Amelia quedó prendada de aquella sonrisa rompe bragas de dentadura perfecta. No era la primera vez que estaba frente a un hombre que la atraía sin embargo Bastián sobrepasaba toda expectativa que se pudiese plantear. Atractivo, inteligente, llamativo y con mucha clase; era un hombre con una personalidad distinta tanto por su cultura como por su posición social que lo hacían poderoso además de ser una figura pública. ¿Entonces que querría demostrar uniéndose en matrimonio a ella? ¿Qué pensará su familia al respecto? Y más aún: ¿Qué esperaba de ella? cuando era él quien tenía una experiencia mundana y decadente.— ¿Tan rápido te has arrepentido Amelia? – escucha su voz y al girar se percata de que ha estado dando pasos en círculo sumida en sus pensamientos.— ¿Eh, yo? Solo pensaba – responde sin mirarlo.No puede hacerlo y que se encuentra llena de dudas al respecto planteándose si es una buena idea aceptar su propuesta o no aunque al parecer ya no hay vuelta atrás puesto que ha
El haberla besado suponía para Bastián una tortura aunque ella haya sido muy receptiva, lo considera una distracción; no porque se niegue a lo que ella le hace sentir – que es mucho por cierto – pero está consciente de que es una distracción para su día a día y prueba de ello es que al entrar a su alcoba y percatarse de que no se encuentra en la cama ya lo ha puesto de un humor terrible. — Srta. Pappas ¿dónde coño se encuentra Amelia? – espeta verdaderamente enojado con esa chiquilla que lo abandona sin despedirse. — Buenos días Sr. Christopoulos yo… — ¿Y si dejamos los formalismos? Vamos al grano Pappas ¡por el amor de Dios! – gruñe a su interlocutora. — ¿Pensé que estaba con usted? – se defiende muerta de angustia su asistente. — Entonces sea tan amable de enviarme su contacto telefónico por favor – Bastián baja la guaria al mirar su reloj y darse cuenta que son las cinco de la mañana. La mujer envía un mensaje con el número y este le indica algunas órdenes, es un hombre a
Al salir de la biblioteca Amanda y su amiga se dirigen hacia la zona de la cafetería para comer algo aprovechando que todavía faltan veinte minutos para la primera clase. — Espero que tengas los rollos de hojaldre que me fascinan – expresa Ana con ojos soñadores. — Yo necesito café para terminar de despertar, comenzar a leer e investigar a las cinco treinta de la mañana sin cafeína es brutal – su amiga ríe a carcajadas — ¿qué? El café es la pieza principal de un engranaje como el mío Ana – dice Amelia sonriéndole. — Pues yo no tomo café, mis dientes me lo agradecerán más adelante – expresa con suficiencia — y tú deberías eliminarlo de tu dieta ya que mi hermana es Médico Odontólogo y lo prohíbe – Amelia levanta las cejas en un gesto de asombro. — Solo si prometes arrastrar mi caparazón dormido a cada clase lo haré – la morena se carcajea ahogándose casi con el jugo que está tomando. — ¡Ok, me rindo! – sube las manos enseñando las palmas —. Necesitas ese líquido para existir
— ¿Señorita? – ella mira a su amiga y le hace señas para que la espere. — Tú, ven conmigo – prácticamente arrastra al chico junto con el enorme ramo —, está bien Bastián Christopoulos si verme furiosa era lo que pretendías ya lo has logrado – dice más para sí misma — ¡ahora veamos que sigue! Se traslada a toda velocidad hacia su habitación, la cual se encuentra atestyada de rosas rojas, blancas y amarillas. Una enorme cinta gruesa adorna el pequeño comedor con una inscripción que pone: “Cuando tu futuro esposo habla, tú obedeces sin protesta y de inmediato” Sentía la cara colorada, la sangre le hervía y su cerebro trabajaba a mil por hora buscando la venganza perfecta para esto. — Necesito dejar esto en algún lugar porque debo volver al trabajo Srta. Blackstone – ella le sonríe maliciosamente. — ¿Además de flores, que otra cosa hacen en esa tienda de regalos? – el chico sonríe ampliamente. — Todo tipo de arreglos, mi hermana es la mejor haciéndolos – ella levanta la mano p
