capítulo 4

—Por supuesto, el motivo su presencia aquí, es porque mi jefe tiene una propuesta para ustedes, en estos documentos están toda la información de sus empresas. —Dijo Martín titubeando.

Bernardo no era un hombre paciente por lo que les exigía darse prisa con el asunto, mientras tanto Jacob estaba disfrutando el asunto, Sally se mostraba bastante desinteresada.

—Ustedes están en la quiebra, así que les conviene pensar muy bien, en estos otros documentos está la propuesta que les vamos a ofrecerles, antes de que lean estos documentos mi jefe les explicara lo que desea, a cambio. —dijo Martín un poco más calmado y entrando en confianza con la situación

—'No' no, no a ver, —¡espere! Usted se está equivocando. —exclamo Sally casi gritando.

—¿Cómo que en la quiebra? —nuestras empresas actualmente son una de las más productivas y con mayor reconocimiento en el sector hostelero. —dijo Sally con prepotencia e ignorando la situación.

Mientras ella parecía confusa y le pedía a su padre desmentir la situación, Jacob empezaba a sonreír al ver el rostro de ambas personas, la reacción de la mujer había sido casi orgásmica para él.

Sí, señorita, pero no estamos aquí para ponerla en contexto, ya luego su padre le explicara. —dijo Martín, mientras Jacob se regocijaba en su silla

—¿No, a mí me dice de una vez de qué está hablando? —creo que está equivocado —padre, diles que están equivocados. exigió Sally García a su padre.

Su padre le pidió calmarse, pues había tomado una actitud un tanto rebelde, se había puesto histérica, el padre se disculpo con los presentes y pidió unos minutos para poder explicar a su hija por la situación que estaban pasando, él estaba explicando, pero ella se negaba a creer, decía que era una broma, que porque habían estado bien, si eso fuese cierto, ignorando la cantidad de deudas que sus padres tenían

—Disculpe que los interrumpa —no creo que esté sea el momento ni el lugar adecuado para arreglar sus problemas familiares, tenemos una propuesta para ustedes. —protesto Jacob, interrumpiendo a los Garcías.

—¿Están o no interesados en escucharla?. —pregunto imponente Jacob.

—Por supuesto, por supuesto. —¿cuál me dijo que era su nombre? —preguntó Bernardo García.

—Mi nombre, señor, es Jacob Collins. —se presento Jacob.

—Bueno señor Jacob, veremos cuál es la propuesta que usted tiene para nosotros, estamos ansiosos por conocerla, —nos interesa de verdad salvar nuestras empresas. —vocifero Bernardo, un tanto desesperado por la situación.

El hombre reitero que estaba dispuesto a todo por salvar su patrimonio familiar, porque sus empresas volvieran a ser las mismas de antes, mientras decía eso cogió los documentos y se sentó para leerlos, mientras él estaba concentrado leyendo los documentos, Sally no podía dejar de pensar de donde conocía al hombre.

—No puede ser. —¡Espera! Ya te recuerdo, tú eres Jacob el ex chófer. —vocifero Sally al tiempo que lo señalaba.

—No puede ser, ¿qué haces aquí? —no es posible, padre, tenemos que irnos de inmediato. —exigió Sally a su padre, quien seguía muy concentrado en los documentos que contenían la propuesta

—No, hija, de que estás hablando, de cuál ex chófer, espera, tenemos que escuchar la propuesta que tienen para nosotros, nos pueden ayudar a salvar las empresas, no estás entendiendo la magnitud del problema en que estamos. —protesto Bernardo, sin escuchar lo que su hija estaba tratando de decir.

—Padre, te digo que tenemos que irnos, él es Jacob, el ex chófer, ese que enviamos a prisión. —¿lo recuerdas ahora?. —pregunto Sally a su padre con desespero.

Ella trataba de convencer a su padre, el cual se negaba a creer lo que su hija estaba diciendo, él decía que aquel elegante hombre ante ellos no podía ser el mismo pobre muerto de hambre que habían enviado a prisión

—De ninguna manera, hija, cómo puede ser él. —protesto Bernardo.

—Disculpen ustedes caballeros, mi hija está nerviosa, por eso se comporta así, y disculpe usted caballero que lo esté confundiendo a usted, un hombre tan elegante y distinguido. —argumento Bernardo ante la necedad de su hija.

Mientras ellos se disputaban la razón, Jacob disfrutaba el momento, sentado como si esperara a que ellos descubrirán por si solos lo que él planeaba. Volteaba a ver a su amigo y se reía de la situación con gran satisfacción.

