—¿Me estás escuchando, Massiel? La mujer pareció salir del su ensimismamiento. Su mente se encontraba alejada de la realidad, pensaba en lo que había escuchado en aquellos baños, en la "confesión" que sus oídos conocían. —Sí, claro, amor, te estoy escuchando. —Maldita sea, no lo haces. Si no quieres salir conmigo, puedes decírmelo de una vez por todas. Demonios. —Lo siento, de verdad… te estaba escuchando, es solo que por un instante, mis pensamientos… —Esa siempre es tu excusa, Massiel. "Claro que te escucho, es que mi jefe me dijo algo y estaba pensando…" "Sí, claro que sé de qué hablas, solo me distraje unos segundos porque pensaba en unos proyectos que tengo que hacer para la empresa" ¡Siempre es lo mismo contigo, Massiel! ¡Saco tiempo de donde no tengo para estar contigo, y parece no importarte un demonio! Massiel cerró sus ojos. Su relación se basaba en peleas. Cada vez era menos tolerante a sus discusiones sin sentido. Ni siquiera sabía por qué seguían siendo pareja, quizá
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