— ¿Señorita? – ella mira a su amiga y le hace señas para que la espere. — Tú, ven conmigo – prácticamente arrastra al chico junto con el enorme ramo —, está bien Bastián Christopoulos si verme furiosa era lo que pretendías ya lo has logrado – dice más para sí misma — ¡ahora veamos que sigue! Se traslada a toda velocidad hacia su habitación, la cual se encuentra atestyada de rosas rojas, blancas y amarillas. Una enorme cinta gruesa adorna el pequeño comedor con una inscripción que pone: “Cuando tu futuro esposo habla, tú obedeces sin protesta y de inmediato” Sentía la cara colorada, la sangre le hervía y su cerebro trabajaba a mil por hora buscando la venganza perfecta para esto. — Necesito dejar esto en algún lugar porque debo volver al trabajo Srta. Blackstone – ella le sonríe maliciosamente. — ¿Además de flores, que otra cosa hacen en esa tienda de regalos? – el chico sonríe ampliamente. — Todo tipo de arreglos, mi hermana es la mejor haciéndolos – ella levanta la mano p
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