El encuentro con Demon estremeció a Adeline, que casi estuvo a punto de desmayarse, pero cuando este se esfumó entre la multitud, ella hizo lo posible por mantener la compostura y abandonar el lugar bajo la excusa de estar agotada, para que los demás no notaran su nerviosismo. No obstante, Annie y Marion se percataron que la ex emperatriz lucía pálida y apresuraron a acompañarla hasta sus aposentos. Cuando regresaron a la habitación, la asistente se atrevió a preguntar:—Mi señora, ¿se siente mal? Adeline volteó y respondió vagamente:—¿Podrías traerme un té para calmar los nervios? —¿Eh? ¡Claro! En un momento se lo traigo.Tras decir esto, la diligente mujer se marchó, dejando a Adeline con Marion. Este último había detectado, durante el encuentro con los pobladores de Tirón, la presencia de un aura intimidante que se dirigía a la emperatriz, pero como no descubrió a nadie sospechoso entre la multitud, solo se mantuvo alerta para prevenir cualquier ataque. «Ahora que recuerdo, l
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