba bien, aunque debía permanecer tranquila si quería que siguiera siendo así. Se quedó de pie junto a la cama mientras ella continuaba hablando — No, no hace falta, de verdad estoy bien. Solo fue un percance con el elevador y nada más… Sí, por suerte lo abrieron a tiempo y está ahora mismo en reparación… Que no, abuela, no hace falta que viajes antes de la fecha acordada.Con cariño, Jack le quitó el móvil de la oreja y se lo llevó la suya. Kira lo miró sin comprender que era lo que se proponía.— ¿Margaret? Habla Jack — saludó él, cauto, reservado —. Sé que no soy la persona que más estima en el mundo, pero si quiere estar con su nieta… y bisnieto, yo mismo le enviaré mi jet para que puedan traerlas a usted y a Lana. ¿Tiene disponibilidad para viajar dentro de…
Como había prometido, regresó en una hora. La encontró mimando a su gato y no quiso interrumpirla, así que se quedó bajo el marco de la puerta durante un par de minutos, contemplándola sin más.Todavía no se hacía a la idea de que esa maravillosa mujer fuese a darle un hijo que solo el fruto de lo que sentían por el otro.Jack amaba a Kira, a secas, sin explicaciones o motivos. La amaba simplemente y punto, aunque deseara no haberlo hecho por el bien de ella y ese bebé inocente que no debía pagar el precio de sus demonios más personales.Cuando Kira alzó la vista y lo vio allí, de pie, cruzado de brazos, observándola con esa mirada azul cobalto que podía fácilmente robarle el aliento a cualquier mujer del estado, la sonrisa se le borró y sus hombros se tensaron.— El doctor ya ha dado tu alta — le dijo. Ella asintió desganada mientras acariciaba la cabeza del gato —. También lo he arreglado todo para que tengas tus citas médicas aquí a partir de ahora. Hay una buena ginecóloga que es
— Espero sea de tu agrado— le dijo él, después abrió la puerta de una recámara amplia con ventanas grandes, por donde se veían los copos de nieve caer —. La acondicionaron especialmente para ti.— Gracias — musitó levemente y echó un rápido vistazo a las cortinas color rosa pastel, la cama sencilla de tres plazas hecha de madera de roble y la pequeña colchoneta junto a esta que parecía ser para Félix. Esbozó una pequeña sonrisa para sí misma —. Luce confortable.— El armario aún está vacío, pero podrás llenarlo a tu gusto tan pronto como quieras. En la mesa de noche hay una extensión ilimitada de mi tarjeta de crédito — señaló con el gesto —. Úsala libremente.Ella suspiró y negó con la cabeza.— No quiero abusar.— Lo sé, pero necesitarás ropa. Recuerda que todas tus pertenencias sé… quemaron — le dijo con pesadumbre.— Gracias, compraré lo necesario.— Bien, otra cosa, me han informado que el jet no podrá despegar debido a que se aproxima una tormenta, así que es muy probable que Ma