La reunión que se suponía que los tres amigos iban a tener después del trabajo, se adelantó algunas horas, con la llegada de Valeria, acompañada por Jaime, al apartamento. —No te preocupes, en serio, Sofi, no ha pasado nada grave —insistió Valeria cuando, sentada en el sofá, recibió de manos de su amiga un agua aromática—, fue solo que tuve uno de esos días en que habrías hecho mejor quedándote en cama. Le correspondió a Jaime hacer un resumen de lo que Valeria había hablado con Andrea, durante el almuerzo, y la forma en que la asistente había llegado a descompensar a su amiga. —Se me olvidó que ella me había contado que le gustaba Franco —dijo Valeria casi terminando la taza que Sofía le había pasado—, y es, bueno, Jaime, prepárate para saber la verdad. Jaime sintió, al ver la expresión en el rostro de Valeria, que debía sujetarse de los brazos de la silla en que estaba sentado y acertó, porque estuvo por irse para atrás cuando Valeria le contó los detalles de su acuerdo con F
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