Me encuentro de espaldas limpiando la pizarra llena con dibujos de colores realizados con marcadores acrílicos, los pocos niños que quedan están jugando, sus risas tiernas resuenan por todo el lugar. Me giro y lo veo parado en la puerta, cruzado de brazos y recostado al marco de esta, su presencia hace que todo quede en total silencio, pero solo a mis estúpidos oídos.
Es él, el cabrón. ¡Demonios, es casado!
¿Y eso te duele o te molesta? Grita una voz en mi cabeza.
―¿Esta es el aula del primer nivel? ―inquiere entrando, con un andar relajado, hoy viste con traje azul oscuro, corbata vino tinto y camisa blanca. Muy sexy.
Le doy la puntuación máxima.
Se detiene junto a mí, con las manos dentro de su pantalón. Su rostro se encuentra neutro, parece que me analiza y yo aprovecho para echarle un ojo y detallarlo, es alto, me lleva más de una cabeza y media en tamaño.
―¿Ahora eres muda? Y fíjate, una coincidencia enorme encontrarte aquí.
Yo reacciono antes de que se siga burlando por mi idiotez.
―Buenas tardes, en efecto, se encuentra en el aula del primer nivel ―explico con una sonrisita de suficiencia.
Muda su madre.
Me mira de nuevo, parece que quisiera leer mis pensamientos, por fortuna no es Edward Cullen, sino se enteraría de las cosas que pienso sobre él justo ahora. Mi corazón hace un sonido algo extraño.
M****a.
Me tiende su mano de manera educada y no despega sus ojos de mi rostro.
―Ya que no me presenté como se debe dos días atrás, lo hago ahora. Soy Troy Bourke, un placer. ―Le tiendo mi mano derecha lo más controlada posible, me molesta la reacción que tengo ante su presencia. Me estrecha la mano y siento algo.
―Un gusto, señor Bourke, soy Victoria Ackerman.
―Tienes la mano helada, ¿te sientes mal de nuevo? ―pregunta con algo de tensión en la voz.
Retiro mi mano como si me hubiese picado algún animal ponzoñoso, no sé porque algo me dice que lo aleje de mí. Respiro profundo.
―Todo bien... y... ¿quién es su hijo o hija? ―pregunto esto último casi en susurro, parezco bipolar con este hombre frente a mí.
De repente, el muy, pero muy cabrón, estalla en risas estrepitosas, parece temblar del ataque de hilaridad que posee en estos momentos. Yo me cruzo de brazos, estoy seria por su actitud; él lo nota y va relajando su postura.
―Disculpa... no vengo por mi hijo, ni hija mucho menos, mi estado civil aún es la soltería, más bien es mi sobrina por quien estoy acá, mi cuñada se encuentra en cita médica y no llegará a tiempo y mi hermano está fuera de la ciudad por trabajo, así que solo queda el tío Troy al rescate.
Y en efecto, una de mis princesas corre hasta él, muy entusiasta. Es Angy. Claro, la señora Amanda Bourke es su madre, ahora caigo en cuenta de los apellidos en común. Es su cuñada.
Bien, yupi, es soltero.
―Necesito un psicólogo...
―¿Cómo dices?
¡Ay no! ¿Dije eso en voz alta? Mejor me hago la desentendida.
El cabrón, o mejor dicho, el soltero Troy, me observa extraño mientras se agacha a la altura de su sobrina para darle un beso en ambas mejillas, ella lo abraza con ternura, no puedo negarlo, se ve adorable.
―¡Hola, Tori! ¿Aún te quedan niños? ―Mi compañera de trabajo y amiga, Susana, asoma su rostro al aula de clases, al percatarse de que hay un representante saluda educadamente―, oh, disculpe ―dice mirando a Troy―, Victoria, te espero en recepción ―Asiento y le guiño un ojo, es una chica agradable, pese al poco tiempo que llevo trabajando en este lugar me ha hecho tener un círculo muy especial y unido, he formado gratas amistades.
―Tori ―repite en un suspiro y de nuevo sus ojos me penetran, desvío la mirada y acomodo mi cabello de manera distraída detrás de mis orejas y comienzo a enrollarme este con los dedos, un tic nervioso.
―Sí. Diminutivo de... ―No me deja terminar, clava sus ojos en mis dedos y observa con ternura lo que estos hacen.
―De tu nombre. Hermoso nombre, Victoria. Sinónimo de triunfadora: eres sensible, generosa y muy directa. ¿Te puedo confesar algo?
