Cuando yo llegara a París, Markus ya llevaría unos días en Europa. Se había conformado con asistentes locales en los desfiles de Milán, y tenía previsto llegar a París la misma mañana que yo para que pudiéramos comentar los pormenores de su fiesta como viejos amigos.¡Si, como no!La aerolínea Delta se negó a sustituir el nombre de Eliza por el mío en el pasaje de avión, así que, en lugar de estresarme más de lo que ya estaba, me limité a comprar uno nuevo. Mil ochocientos dólares, pues era la semana de la moda en Francia, por supuesto, y ademas lo estaba adquiriendo de último minuto. Dudé como una estúpida por un instante antes de facilitar el número de tarjeta de la empresa. Qué importa, pensé, Markus se gasta eso mismo en una semana de viajes a México.Como segunda asistente del director de Glitz, yo era un ser humano de muy menor rango. No obstante,si el acceso a él era sinónimo de poder, Eliza y yo éramos las personas más poderosas dentro del mundo de la moda: decidíamos qué re
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