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Todos los capítulos de Una cura para mis delirios: Capítulo 31 - Capítulo 40
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XXX ¿Apoyo?
Tras desayunar con Luka y quedarse sola, a eso de las nueve de la mañana, Alessa tuvo su primera inclinación a buscar porno. Y por razones obvias no pudo. En las labores domésticas intentó enfocar su atención. Mientras sacudía un estante con un plumero, recordaba todos los videos que había visto de jefes con sus sirvientas, en escritorios, sillones, alfombras, cocinas y cada parte de una casa. No pudo seguir ni en la casa. Se fue al jardín.Esperaba que no se asomara su vecino sexy. Una camioneta se detuvo afuera. "Diseño de jardines" se leía, junto a un número telefónico. Dos hombres bajaron en sus overoles, cada uno más guapo que el anterior.—Hola, vinimos a revivir su jardín —dijo uno de ellos.A ella tenían que revivirla, ella era la que se secaba y necesitaba que la regaran con urgencia. Ya no pudo estar en el jardín tampoco. Ya no aguantaba estar en ninguna parte, ni en sí misma. Se fue a dar una ducha con agua fría.Luka la llamó pasado el mediodía.—¿Los paisajistas están tr
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XXXI Condición
Al borde de un infarto, así llegó Alessa al lado de Luka, que miraba a Mike como si quisiera arrancarle la cabeza con los dientes para luego escupirla en un basurero.—¡Luka, qué bueno verte! —Ella se le colgó del cuello como si estuvieran en alta mar y Luka fuera lo único de lo que agarrarse para no hundirse.—Sube al auto —ordenó él, apartándose.No la miraba y tal vez eso fuera mejor, Alessa no deseaba ver que también quería arrancarle la cabeza a ella.—No hice nada malo.—No vamos a discutir mientras conduzco —sentenció él, con voz firme y potente, llena de enojo.Llena de furia asesina. Iban a discutir, de eso no se salvaría. Procurando no hacer ningún ruido, Alessa se puso el cinturón y nada más dijo. Rogaba para que la ira de Luka se fuera disipando de camino a casa.Llegaron por fin luego de lo que pareció una eternidad, él dio un portazo.—¡No hice nada malo!—Porque llegué a tiempo. ¿Con qué me habría encontrado si llegaba unos minutos después? —No te puedes enojar por un
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XXXII El dios del sexo
La cita para almorzar de Luka había resultado ser un amigo de su época universitaria. El primer amigo de Luka que Alessa conocía. Se enfocó en que este encuentro fuera mucho mejor que con la familia. Ignoró la bella sonrisa del hombre, lo agradablemente definidos de sus hombros, el mentón firme y cuadrado. Sólo tenía ojos para Luka y su lechuga.La voz no podía ignorarla. Era grave y con buena entonación, como de locutor de radio. Se le erizaban los vellos de los brazos al oírlo y lo detestaba. —Derek está detrás del sistema operativo de JUK —contó Luka.—Es de la competencia.—Todo para Luka es una competencia, desde lo que desayuna hasta el modo en que ata sus zapatos. ¿Has visto cómo lo hace?Alessa negó. Miró bajo la mesa. Los zapatos de Luka estaban atados como los de cualquier otro, supuso que debía atarlos como todos los demás.—Los hábitos pueden cambiar —señaló Luka.Interesada en saber más sobre su novio, aprovechó Alessa de sacarle a Derek cualquier información que le sirv
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XXXIII Lo que hacía falta
Alessa miró la prominente erección de Luka y luego a Teo.—Acelera y hagamos como que no lo vimos.La sugerencia era de todo el gusto de Luka, pero el hombre ya los había visto y se había puesto de pie.—Baja tú primero, yo voy en un momento.Allá fue Alessa, media temblorosa y agitada.—Veo que no hiciste caso a ninguna de mis recomendaciones.—Hola Teo. —Dile a ese tipo que se vaya, Alessa o lo echaré a patadas.—Eso sí que no, Luka no se irá de aquí sin antes follar conmigo. Llevo queriendo coger con él desde ayer y mi paciencia ya está en su límite, así que no me hagas enojar.Luka por fin bajó, con cada parte de su cuerpo en completo relajo. Consciente de la aversión de Teo, quiso dejarlos a solas para que conversaran con calma en la sala.—Quédate, Luka. Estoy tan caliente que acabaré lanzándome sobre Teo si nos dejas solos, así que por favor, quédate.Alessa le cogió la mano cuando se sentaron en el sillón. Le acariciaba los dedos, frente a la apacible mirada de Teo, que iba a
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XXXIV Un premio al esfuerzo
Luka ya no estaba muy seguro de poder cumplir la promesa de portarse bien. Florencia había rechazado el ofrecimiento de ir a casa de Alessa y, en su lugar, los había invitado a cenar a la suya, donde también estaría Martín.Otro tipo más que se había acostado con Alessa. Al menos Teo era simpático y decente, a diferencia de Martín. No lo conocía, pero estaba seguro de que le caería como patada en el hígado. Y tampoco le tenía mucha fe a Florencia. ¿Qué clase de hermana le daba la espalda a Alessa considerando su problema? Estaba seguro de que, si su familia la hubiera protegido, su trastorno no habría llegado a donde lo había hecho.Tocaron el timbre.—Dios, dame paciencia para lidiar con Martín y no arrancarle un ojo con el tenedor. Amén.—Ir a la iglesia contigo debe ser divertido. ¿Alguna vez lo hiciste en una iglesia? —Todavía no. ¿Te quieres ir conmigo al infierno?La mujer que ayudaba a Florencia con los quehaceres abrió la puerta y la siguieron.—Al infierno y a donde sea —sus