Estoy paralizada, escuchar el significado de mi nombre a través de su voz me ha dejado sin palabras; cuento mis respiraciones mientras mi cabeza da vueltas. Definitivo, debo ir con el médico de la familia. ¿Y qué rayos debe confesarme? ¡Qué no sea gay, Dios! Ay no, eso no, todo menos eso, aunque yo podría hacerlo cambiar de opinión. Intenta acercarse y yo retrocedo, por fortuna, Angy regresa a jugar con sus compañeritas.
―Dime ―lo animo, en vista de que mi alejamiento lo ha dejado neutro y parece dolido. Y en efecto lo hace, se acerca un poquito hacia mí y habla bajo.
―Cuando era niño me aterraba la oscuridad, no lograba dormir sin la luz apagada, mis padres luchaban con esa parte vulnerable en mí hasta que un día mi madre trajo un dije con una cadenita de acero con la letra V, me dijo que era la V de Victoria y que yo la obtendría si enfrentaba mi miedo a la oscuridad, que la palabra victoria era sinónimo de ganador, triunfador, éxito y eso… eso me gustó, tomé el dije de su mano y me lo coloqué... desde ese día, el miedo se fue a la m****a y supe que esa palabra permanecería en mi vida por siempre.
Las últimas palabras me descolocan. Yo estoy taciturna.
―Hola, Victoria. Disculpa, hay mucho tráfico en esta ciudad hoy.
Otra de las representantes viene a recoger a sus niños, en este caso a un par de gemelos adorables, yo salgo de mi letargo y la saludo atenta, los niños se despiden y Troy junto a su sobrina también.
―Hasta otro día, Victoria ―se despide Troy Bourke en tono serio. Angy quiere darme un abrazo y me hinco para quedar a su altura.
―Hasta mañana, preciosa. ―Me levanto y miro a su tío―, un placer, señor Bourke.
Él asiente y sale del aula con su sobrina de la mano; todo fue tan raro. Me quedo viendo la puerta, su historia cuando niño fue especial y emotiva. Un estruendo me hace dar un respingo y regreso a la realidad, varias risitas traviesas se escuchan, ya solo quedan tres niños conmigo y acaban de tropezar el cubo de legos y este ha caído al piso, esparciéndolos por todos lados.
―A ver, angelitos, si me ayudan a recoger esto en menos de un minuto, hay premio.
Mis tres encantos, los últimos que aún esperan por sus padres, se apresuran a recoger el reguero de piezas mientras yo vuelvo a pensar en un niño pequeño con un dije en sus pequeñas manos.
***
―La primera carrera es el tres de abril en Francia, hija.
Estoy con mi padre en su oficina de la casa. Se encuentra atento al itinerario de la gran competencia del Campeonato Mundial de Turismos 2016, que nos enviaron por mail los organizadores del evento hace semanas.
Apreciada Srta. Victoria Ackerman, le anexamos el itinerario de la competencia de este año.
Francia: 3 de abril.
Eslovaquia: 17 de abril.
Hungría: 24 de abril.
Marruecos: 8 de mayo.
Alemania: 28 de mayo.
Rusia: 12 de junio.
Portugal: 26 de junio.
Argentina: 7 de agosto.
Japón: 4 de septiembre.
China: 25 de septiembre.
Tailandia: 06 de noviembre.
Qatar: 25 de noviembre.
Ya me lo sé de memoria y cada una de esas pistas las conozco como la palma de mi mano. Estoy nerviosa y ansiosa. Papá tiene miedo al igual que mi madre, ninguno lo dice, pero lo percibo. Observo el gran reloj en la pared, quince minutos para las once de la noche, mamá y Mía ya duermen, yo suelto un bostezo sin querer.
―Ve a dormir, cariño ―pide mi padre.
―Ya lo haré... solo quiero decirte que confíes en mí, ¿sí? Yo les agradezco a ti y a mamá la confianza por apoyarme en esto, luego de ese accidente sé que nos es fácil para ustedes ni para mí tampoco, créeme, casi... pierdo la vida. Pero, papá, te prometo que si a la hora de entrar a la competencia no me siento cien por ciento segura, me retiro, te doy mi palabra. Él me mira a través de sus lentes de vista, con esos hermosos ojos azules que me transmiten tranquilidad.
―Confió en ti, hija, y mientras tú estés feliz haciendo lo que te gusta, te vamos a apoyar siempre. Solo te pido que permitas al personal de seguridad acompañarte durante los viajes, estaría más tranquilo sabiendo que ellos cuidarán de ti las veces que deba ausentarme yo, por otro lado, tu madre y hermana estarán presentes en la medida que les sea posible en algunas de las carreras.