—Hija, ya basta, debemos leer esta propuesta y darnos prisa, no hagamos a los caballeros perder su tiempo, ese hombre que tú mencionas era un pobre muerto de hambre, tú estás equivocada, señores por favor disculpen a mi hija suele ser muy caprichosa e imprudente. —Dijo Bernardo tratando de continuar con el asunto sin las interrupciones de su hija.

—Sí, señor García, soy yo, ese chófer al que injustamente enviaron a la prisión. Pero ese no es el asunto que quiero tratar ahora con ustedes. —vocifero Jacob, con prepotencia y gran satisfacción.

Sally le reprocho a su padre porque nunca solía escucharla, lepidio que salieran de ese lugar, pero lo que hizo Bernardo fue negarse a creer, diciendo que aquel hombre elegante no podía de ninguna manera ser aquel chofer mugriento que había sido enviado por ellos a prisión, le pregunto varias veces que como era posible que él estuviera dirigiendo imperios Collins, una empresa tan prestigiosa como lo era esa.

—Tú tienes que estar bromeando, si esto es una broma de mal gusto, ese muchacho no tenía en que caerse muerto, además ni siquiera tiene el mismo nombre. —Reprocho Bernardo con asombro y altanería, negándose a creer la verdad ante sus ojos.

—En eso se equivoca, señor García, siempre tuve dinero, siempre fui de familia rica. Solo que fui muy rebelde y decidí hacer mi vida por mi cuenta, sin depender de la fortuna de mis padres. —esclareció Jacob con una sonrisa sarcástica ante la reacción de sus visitantes.

Él se negó rotundamente a creer, había caído de nuevo sentado a la silla, recogió un baso de agua y lo tomo, se desabrocho la corbata, limpio el sudor en su frente y tomo valor para ponerse de pies de nuevo, pero antes de que este pudiera decir algo, Jacob tomo la palabra.

—Señor, no le demos importancia a eso, ahora lo único que me interesa es hacerles una propuesta para que pueda salvar sus compañías y continuar con la vida a la que están acostumbrados. —dijo Jacob bajando el tono de su voz y siendo un poco empático.

—Mi hija tiene razón, no tenemos que estar aquí y mucho menos esperar que una persona como tú nos ayude. —arremetió Bernardo entrando en razón.

Jacob, pregunto a qué se refería cuando decía que una persona como él, pero Bernardo, lejos de dar una explicación, se levanto se acomodo la corbata y le dijo unas cuantas palabras hirientes a Jacob, aun negándose a creer que el realmente fuera el heredero de todo lo que decía.

—Señor Bernardo, no le dé importancia a eso, solo dígame que piensa de la propuesta que acaba de leer, quiero ayudarlos. —dijo Jacob tratando de que su plan no se echara perder.

—¿Cuál sería la razón? Después de lo que te hicimos, dudo que quieras ayudarnos, por el contrario, estoy seguro de que planeas algo contra nosotros, vámonos hija. —dijo Bernardo, exigente y lleno de orgullo.

Al ver eso, Martín se sorprendió, creyó que el plan de su amigo había fallado, se acerco a él, pero al verlo tan tranquilo supo que este tenía otra estrategia, suspiro y se dispuso a escuchar al ver que su amigo pretendía hablar.

—Pueden marcharse, sí desean, pero en cuanto pongan un pie fuera de estas oficinas, automáticamente quedarán en la ruina, además tendrás que asumir las consecuencias. —vocifero Jacob caminando en la dirección donde se encontraban las personas.

—Eres un imbécil, como te atreves amenazarnos, el que va a tener problemas, eres tú, o acaso olvidas quienes somos. —grito Sally al voltear con dirección al escritorio del hombre.

Se sorprendió al ver que él estaba ya cerca de ellas, el padre le pregunto de qué consecuencias hablaba, Martín se acerco para aclarar esos punto, menciono, que podían ir presos, ser humillados públicamente, quedar en la calle, cosas que eran vistas por los Garcías, como calamidades.

—No creo que eso sea lo que quiera, señor García, usted es un hombre de negocios, lo que les tengo que proponer es muy simple-- espeto Jacob, mientras caminaba regreso a su escritorio.

--Si desean escuchar, regresen y tomen asiento de lo contrario, pueden continuar su camino, pero deben atenerse a las consecuencias. —dijo Martín, quien a diferencia de su amigo, él se había acercado en su totalidad a los Garcías, por temor de que estos decidieran marcharse y tener que ver la cara de decepción de su amigo.

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