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XXXV Feliz cumpleaños
Caminaba Luka por el pasillo de un supermercado luego de años sin pisar uno. No le molestaba hacer las compras, sino ver el horroroso y desprolijo modo en que los trabajadores llenaban los estantes con los productos. ¿Cómo podían ser tan ciegos al caos que generaban?Él no era ciego, pero tampoco quería ver y sin ver no hallaría la salida, así que tuvo que abrir los ojos. Estaba en el pasillo de refrescos. Las botellas de jugo coloreaban ambos lados, sin lógica alguna. Tomó una y la giró para que su etiqueta quedara en el frente. Hizo lo mismo con la de al lado. Todas debían estar en la misma posición para lograr un equilibrio visual, pero mientras giraba una, las otras se desordenaban. Con ambas manos las movía y no importaba su velocidad, ellas eran más rápidas.—¡Ayuda! —gritó.Era el único en el supermercado del horror. Corrió. Mientras más corría, más largo se volvía el pasillo y las botellas ya no sólo jugaban con la porción de etiqueta mostrada, ahora el jugo de manzana se mezc
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XXXVI En un pozo oscuro
La opresión en el pecho que había acompañado a Alessa todo el día anterior no estuvo cuando se despertó. Había hecho algo terrible, ahora lo comprendía. Para ella había sido un juego, algo sin importancia, pero para Luka no, a él lo había lastimado y en eso debía enfocarse. Las consecuencias de sus actos podían ser peores que sus actos mismos porque no la afectaban sólo a ella, sino a quienes amaba. Y a Luka lo amaba. Sin embargo, la vida le daba una segunda oportunidad para hacer las cosas bien y no la desaprovecharía. Esta vez todo sería diferente. —Luka, ¿estás en el baño?Un ruido en la cocina la guio hasta allá. No se sorprendería si lo encontraba ordenando.—Ayer fue un día duro, espero que seas flexible con mi desorden.—Como si pudiera importarme. Aunque el color rosado de estos muros me gusta, combina con tus pezones.—¡¿Qué estás haciendo aquí, Martín?! ¡¿Dónde está Luka?!—Es tu novio, ¿por qué lo sabría yo? Aunque dudo que lo siga siendo después de lo de anoche.Alessa r
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XXXVII Descansa, Alessa
Martín se apartó de Alessa al instante y se ordenó la ropa, como si todavía pudiera estar a tiempo de inventar alguna excusa creíble, como si le pudiera decir a Florencia que no ocurría lo que ella imaginaba. No había nada que imaginar.—Desde hace varios días que me parecía que estabas extrañamente animado, así que cuando saliste hoy, te seguí —dijo Florencia, con una calma nada propia de ella.Alessa, sentada en el sillón, no era capaz ni de mirarla. Alessa ya no estaba allí, sólo su cuerpo, como un cascarón vacío, la muda que quedaba de los insectos mientras crecían. —¿Desde cuándo me engañas con mi hermana?—¡No es eso, Flo! Alessa me llamó, dijo que tenía algo importante que decirme. Se me lanzó encima, ya sabes como es. Intenté resistirme.Florencia asintió, bastante compuesta para tener el corazón destrozado. —Y tú, ¿qué vas a decir?Alessa no habló. Le llegó una bofetada y se mantuvo firme. Otra más y otra.—¡Di algo, perra! —le jaló el cabello.Alessa tuvo un déjà vu. En él
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XXXVIII Las señales
La luz al final del túnel se volvió cegadora. Un dolor punzante acompañó al despertar de Alessa en el hospital. Dolía porque seguía viva, había fracasado una vez más en liberarse.El desconsuelo de su llanto se interrumpió con una arcada. La garganta le ardía como si hubiera tragado fuego y tenía el estómago revuelto. Estaba segura de que alguien se lo había sacado, lo había pisoteado y vuelto a meter.Una enfermera entró, le preguntó cómo se sentía. Ella dijo que quería estar muerta.—Tienes una segunda oportunidad para hacer las cosas de otro modo, de uno que te haga feliz. Ahora podrás empezar de nuevo.Eso era imposible, todo estaba demasiado roto. Una taza que se quebraba no podía volverse a armar. Simplemente era imposible regresar a algún pasado en que todo estuviera bien.—¿Cómo pasó?... ¿Cómo llegué aquí?—Tu novio te encontró y te trajo. Le debes la vida, linda.Alessa lloró más todavía. No merecía a Luka ni a su amor, no merecía nada de él y había llegado el horrible moment
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XXXIX Resurrección
—Lamento haberte dejado sola tanto tiempo, pero ya volví y planeo quedarme —dijo Filippo. Alessa apenas y podía respirar. Él le secó las lágrimas. Ella le tocó las manos para comprobar que eran reales.—Si hubiera llegado unos minutos más tarde no estarías aquí, Alessa. Esto es mi culpa.—¡No!... ¿Cómo podría ser culpa tuya? —Lo es, claro que sí, pero ya habrá tiempo para hablar, amor. Ahora necesitas descansar y ponerte fuerte. Superaremos esto juntos.—Filippo... yo te engañé. Nunca más volvimos a hablar, supuse que habíamos terminado. —En la aldea donde estaba no había señal, sólo un teléfono satelital para emergencias y no podía usarlo para llamar a mi novia. Eres una mujer bella y llena de energía, al menos lo eras cuando me fui, comprendo que no quisieras estar sola.—Pero...—Descansa. Hay una razón para todo y ahora entiendo por qué tuve que volver justo ahora. Me cambiaron el vuelo a último momento, yo debía llegar mañana. El destino obra de maneras misteriosas.Sí que lo
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