Me levanto del mueble y me acurruco en su regazo, esto lo toma por sorpresa, aunque ya sea una mujer, amo que mis padres me mimen de vez en cuando. Mi padre me besa la frente.
―Te quiero papá, y está bien, acepto a los Kevin Costner conmigo, al menos me voy a sentir Whitney Houston por varios meses. ―Se ríe fuerte por mi loco comentario. Se calma y vuelve a besar mi frente.
―Y yo también te quiero, hija. Ya vamos a dormir, mañana hay que trabajar.
La semana pasa como rayo, a toda velocidad. Estoy en el autódromo, la competencia se aproxima y debo estar impecable en mis circuitos. Hoy decidí venir sola, Arlet ya no podía con tanto madrugón los fines de semana. Por otro lado, mi agenda ya se encuentra organizada, lo triste de irme a las carreras fuera del país es que debo partir a finales de marzo, no estaré presente en los últimos ensayos de mis niños para el acto del día de las madres, al menos intentaré acompañarlos ese día y apenas termine el acto debo partir de inmediato a Marruecos, donde se llevará a cabo la tercera carrera. Lo sé, prácticamente voy a estar todo el año fuera de casa; en el preescolar, los pequeños ya tienen quien se encargará de ellos durante mi ausencia, la directora se ha mostrado amable y comprensiva, incluso emocionada, quiere que me traiga esa gran copa a casa y yo deseo complacerla. ―Tienes compañía, Tori ―anuncia el mecánico de mi coche, Jhonny. Sin mi amiga llevando el cronometro del tiempo, recurr
―Nada en especial, solo que hice… ¡Tu desayuno preferido! Y te paso esta vez ese ridículo apodo, ¿eh?, porque debo contarte algo, ¿puedes venir hasta acá?―Seguro, en quince minutos llego, aunque si pudiera manejar como me gusta llegaría en cinco. ―Ari da un grito ahogado.―¡NI SE TE OCURRA! Ya llevas records en multas, recuerda que una próxima y adiós competencia.―Sí, madre. Calma. Te veo en un rato.Reconozco que amo la velocidad, pero debo controlar mi pie ya que tengo un colorido y surtido números de multas de tránsito, que por fortuna, gracias a los abogados de mi padre pasan desapercibidas, porque otra en mi lugar ya estuviera sin licencia. Arlet me dejó con un sensación extraña, espero no sea nada grave lo que debe decirme.En efecto, quince minutos después llego a su edificio, busco donde estacionar mientras me anuncio con el vigilante. Decido subir las escaleras, es mejor para las piernas, además su apartamento queda en el cuarto piso. Llego y presiono el botón del timbre. M
―No seas infantil. Simplemente tus desplantes me… alteran, pero es mi problema, no el tuyo.―¿Para eso llamas?, ¿para decirme que soy infantil? En ese caso, tú eres un jodido viejo gruñón entonces. ―Quien me está alterando a mi es él. Idiota. Tiene mis nervios a flor de piel y una revolución en mi cabeza, quiero golpearlo. Y una pregunta pica en mi boca y hablo antes que me ataque con sus palabras―, ¿cómo rayos conseguiste mi número celular?―¿Siempre hablas de esa manera? No pareces ser una educadora. ―Esto es el colmo, me llama para insultarme.―¡Vete a la mierda, Troy! Que tengas un lindo día.Le cuelgo. Me doy el gran gusto de hacerlo dejándolo con la palabra en la boca, al igual que él lo hizo conmigo esta mañana. Arlet me mira con cara de querer preguntar mil cosas y lo hace.―¿Quién rayos es Troy? Y sea quien sea, te ha puesto de los mil demonios. Mírate, hasta estás como un tomate de colorada, mejor te sirvo algo de agua de jamaica para calmar esa rabia.Suspiro y me encojo de
Una mano acaricia mi mejilla, creo que me he quedado dormida, abro poco a poco los ojos y Troy se encuentra agachado frente a mí con rostro preocupado, lleva un traje gris, camisa blanca y corbata verde oscuro, siempre tan elegante. Bajo mi vista a mi vestuario, zapatillas planas color negro, pantalón azul oscuro con bolsillos a los lados y una blusa de encajes color blanca. Él coloca su dedo en mi mentón y lo levanta.―Gracias por acompañar a Angy hasta aquí, fue muy amable de tu parte.Le sostengo la mirada, esta vez no me alejo de él, luce vulnerable, su sobrina se encuentra en un quirófano y necesita una mano amiga. Creo que de nuevo siento esa sensación rara con su presencia y siento que me voy a desmayar. Respiro con calma.―No hay nada que agradecer, Angy y el resto de los niños son muy especiales para mí. ―Me regala media sonrisa y uno de sus dedos frota una de mis mejillas.―¿Por qué llorabas? ―Pregunta tierno, decido ser sincera.―Porque... hace años perdí a un primo pe
