Preciosuraaaasss... Ya sabemos que Amelia es una fierecilla. Bastián quiere ejercer dominio sobre ella y no puede o por lo menos eso es lo que se refleja. continuamos leyendo el proximo capítulo. ¿A que está interesante la historia? Lean comenten y denle me gusta por favor preciosuras, de ese modo se si les agrada la historia. Besos.
La chica se la queda mirando con enojo y ella se siente culpable porque sabe que la han amonestado por su culpa. Se acerca a ella y esta retrocede negando. — Srta. Pappas de verdad me siento tan avergonzada – la mira de los pies a la cabeza como si fuese una cucaracha. — ¿Ah sí, entonces es por eso que ya no somos amigas? Porque no la escucho tutearme tal como lo dijo antes de verme la cara de tonta – suelta venenosa y Amelia sabe que lo merece. — ¡Hey, cuidado! – salta Ana como una fiera — ¿quieres pelea? Porque estoy dispuesta a romperte la cara – Calíope retrocede asustada. — ¡Ana no! Tranquilízate ella tiene razón en reclamarme lo que le hice – Amelia detiene a su amiga por un brazo viendo que unos chicos se han quedado mirando —. Oye, Calíope, se que fui una mala persona y lo siento tanto, pero tu sabes que lo hice por protegerme… — A costa de mi y de mi trabajo – la chica sonríe con sorna —, pues eso fue muy bajo. Propio de una americana – las mira a ambas arrugando la
Bastián corre escaleras abajo con el teléfono aun en el oído esperando respuesta de Amelia que se escuchaba débil y dolorida. — ¡Amelia, Amelia escúchame por favor! – su voz es casi una súplica —. Necesito encontrarte ¡háblame por favor! — ¡Só… sótano! – dice con voz apenas audible. — Pero no sé en cual sótano, si en el de la residencia o en el de la empresa – corre sin parar escaleras abajo, saca su otro teléfono para comunicarse con su jefe de seguridad al llegar al piso diez percatándose que ha bajado corriendo diez pisos — ¡César! Te necesito en el piso diez, Amelia se encuentra en un sótano y no sé en cual ¡y date prisa, no se escucha nada bien! De inmediato su primero al mando despliega la movilización adecuada y comienza la búsqueda. Bastián mientras tanto se deshace en angustia por no saber de su paradero. Llama de nuevo al Securata presionando con órdenes duras y amenazantes. — Ya tengo los tres equipos buscando Sr. Christopoulos, ya saben que hacer tienen órdenes de
El chico de seguridad dirige a Ana hacia el ático del jefe donde se encuentra su amiga recostada en la cama del mismísimo Bastián Christopoulos. Al entrar lo primero que se encuentra es con un gigante de piel tostada y ojos color miel que dicta órdenes a diestro y siniestro malhumorado, pero con amabilidad y educación. Sus rasgos son duros, sus manos son fuertes y aun así se ve sexy. , piensa recomponiéndose de su estupefacción. — Acompáñeme señorita por favor – le habla el guardia que la condujo hasta el apartamento. — Sí claro, gracias – la mirada de Ana se cruza con el gigante dorado y los ojos de él brillan. Ella abre los suyos y sonríe sin poder evitarlo lo que hace que en el perfecto rostro de él se dibuje una casi imperceptible sonrisa que la deja noqueada por completo. Sin poder moverse, ni articular palabra alguna. — ¡Señorita… señorita! El chico la toma del brazo y el gigante se acerca para acto seguido arrancársela y
Amelia sale furiosa de la habitación, uno de los guardias la intercepta y ella pone cara seria ante la situación, este intenta de tenerla, pero ella levanta la mano que no tiene lastimada para detenerlo.— ¡Ni se le ocurra tocarme porque levantaré una queja en su contra! – el hombre contrariado no sabe que hacer.— Pero señorita debe volver a la alcoba, son órdenes del señor…— El Sr. Bastián y yo hemos terminado de platicar en este momento, no es necesario que me quede más aquí – espeta casi fuera de si.En ese preciso momento se abre la puerta y aparece Ana cargada con bolsas de comida sonriendo alegre junto al jefe de seguridad de Bastián, Amelia pone los ojos en blanco ante la escena ya que su amiga lo único que busca son enredos de sábanas y ni siquiera es porque no
Tres días después…— ¿Quieres calmarte Amelia Blackstone? – regaña Ana a Amelia porque no puede dejar de caminar de un lado a otro —. Todo va a salir bien ya tu novio lo dijo – se detiene de súbito y gira para asesinarla con la mirada — ¿qué?— Bastián no es mi novio y se encuentra hablando con mi madre al respecto – la morena abre mucho los ojos —, no quiero mentirle a mi madre Ana eso duele – la aludida resopla.— Creo que es muy tarde para ello ¿no lo crees? – reprocha —. Además ya habías aceptado la propuesta del buenorro ¿no?— Sí, pero en circunstancias diferentes – Ana levanta una ceja.— ¿Cómo diferentes?
