Bastián se deleita con el sabor de su boca, acaricia todo lo que puede de su hermoso cuerpo y ella lo premia con gemidos de placer ya que nunca había experimentado un éxtasis igual. Introduce los dedos acariciando las hebras deliciosamente suaves de su cabello un poco largo, las manos de él se van directo a su bello trasero y la levanta para que enrolle sus largas piernas en su cintura y de ese modo poder degustarla más a fondo. Se dirige con ella a cuestas para sentarla en su escritorio, los gemidos de Amelia llenan la oficina y Bastián se siente cada vez más excitado. Corta el beso y se retira, ella tambalea y casi cae al piso. — ¡Amelia! – grita su nombre jadeando — ¿todo bien? – asiente aun atontada. — Si, no te preocupes, estoy… bien – responde con un jadeo y la respiración entrecortada. — Te perdono la falta de confianza, pero quiero – necesito que en otra ocasión lo pienses mejor Amelia, esto – señala su brazo aun vendado — pudo haber
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