—Si tú lo dices amigo, seguramente debe ser así, solo espero que no estés obsesionado. —dijo Martín con preocupación.—Sí, pero solo un poco, no perdamos el tiempo, ha llegado la hora mi amigo, haz esa llamada. —dijo Jacob, ansioso.—De acuerdo. Procederé con la llamada. —respondió Martín.El hombre, a pesar de su experiencia, se sentía nervioso, aunque todo era legal, temía que el hombre a tratar fuese aún más astuto de lo que se había investigado, Martín levanto el teléfono mientras miraba a su amigo caminar de un lado a otro.—Muy buenos días, —señor Bernardo García, —saludo cortésmente Martín.—Mi nombre es Martín Guerrero, soy el abogado de las empresas Collins. —se presento Martín al recibir el saludo del hombre al que llamaba.—Al grano señor Martín, indíqueme para que soy bueno. —gruño Bernardo, soberbio. —El motivo de mi llamada es porque conocemos la situación de sus empresa, tenemos una propuesta para usted, con la cual podrá salvarse y salvar sus empresas, es una propues
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