*Hola, ¿cómo sigue Angy?**Que saludo tan serio :( Mi consentida se encuentra recuperándose, extraña a su preciosa maestra.*Me rio de su ridícula respuesta. Desde ese día del beso no he tenido más noticias sobre él, pero quería saber de la salud de Angy. Han transcurrido dos días y en el preescolar no tenemos noticia alguna. ¿Y este hombre ha puesto carita triste? Quien lo viera, tremendo macho, enviando caritas en un mensaje de texto. Aunque Arlet asegura que hombre que coloque caritas en sus textos demuestra sinceridad. Decido molestarlo un poco.*¿Ahora envías caritas? Eres tan adorable, me alegra que Angy se encuentre mejor, la extrañamos.**¿Qué insinúas?, ¿que soy un maricón? Para tú información, los hombres que envían en sus mensajes caritas están siendo sinceros, aunque si lo deseas puedo darte una muestra de mi yo “adorable”, te vas a lamer los labios.* Maldito provocador. Ya verás.*Quiero ver esa muestra entonces.**No sabes lo que me pides, Victoria.**Por eso mismo, c
―Sí quería, sí deseaba ese beso de Troy ―confirmo calmada, no soy una cría para dar brinquitos por ese beso divino, aunque mi conciencia ha dado tantos saltos de alegría por ese beso que ya lleva medalla olímpica―, por otro lado, digamos que tengo una cita con él, este sábado ¡Y antes que digan algo! Se dio precisamente por ese beso, yo le envié un mensaje de texto para preguntarle por Angy, una de mis alumnas.―¡No me digas que es el padre de esa nena! ―exclama Fiorella, un poco tensa.―No, nada que ver. Es su tío, amiga, tengo tanto que contarte, pero te resumo: comencé a burlarme de su manera de escribirme por texto y terminamos con esa cita este sábado, por otro lado, eso de robarme un beso así como así, ya saben que no me gustan los hombres dominantes, si él quiere eso se tendrá que atener a las consecuencias... ¿Y a que no adivinas, Ari? ¡Usa caritas en sus textos!―¿En serio? Ya me cae bien ese hombre ―dice entusiasta.―¡Es un hombre! No le den tanto crédito a esa fiera, dejemo
No he tenido un día bonito hoy, mi cansancio va en picada, algo extraño en mí porque siempre soy muy enérgica y activa, asumo que esto se debe a que no he tenido vacaciones desde hace más de un año. Cuando tuve que haberlas tomado decidí prepararme para la competencia, fueron dos meses sin parar en el autódromo durante prácticamente todo el día, luego ya tenía encima mi regreso al trabajo y de esa manera no descansé de forma correcta. Estoy recostada sobre mi cama y son más de las tres de la tarde, mi cita con Troy es a las ocho de la noche y lo único que deseo es dormir. Miro a un lado, a mi mesita de noche, observo adormilada las tres latas vacías de red bull, justo ahora necesito “alas”, pero ni así consigo espabilarme. Mi madre tuvo que salir a la editorial por su trabajo, hoy no permitió que me hiciera cargo de mi hermana, hasta ella nota que parezco la Bella durmiente, salvo que estoy consciente, por ahora. Por fortuna, Fiore está acá, mi madre había decidido llevar a Mía con el
―No quiero sonar entrometida… pero, ¿qué haces?, ¿cómo te ganas la vida? ―Él me mira cauteloso, como midiendo su respuesta―, ¿no me digas que eres mafioso? ―Esto suaviza su semblante.―Soy el director general de Bourke Motors. Mi padre es Bernardo Bourke. ―Casi escupo mi bebida. Lo miro con los ojos bien abiertos.¿Es en serio?―¡Eres nuestra puta competencia! ―exclamo a punto de reírme. Esto es una jodida broma, por ese motivo estaba muy bien informado sobre el Campeonato. No era solo mero fanatismo, apuesto mi trasero a que tienen a sus corredores inscritos en esa competencia. Un ridículo mareo invade mi cuerpo y siento un extraño escalofrío, trato de controlarlos ya que la noche está resultando muy entretenida.¿Quién lo diría? El maldito CEO de Bourke Motors saliendo en una cita conmigo.Mi padre nunca se ha sentido intimidado por la competencia, por el contrario, trata con ellos con diplomacia, pero a mí sí que no me hizo tanta gracia hace algún tiempo atrás porque sacaron unos m