62. La Carta
«Crecí creyendo mucho tiempo que, las personas a las que amaba, me daban un poco de la misma manera, amor. Es ridículo, estúpidamente patético comerse el cuento, la fantasía de ser querido, más cuando recibes ese afecto, y no sabes que solo se basa en la hipocresía. Decían que, si les tenía un poco de agradecimiento pondría de mi parte para ser mejor, claro que sustituían la palabra "perfección", pero yo siempre lo tuve en claro, quería que fuera perfecto, más cuando Nickolas había muerto, dejándome a mí esa carga pesada, a ser como él, que siempre tuvo en la palma de la mano metas cumplidas. Yo, por el contrario, tan retraído tantas veces, ausentado de la clase y saltando cuestiones que no lograba, lejanas a mis objetivos, mas una obligación para ser alguien en este mundo. Por un momento lo intenté, desistí, luego la presión obtuvo su lugar y ya nada podía apartarme de la perfección. A la edad de veinte años, tres años después de que Nickolas muriera en un accidente de tránsito, m
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