Bastián se deleita con el sabor de su boca, acaricia todo lo que puede de su hermoso cuerpo y ella lo premia con gemidos de placer ya que nunca había experimentado un éxtasis igual. Introduce los dedos acariciando las hebras deliciosamente suaves de su cabello un poco largo, las manos de él se van directo a su bello trasero y la levanta para que enrolle sus largas piernas en su cintura y de ese modo poder degustarla más a fondo. Se dirige con ella a cuestas para sentarla en su escritorio, los gemidos de Amelia llenan la oficina y Bastián se siente cada vez más excitado. Corta el beso y se retira, ella tambalea y casi cae al piso. — ¡Amelia! – grita su nombre jadeando — ¿todo bien? – asiente aun atontada. — Si, no te preocupes, estoy… bien – responde con un jadeo y la respiración entrecortada. — Te perdono la falta de confianza, pero quiero – necesito que en otra ocasión lo pienses mejor Amelia, esto – señala su brazo aun vendado — pudo haber
— Deberías bailar con ese chico Calíope – sugiere Amelia con una sonrisa.La chica en cuestión enrojece hasta el cuello, todo lo que deja ver el vestido. Ana se mantiene en la pista bailando con un joven de piel canela como ella.— Pero tu te quedarás sola, no creo que sea buena idea – abre los ojos una Calíope asombrada porque el chico no ha quitado la mano de su lado esperando que la acepte.— Descuida, no me importa mucho quedarme sola aquí – le sonríe convenciéndola.— No tiene que quedarse sola señorita, podemos ir todos a la pista – Amelia sube la vista para encontrarse con unos ojos color caramelo que le sonríen por si solos.— ¡Sí, vamos Amelia por favor! – súplica Calíope y ella acepta.< ¿Por qué no? >, Piensa.
— Jefe hemos llegado – se escucha la voz de César el guardia. Amelia se encuentra profundamente dormida y Bastián la levanta en brazos para llevársela por el ascensor privado hasta su ático en el último piso del edificio. Observa los rasgos de la chica que lleva en brazos, definitivamente diferente a su raza. Tiene ojos almendrados color café, nariz perfilada y pequeña, labios gruesos y provocativos, pero lo que en realidad lo enloquece es su piel pálida envuelta en un halo de puntos del color de la miel, sus pecas en conjunto con el tono rojo cobre de su cabello lo envuelven como una frazada térmica que calienta, enajena y desequilibra todo su ser.Razón que lo hace mirar su vida en retrospectiva luego del divorcio con el cual sufrió los horrores de ser rechazado y señalado de manera negativa por su familia y allegados tan solo por no aceptar que la realidad lo golpeó en ese momento y tuvo que actuar con sangre fría a pesar del dolor que le causó la ruptura.Hoy día no se conside