CAPÍTULO DIECINUEVE Una enorme sonrisa en el rostro, una felicidad que nunca antes habñía sentido a pesar de todo el mal que había hecho, entre sus brazos a la más hermosa de las crituras, en un momento en que por fin se le había olvidado de donde venía y la sangre de quien corría por sus venas.— ¡Oh, mira cómo sonríe! —Dijo Lucía teniendo en sus brazos a su nieto.Frente a ella estaba la demás familia reunida. Emma, Alejandro y por supuesto, Gertrudis.—Te dije que mi nieto iba a ser único, ninguna mujer te hubiera dado un nieto tan hermoso como te lo dio mi hija —, dijo Gertrudis bebiendo de su copa.Lucía solo volteó a verla. Incluso si era así, nada de eso cambiaba que era hijo de Emma, una de las modelos de la empresa de Alejandro y por supuesto, de la que más cosas se había hablado en la misma.Y Emma frente a ellos rodando los ojos una y otra vez, como si realmente no tuviera más que hacer, como si el peso de su hijo fuera demasiado y hasta que por fin alguien se apiadaba de
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