Se escucha el ruido de una puerta al cerrarse y Amelia corta el beso más porque se le dificulta la respiración que por cualquier otra cosa sin embargo un jadeo los saca del estupor. — ¡Por el amor de Dios! ¿qué pasó aquí? – se escucha la voz de la asistente de Bastián casi llorando. Él mira a Amelia amenazante y ella no se amedrenta por el contrario levanta la barbilla desafiante y a Bastián no le queda de otra que resoplar una risa casi imperceptible. — No huyas de mi Amelia Blackstone – ella pone los brazos en jarra. — Loa americanos no huimos, nos enfrentamos a lo que sea que tengamos que afrontar Sr. Christopoulos y como puede ver mi pulso no tiembla – Bastián entrecierra los ojos en una advertencia tácita. — No me provoques americana, no tienes idea de quien soy – ella sonríe solo con los labios. — Me hago una idea, o tal vez dos Sr. Arrogante, altanero y soberbio – no puede creer que lo haya insultado de ese modo — además, ya te había advertido que si me presionan sie
La chica se la queda mirando con enojo y ella se siente culpable porque sabe que la han amonestado por su culpa. Se acerca a ella y esta retrocede negando. — Srta. Pappas de verdad me siento tan avergonzada – la mira de los pies a la cabeza como si fuese una cucaracha. — ¿Ah sí, entonces es por eso que ya no somos amigas? Porque no la escucho tutearme tal como lo dijo antes de verme la cara de tonta – suelta venenosa y Amelia sabe que lo merece. — ¡Hey, cuidado! – salta Ana como una fiera — ¿quieres pelea? Porque estoy dispuesta a romperte la cara – Calíope retrocede asustada. — ¡Ana no! Tranquilízate ella tiene razón en reclamarme lo que le hice – Amelia detiene a su amiga por un brazo viendo que unos chicos se han quedado mirando —. Oye, Calíope, se que fui una mala persona y lo siento tanto, pero tu sabes que lo hice por protegerme… — A costa de mi y de mi trabajo – la chica sonríe con sorna —, pues eso fue muy bajo. Propio de una americana – las mira a ambas arrugando la
Bastián corre escaleras abajo con el teléfono aun en el oído esperando respuesta de Amelia que se escuchaba débil y dolorida. — ¡Amelia, Amelia escúchame por favor! – su voz es casi una súplica —. Necesito encontrarte ¡háblame por favor! — ¡Só… sótano! – dice con voz apenas audible. — Pero no sé en cual sótano, si en el de la residencia o en el de la empresa – corre sin parar escaleras abajo, saca su otro teléfono para comunicarse con su jefe de seguridad al llegar al piso diez percatándose que ha bajado corriendo diez pisos — ¡César! Te necesito en el piso diez, Amelia se encuentra en un sótano y no sé en cual ¡y date prisa, no se escucha nada bien! De inmediato su primero al mando despliega la movilización adecuada y comienza la búsqueda. Bastián mientras tanto se deshace en angustia por no saber de su paradero. Llama de nuevo al Securata presionando con órdenes duras y amenazantes. — Ya tengo los tres equipos buscando Sr. Christopoulos, ya saben que hacer tienen órdenes de
El chico de seguridad dirige a Ana hacia el ático del jefe donde se encuentra su amiga recostada en la cama del mismísimo Bastián Christopoulos. Al entrar lo primero que se encuentra es con un gigante de piel tostada y ojos color miel que dicta órdenes a diestro y siniestro malhumorado, pero con amabilidad y educación. Sus rasgos son duros, sus manos son fuertes y aun así se ve sexy. , piensa recomponiéndose de su estupefacción. — Acompáñeme señorita por favor – le habla el guardia que la condujo hasta el apartamento. — Sí claro, gracias – la mirada de Ana se cruza con el gigante dorado y los ojos de él brillan. Ella abre los suyos y sonríe sin poder evitarlo lo que hace que en el perfecto rostro de él se dibuje una casi imperceptible sonrisa que la deja noqueada por completo. Sin poder moverse, ni articular palabra alguna. — ¡Señorita… señorita! El chico la toma del brazo y el gigante se acerca para acto seguido arrancársela y