―Sí quería, sí deseaba ese beso de Troy ―confirmo calmada, no soy una cría para dar brinquitos por ese beso divino, aunque mi conciencia ha dado tantos saltos de alegría por ese beso que ya lleva medalla olímpica―, por otro lado, digamos que tengo una cita con él, este sábado ¡Y antes que digan algo! Se dio precisamente por ese beso, yo le envié un mensaje de texto para preguntarle por Angy, una de mis alumnas.―¡No me digas que es el padre de esa nena! ―exclama Fiorella, un poco tensa.―No, nada que ver. Es su tío, amiga, tengo tanto que contarte, pero te resumo: comencé a burlarme de su manera de escribirme por texto y terminamos con esa cita este sábado, por otro lado, eso de robarme un beso así como así, ya saben que no me gustan los hombres dominantes, si él quiere eso se tendrá que atener a las consecuencias... ¿Y a que no adivinas, Ari? ¡Usa caritas en sus textos!―¿En serio? Ya me cae bien ese hombre ―dice entusiasta.―¡Es un hombre! No le den tanto crédito a esa fiera, dejemo
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